Con su cara aniñada y su andar adolescente, Pedro de la Vega es el único jugador de Lanús nacido en el siglo XXI que ya debutó en Primera y uno de los doce del fútbol argentino. También es parte de una generación Youtube que creció viendo videos de Ronaldinho, Neymar, el Burrito Ortega y Messi, de quien no se pierde un solo partido. Pero haber nacido en 2001 también lo acercó a tendencias culturales y musicales de su generación que por ahora son ajenas en los vestuarios. “Escucho trap, rap, como muchos de los chicos de mi edad. Quizás eso en el ambiente del fútbol es aún extraño, pero también la realidad es que toco la guitarra y me adapto a todo tipo de música. Soy un poco extrovertido”, afirma el Pepo, como le dicen desde que su prima pequeña no podía pronunciar su nombre. De la Vega, por influencia de su hermano Rodrigo, es fanático de Wos y de todo el movimiento del rap: “Fui a verlo a Wos a la batalla internacional de gallos que se hizo acá el año pasado y fue algo que me voló la cabeza. Mi hermano rapea desde muy chico y eso generó que esté pendiente de eso cuando acá casi nadie lo hacía. Ahora está de moda, es increíble cómo creció”.

Tampoco se le escapa el compromiso de su generación. Con una carrera futbolística por delante, considera que el deportista debe ser mucho más que un deportista por la visibilidad que tienen, por eso este este año luego de terminar el secundario comenzó la carrera de Gestión Deportiva. “Crecí con un discurso que generaliza y estigmatiza a los futbolistas. Se dice que somos cabeza de tacho, cuando no es así y el compromiso está en cada uno. Yo recién arranco en este camino, pero siento que es importante que del lado de los futbolistas podamos estar interesados en lo que pasa en el presente y las cosas que suceden en el día a día. En esa parte también yo le agradezco mucho a mi familia y en particular a mi hermana Juana que me inculcó, por ejemplo, sobre la importancia del movimiento de mujeres y el feminismo, que me parece algo buenísimo. Comparto lo que pasa en mis redes porque la escucho a ella y sé lo que viven. Es apoyar, entender y saber lo que pasa para mejorar”, dice el joven que también felicitó a las Abuelas de Plaza de Mayo cuando se anunció la recuperación del nieto 130.

En lo futbolístico tuvieron que pasar diez meses para que le cayera la ficha sobre lo que significa “ser futbolista”. Pasó de ser referente de la sexta división, a debutar en Primera y de titular sin pasar siquiera un minuto por la Reserva. Mientras continuaba en el último año del secundario, los programas deportivos se preguntaban a toda velocidad quién era ese melenudo que con la 39 en la espalda y apenas 17 años sorprendió a todos con su gambeta en el debut ante Racing. Mientras eso sucedía, él buscaba manejar su propia ansiedad y seguir los consejos que siempre le remarcó su papá en Olavarría: “Disfrutá cada paso como cuando estabas acá en tu barrio”.

-¿Y es así? ¿Se puede disfrutar o se siente la presión?

-No hay nada que iguale el momento en que estás jugando al fútbol. Es la pasión que tengo desde chico, así como la tienen millones de chicos en el país y en el mundo. Para mí gambetear es un arte, lo siento como lo más lindo del fútbol, tanto para jugar o para ver y trato de resaltar esas cosas. Me divierto gambeteando y sé que eso lo tengo que mantener. Lo que siempre me dijeron es que no hay que olvidarse de tus raíces y de todo lo que te inculcaron. Y eso sé que no lo voy a perder”.

...
(Foto: Pedro Pérez)

Pese a sus 18 años, tuvo la maduración para no volverse loco cuando el Director Deportivo del Inter habló maravillas de él con sólo 10 partidos en Primera. Ni tampoco enloqueció cuando se comenzó a hablar de un posible traspaso al Genoa luego de una cifra millonaria. “A esta altura no sé si es bueno o malo, y ya lo trataré cuando empiece el psicólogo, pero me tomo todo muy natural lo que pasa. No le doy tanta atención a algo que se el ruido que puede hacer. Nunca había dado nada por hecho en ese caso, siempre busqué estar tranquilo y en eso es vital la familia, que es la contención. Mis viejos (Silvia y Lisardo), mis hermanos (también está Manuel, el mayor), mi hermana, ellos están todo el día pendientes de cómo estoy”, dice el atacante que aún vive en la pensión del club y se mueve por la ciudad en transporte público o con los autos de sus compañeros cuando se lo prestan.

Cuando De la Vega tenía apenas seis años, José Sand y Lautaro Acosta, los referentes de este plantel granate, ya eran los delanteros titulares en el primer título local en la historia de Lanús, lo que fue el inicio de los mejores años de la historia del club. Desde que el juvenil llegó al club en la novena división y se instaló en la pensión, el Pepe y el Laucha son los jugadores que más admiran los pibes de Lanús, que en el último año ganó cuatro de las seis categorías juveniles. “Lanús es, ante todo, un club formador. Acá siempre tuve todas las comodidades y me sentí en familia. En lo futbolístico quedó demostrado en las finales: ganaron las categorías y todos los que pasamos por ahí nos sentimos campeones porque Lanús te genera un sentido de pertenencia. Se logra con los chicos un compromiso que no es fácil de conseguir en inferiores. Uno tiende a pensar que a esa edad cada uno tira para su lado porque el objetivo principal es jugar en Primera, con una competencia muy grande donde muchos tienen en la cabeza ganar yo, jugar yo, y si estoy en el banco que pierdan los de adentro”.

-A los 18 ya debutaste en Primera y jugaste un Mundial Sub 20. ¿Con qué soñás en el fútbol?

-Sueño con hacer una buena carrera, jugar un Mundial y ganar algo con Lanús. Lo que pensaba todos los días cuando era chico era jugar en Primera y por suerte ya lo pude cumplir. Ahora busco formar un nombre también en el fútbol y mantener un nivel. No tengo un sueño recurrente concreto, sino, como dice mi viejo, disfrutar el camino y el día a día antes que el futuro. Poner metas cortas que después los sueños se logran con trabajo. Si no hacés las cosas y no las disfrutás con responsabilidad, no sirven para nada. Hay que seguir soñando todos los días.