La silueta de un hombre de color blanco en el centro y con los brazos extendidos esperando las balas sobre un fondo azul, es la figura que llevan en el pecho desde este años los jugadores de Central Suárez, que milita en División D del fútbol argentino. Al costado de ese hombre, están los fusiles de los verdugos. Con la excusa de la declaración de interés parlamentario de esta camiseta, se realizó un emotivo encuentro entre familiares y sobrevivientes de los dos episodios represivos más emblemáticos de San Martín: Los fusilamientos de José León Suárez de 1956 y la masacre de La Cárcova de 2011.

Los principales protagonistas fueron Joaquín Romero y Berta Carranza. Romero fue uno de los sobrevivientes a los disparos conjuntos de los agentes de La Bonaerense y de la extinta Policía Buenos Aires 2 que el 3 de febrero de ese año intentaron impedir el supuesto saqueo a un tren descarrilado; mientras que Berta es la hija de Nicolás Carranza, quien fue asesinado cuando ella tenía apenas dos años, hace 60 años atrás, debido a su militancia gremial y política.
El encuentro se llevó adelante el jueves en la Municipalidad de San Martín y fue encabezada por el intendente Gabriel Katopodis y los diputados nacionales Remo Carlotto y Leonardo Grosso, quienes presentaron el proyecto en el Congreso.

“Estoy muy emocionada de que los nombres de los fusilados entre en el Congreso”, dijo Berta a Tiempo, quien no recuerda cómo era físicamente su padre: “No sé si era flaco o alto”, aunque no tiene dudas de que era “un dirigente social, gremial y político siempre dentro del peronismo”.

El padre de Berta vivía en una casa de Florida, en San Isidro, donde en la noche del 9 de junio de 1956, una patota de la policía secuestró a un grupo de militantes vinculados con la resistencia peronista. Unas horas horas después, cinco de ellos fueron fusilados en el basural de José León Suárez. Nicolás Carranza fue uno de ellos.

“No encuentro muchas diferencias entre lo que pasó hace 60 años atrás y lo que nos pasó a nosotros”, explicó Joaquín Romero a este diario, sin perder nunca la timidez. “La policía fue la que hizo las dos cosas”, argumentó.

Hace más de cinco años que Romero trabaja en la Dirección de Derechos Humanos de San Martín y de a poco, pudo reconstruir su familia. Hoy tiene dos hijos y quedó atrás la pérdida del embarazo de su mujer, cuando él debió ser intervenido por un balazo en el pulmón y otro en los intestinos.

Sin embargo, hay imágenes de la tarde en la que Franco Almirón y Mauricio Ramos fueron acribillados que nunca podrá borrar: “Siempre me acuerdo de ese día. Estaba muy conciente de todo”, dijo.

Un caso que sigue impune

El Tribunal Oral en lo Criminal Nº 2 de San Martín condenó en marzo de 2014 al ex agente Gustavo Vega por tentativa de homicidio de Joaquín Romero y absolvió al ex policía Gustavo Vega de los homicidios de Franco Almirón y Mauricio Ramos. Los jueces Gustavo Garibaldi, Mónica Carreira y María del Carmen Castro favorecieron al agente de la Policía Buenos Aires 2 por el beneficio de la duda y el caso permanece impune.