El anuncio de que “habrá temporada de verano”, tal como dijo en su ya cotidiana conferencia de prensa matutina la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti, se apoya en razones económicas, sanitarias y, se diría, anímicas.

Todavía sin certezas sobre si se está en el pico de la pandemia o en una meseta de casos que podría lentamente comenzar a aminorar si no crecen los índices de movilidad que son, se sabe, el motor de expansión de la pandemia, el gobierno nacional comprende que debe empezar a construir un horizonte de salida para la crisis.

En ese contexto, la noticia de que una vacuna contra el Covid-19 va a producirse en el país funcionó como un aliciente, una línea de llegada que se situó, precisamente, en el verano.

Días atrás, el ministro de Salud bonaerense, Daniel Gollan, había señalado que era inimaginable pensar en las vacaciones con estos niveles de contagios. En Presidencia entienden, por el contrario, que es imprescindible proyectar ese momento que, con la disponibilidad de una vacuna –se especula que en enero estarían las primeras dosis para el personal de la salud–, configuraría una herramienta dinamizadora de la economía.

Las imágenes que llegan del verano europeo no son tranquilizadoras: el “hartazgo de la gente” ha convertido las playas del Mediterráneo en válvulas de escape de la pandemia, con escaso o nulo distanciamiento social y preocupantes rebrotes del virus.

Pero el turismo estival se presenta ahora, sin embargo, como una oportunidad de reactivación económica, a partir de una actividad que ha sido de las más golpeadas por el Covid-19 en todo el mundo, y que tiene la potencialidad de arrastrar a otras.

Nueve protocolos turísticos

La respuesta a todo parece estar en los protocolos, que ya se están elaborando para los sectores hoteleros y gastronómicos de los principales destinos turísticos, con vistas al verano, pero también en una ley que, mediante subsidios y créditos, de nuevo impulso a esos sectores, sumidos en una profunda crisis.

Los protocolos son nueve, diseñados por el Ministerio de Turismo y Deportes junto al Instituto de Calidad Turística, la Cámara Argentina de Turismo y el Consejo Federal de Turismo, siguiendo las recomendaciones del Ministerio de Salud, y describen pautas a seguir para los diferentes rubros de la actividad turística.

Los alojamientos turísticos deberán adelantar a sus huéspedes, por mail u otro medio electrónico, la ficha de registro, junto con un cuestionario sobre Covid-19, e incentivar el pago por medios digitales. Deberán señalizar los espacios comunes, con medidas de prevención y sentidos de circulación. Evitar, por lo menos en una primera etapa, los servicios de bell boy y valet parking. En el salón comedor, evitar el autoservicio, ofrecer el desayuno en la habitación, eventualmente con modalidad take away, o disponer pavas o cafeteras eléctricas en las habitaciones.

Los establecimientos gastronómicos también deberán ofrecer reservas anticipadas y brindar opciones de pago digital. Señalizar la cantidad máxima de personas por área de servicio y controlar que no sea superada. No poner cubiertos, platos y vasos en las mesas hasta que arriben los comensales. Y no permitir el ingreso a áreas de juegos. Y disponer menúes digitales o en carteleras, no cartas individuales.

La misma planificación previa se pedirá a los prestadores turísticos de excursiones, para evitar aglomeraciones. Y cuando por las exigencias propias de la actividad no se pueda utilizar barbijo, se deberán extremar las medidas de prevención sanitaria. Las selfies grupales, sólo con el celular personal, y compartir luego esas fotografías.

A las empresas de traslados turísticos se les requerirá una declaración jurada que acredite que las unidades se higienizan adecuadamente y que los/as pasajeros/as no presentan síntomas.

Y en las excursiones que supongan desplazamientos por senderos o lugares estrechos, el protocolo dispone marchar en fila respetando el distanciamiento social, y circular por el lado derecho.

El enoturismo o turismo de viñedos tiene su protocolo aparte, que busca asegurar la mínima manipulación de las copas para las degustaciones (por ejemplo, que estén en envolturas cerradas e, incluidas en el precio de visita, el turista se las lleve de recuerdo).

Lo mismo el turismo rural. En las cabalgatas, por ejemplo, las monturas y arreos de los animales deberán estar recubiertos con material que pueda desinfectarse, “evitando el uso de mantas, piel de cordero, lana, entre otros”. Idéntico requerimiento tendrá los trineos en los centros de esquí, donde en las colas de los medios de elevación habrá que observar, desde luego, la distancia interpersonal mínima establecida.

Playas con cupo para carpas y sombrillas

Quizás el mayor desafío sea instaurar un protocolo de distanciamiento social en las playas de la Costa Atlántica, aunque es impensable que la pandemia, aún con una vacuna en ciernes, entregue escenas multitudinarias como las del último verano, con récord de ocupación.

El protocolo macro que bajó de las autoridades bonaerenses está siendo revisado y adaptado por cada municipio. Lo seguro es que no habrá que zambullirse con barbijo, pero que el tapabocas seguirá siendo obligatorio en los sectores de uso común de los balnearios, y desde luego en los espacios cubiertos de los paradores, en vestuarios y oficinas administrativas.

Según el protocolo en el que trabajó la cámara que agrupa al sector turístico de Mar del Plata, los turistas deberán completar, por única vez, una declaración jurada en la que conste que no revisten algunas de la causales para cumplir cuarentena o que presenten síntomas de la enfermedad.

Habrá senderos diferenciados para quienes entran a la playa y para quienes salen, y se determinará un número máximo de personas autorizadas a estar en los diferentes espacios del balneario, para garantizar el distanciamiento.

Las carpas, donde se permitirá un máximo de 6 personas, deberán ser desinfectadas diariamente al finalizar cada día.

También para las sombrillas de los balnearios habrá un cupo máximo: 4 personas, y la obligatoriedad de controlar que se respete la distancia mínima de dos metros entre sombrillas.

En piletas, gimnasios y sectores de juegos infantiles de los balnearios, sólo se permitirá una persona cada dos metros cuadrados de superficie.

Por último, el protocolo playero resalta la obligatoriedad de que el personal de los balnearios se limpie frecuentemente las manos y use barbijo, y que haya cartelería alusiva a la pandemia en todas las instalaciones. Ante un caso sospechoso de Covid-19, el balneario deberá aislar a la persona involucrada, no tocar sus pertenencias y llamar a los teléfonos habilitados a tal fin por la Municipalidad.

Una ley para impulsar el turismo

Respecto de la Ley de Sostenimiento y reactivación de la Actividad Turística Nacional que sería el apoyo indispensable para impulsar todas estas actividades, podría ser tratada este miércoles en Diputados.

El proyecto prevé un plan de reactivación a partir de ofertas de preventa de paquetes a través de una tarjeta del Banco Nación, que ofrecerá un 50% de descuento en cualquier otro servicio turístico que el comprador efectúe durante el año 2021.

El proyecto contempla otras medidas de ayuda a hoteles, hosterías y cabañas, locales gastronómicos, agencias de viajes, empresas de transporte de excursiones, guías de turismo y emprendimientos de productos regionales: el pago, mediante el programa ATP; del 50% de los salarios de empleados de turismo del sector privado hasta fin de año; la reducción del 95% del pago de contribuciones patronales para empresas del sector; una prórroga de los vencimientos en impuestos sobre patrimonio, capitales y ganancias; la suspensión de embargos por deudas ante AFIP y ANSES; créditos bancarios a tasas de interés subsidiadas, a 36 meses y con garantía estatal.

Además, se licitarán paquetes turísticos para personas mayores en los que el Estado pagará el 21% del valor; y habrá líneas de crédito del Nación, también con subsidios en la tasa de interés, para viajes de turismo estudiantil.

De acuerdo a un informe de CAME, el turismo en la Argentina perdió, por las vacaciones de invierno y los seis fines de semana largo en las que no hubo actividad por la cuarentena, unos 77.890 millones de pesos.

Ahora la atención estará puesta en los estrictos protocolos que permitan, de aquí a cuatro meses, la circulación segura de turistas y su afluencia a los diferentes destinos.

Pero ante esa perspectiva todavía incierta, en el discurso oficial por ahora sólo hay la misma apelación a la ciudadanía que sobrevoló la última conferencia de prensa de extensión del aislamiento hasta el 30 de agosto. “Para poder tener temporada de verano en todo el país, algo que ratificamos desde el Gobierno porque estamos trabajando con todas las provincias a través del Consejo Federal y con el sector privado –dijo  la secretaria de Promoción Turística, Yanina Martínez–, lo importante es practicar la responsabilidad individual”.