«A los 12 años fui a ver el show Alegría, en París, y desde ese momento mi sueño fue entrar al Cirque», dice Kilian Mongey sin pudor y sin temor a que se interprete su frase como una exageración o un falso compromiso. «Fueron casi diez años de trabajo y de soñar con ese momento, así que cuando llegó fue muy especial», completa quien en Ovo, el clásico del Cirque du Soleil, es uno de los 13 grillos que, con libertad para improvisar, le ponen un toque de distinción al meticuloso espectáculo.

«Empecé gimnasia a los tres años y a los ocho empecé a hacer tumbling (gimnasia de trampolín), un deporte no olímpico que no es muy famoso pero es impresionante –empieza a resumir su historia–. Entrené mucho y a los 15 representé a Francia en esa disciplina. Durante seis años estuve entrenando en la selección nacional y en paralelo me formé como bailarín y en teatro, porque fue un sueño desde mucho tiempo poder entrar en el circo, y sabía que además de ser bueno en algún deporte de gimnasia, tenía que ser bueno como artista.» El sueño se concretó a los 21 y hoy tiene 24.

«Fui muchas veces el campeón de Francia y también llegué a campeón europeo. A campeón del mundo lo intenté, pero no se dio», sonríe. El deporte que tanto lo apasiona tiene su lugar en los espectáculos del Cirque du Soleil que desde ayer se presenta en la Argentina en Tecnópolis, pero ya no se trata de competir. Mongey asegura que eso le alcanza por demás, ya que su sueño verdadero era poder estar en la compañía circense. «Lo que me dio tristeza fue dejar a mis amigos de entrenamiento y a mi entrenador –dice sobre su alejamiento de esas competencias–. Pero esa tristeza no le ganó al orgullo de entrar al circo. Cuando el Cirque me propuso contrato estuve una semana como loco gritándolo por todos lados. Finalmente llegué a mi objetivo. Fue un día muy especial.» A Mongey le brillan los ojos al decir que ese día estaba en la escuela y recibió un mensaje que le decía: «Ok, ahora tienes un contrato. En dos semanas vas a Estados Unidos a empezar».

Como la mayoría de los integrantes del Cirque du Soleil actual, Kilian Mongey ingresó a partir de los reclutadores que la compañía tiene en diversas ciudades del mundo a fin de observar las competencias deportivas más destacadas de las disciplinas que se puedan asociar al circo. Sin embargo, Mongey no estuvo a la espera de ser visto, sino que se quiso mostrar: «Desde los 19 subo videos a un sitio que tiene habilitado para recibir videos de teatro, danza y deportes. Siempre uno distinto, claro, porque es difícil entrar», explica.

Ovo fue su primera obra. Se trata de un show más de circo que de mezcla de disciplinas artísticas, como fue Séptimo día (el espectáculo del Cirque inspirado en la obra de Soda Stereo). «Es ciento por ciento circo. Y la historia es muy sencilla, así que su target va de los cinco a los 70 años. Es una historia de amor en la que soy un grillo. Hacemos mortales muy altos, en cama elástica y en plataformas de tumbling también. Y nos divertimos mucho porque tenemos libertad para improvisar, entonces podemos jugar entre nosotros, que somos trece en total. Me encanta.»

Mongey también participó en Séptimo día, visitó la Argentina y generó un vinculo fuerte con nuestro país: «Me enamoré de la Argentina y de su cultura. Me gusta eso de tomar mate con tus amigos, y la gente, que es amable». Kilian Mongey fue Furia en el número cierre con «De música ligera» en el show Séptimo día.

«Ahora escucho casi a diario algo de Cerati o Soda Stereo –comenta sobre su descubrimiento del grupo–. Para mí es una experiencia increíble la que viví con Soda. Fue muy emocionante. Casi todas las noches vi gente llorando, y yo en la última función lloré todo el show. Es un souvenir increíble para mí», dice de nuevo con la misma gracia este francés que atesora todos los presentes que se lleva cada vez que viene a la Argentina.  «

Cirque Du Soleil presenta Ovo, Argentina 2019. De lunes a lunes en Tecnópolis, Av. De los Constituyentes y General Paz.