“El final es el comienzo y el comienzo es el final”, una frase que se reitera de manera explícita en los diálogos de Dark marca la pauta sobre cómo comprender la historia en medio de constantes idas y vueltas temporales. Una serie que conquistó audiencias en todo el mundo y que en la tercera y última temporada enfrenta el desafío de cerrar los cabos sueltos sin defraudar a sus seguidores, para consagrarse finalmente como un clásico de la cultura pop.

Dark es una producción alemana que cuenta una historia en formato de laberinto apelando a recursos novedosos con los que no solamente no subestima a las audiencias sino que las desafía a participar y comprender de la complejidad. La primera serie de culto original de Netflix apela a los recursos de un elenco coral, con los mismos personajes encarnados por diferentes actores, viajes en el tiempo y mundos paralelos.

La historia se centra en un puñado de familias que viven en el pueblo de Winden, donde la central nuclear es una protagonista más. Los Nielsen, los Tiedemann, los Kahnwald, los Doppler, se entrecruzan en relaciones interpersonales de las maneras más inciertas en cada tiempo de la historia que se despliegue. Pasado, presente y futuro no se presentan bajo el recurso del flashback y el flashforward sino que los mismos personajes en su actualidad, cualesquiera sea, transitan diferentes épocas: desde 2019 a 1986, pasando por 1920, 1953 y 2052, incluso topándose con otra versión de ellos mismos.

Asentada en la ciencia ficción, los viajes se dan mediante una cueva misteriosa, una máquina del tiempo o una conjunción de químicos que hacen posible la apertura de los portales. La historia se centra en la clave, por momentos confusa, de la existencia de un futuro que influye en el presente y en un pasado que no solo no pasó sino que está pasando.

Es interesante advertir la producción como una realización de la industria masiva que a la vez interpela a las audiencias desde la complejidad no solamente narrativa sino de apelaciones filosóficas, teológicas y artísticas. La historia despliega referencias kantianas, nietzscheanas, schopenhauereanas y heideggerianas sobre los fenómenos, el eterno retorno, la propia voluntad, el estatuto del ser y el tiempo. Desde allí se activa la sagacidad del fandom, donde el tiempo y el espacio como protagonistas proponen unir la información dispuesta hasta el momento para conjugar teorías y encender la llama de las comunidades de sentido que se ponen la camiseta de la serie mientras discuten, se dan manija y producen memes.

En la tercera temporada se sigue abriendo la temporalidad con un viaje al pasado en 1887 y al futuro en 2052. Al tiempo que Jonas y Martha deben reconocer cuáles son sus verdaderos roles, conjugar sus deseos personales con el bien de su comunidad y decidir modificar o no alguna acción para determinar otras.

Desde el pequeño relato de un pueblo chico donde todos se conocen con todos, dejando los fantasmas y la basura bajo la alfombra, se llega finalmente a una historia de ciencia ficción de primer orden donde la batalla final se da entre buenos y malos, encolumnados detrás de dos proyectos: el de la luz, que busca suturar el orden de las cosas y el de la oscuridad que apuesta por el apocalipsis. Algo así como una jugada de ajedrez en una batalla bíblica entre el bien y el mal. Una ficción que a la vez trata sobre el poder, la traición, el enamoramiento y la pérdida, dimensiones de la condición humana que se evidencian en los intersticios de una historia encriptada, producida en una era de plataformas y redes para comentar con otros mientras se comprende.

El tiempo dirá si Dark formará parte de la genealogía de Lost, Breaking Bad y Game of Thrones, como una de las favoritas de la audiencia masiva del audiovisual digital contemporáneo. La tercera temporada, por lo pronto, nos pone frente a la esperada conclusión de las incógnitas: qué pasará con Jonas y Martha, quién es Adán, quiénes y cómo se salvan del apocalipsis, qué sucede después, cómo se alinean los sobrevinientes y si, finalmente, se consagra la premisa de que todo final es un comienzo y todo comienzo es un final.