A pesar de que las mujeres ganan en promedio un 30% menos que los hombres por el mismo trabajo, en cuatro de cada diez hogares argentinos son ellas quienes asumen el rol de ser jefa de hogar. También son ellas las que asumen el cuidado de la familia en soledad hasta siete veces más que los hombres, aunque eso les dificulte las posibilidades de acceder a un mejor empleo. Los datos, extraídos del último Boletín de Estadísticas de Género del Instituto Nacional de las Mujeres, reflejan que en el Día de la Madre hay mucho para festejar pero todavía mucho más para mejorar.

«Es más difícil ser madre que padre», asegura Natalia Gherardi, directora ejecutiva del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA). «En una situación de desigualdades estructurales y con roles sociales de género todavía muy arraigados y conservadores; con pocas políticas públicas que acompañen la maternidad; con dificultades en la conciliación de trabajo y familia; y con pocas parejas que asuman la co-responsabilidad en el cuidado; no hay dudas: es más difícil ser madre», amplía en diálogo con Tiempo.

La proporción mayoritaria de mujeres como jefas de hogar también se evidencia en las «familias extendidas», una categoría que corresponde a aquellos casos en los que al núcleo estereotipado de padre, madre e hijos se les suman tíos, abuelos u otras personas al cuidado. Esto demuestra la responsabilidad mayor que asume la mujer, pero también amplía la brecha de la desigualdad. Porque como describe el boletín, «la presencia de las mujeres en el mercado laboral se ve afectada por la carga del trabajo doméstico y de cuidados que recae sobre ellas». Mientras que los jefes de hogar hombre tienen un desempleo que oscila entre el 1% y el 3%, las jefas de hogar mujeres tienen un desempleo promedio del 39% cuando los hijos son menores a 4 años y alcanza el 25% cuando los hijos son la adolescentes.

«Una jefa de hogar desempleada puede tener ingresos no laborales: hablamos de jubilaciones, pensiones, asignaciones o subsidios. Hay que pensar que entre quienes cobran la AUH más del 98% son mujeres. Eso fue una discusión al momento de la implementación, pero se consideró que había un efecto derrame mayor hacia los chicos cuando la que recibía la asignación era la madre. La contracara es la carga del cuidado (porque son las madres las responsables de cumplir con los requisitos del subsidio) y la reproducción de un sistema patriarcal», explica Natsumi Shokida, analista de datos y estudios metodológicos de Pobreza e Ingresos del Indec e integrante de Economía Femini(s)ta.

A estos datos preocupantes pueden sumarse otros. Según explica Shokida, las mujeres más jóvenes tienen una tasa de desocupación del 20%, más del doble que la de los hombres. Además, una de cada seis mujeres empleadas hace servicio doméstico, que es una tarea donde abunda la falta de registro y por tanto tiene menor pago y mayor vulnerabilidad.

Y todavía podría sumarse más información estadística, pero como destaca la analista del Indec, al organismo que integra le falta una encuesta regular sobre el uso del tiempo de las personas. «Es una de las exigencias que tenemos las economistas que trabajamos el tema y que queremos hacerlo mejor, con más y mejores herramientas», explica.

Gherardi retoma el hilo y plantea la necesidad de generar políticas públicas de cuidado sobre tres pilares: tiempo, dinero y estructura. «Los tiempos son básicamente las licencias que hoy son muy desparejas entre hombres y mujeres, y que además concentran el cuidado de los primeros meses de la primera infancia. Cuando hablamos de dinero para el cuidado, hablamos de la transferencia de ingresos en las asignaciones familiares. Y por último, la infraestructura refiere a las salas maternales, los jardines de inicial, los espacios para adultos mayores, el transporte y hasta el diseño de las ciudades que sea receptivo a las necesidades de cuidado de las familias», explica. «Y esto debe ser realizado desde un enfoque no maternalista. Es decir, que no ayude a las mujeres a cuidar mejor. Sino que sea igualitario para que las personas en toda su diversidad asuman su parte de responsabilidad en el cuidado», concluye. «

Crear políticas para que la maternidad sea deseada

Unas 272 adolescentes se convierten en madres por día, según datos del Ministerio de Salud de la Nación en Argentina. El 70% de esos embarazos no fue planificado, tal como se informó en septiembre en el marco de la campaña #MostráTuPoder por la semana de la prevención del embarazo no planificado en la adolescencia. En seis de cada diez casos en los que las chicas están en edad escolar, terminan abandonando los estudios.

Todo esto incide en la inserción laboral de las mujeres. El propio Banco Mundial reconoce que hay «una correlación significativa entre la maternidad temprana, menor rendimiento educativo y peores resultados en el mercado laboral para las mujeres». La tasa de desempleo juvenil de las mujeres de hecho duplica la de los hombres, aun sin considerar la maternidad. Y entre las mujeres jefas de hogar, casi cuatro de cada diez con hijos menores a cuatro años no tienen empleo.

Amnistía Internacional agrega otras estadísticas a considerar: «Comparadas con mujeres de 20 a 24 años, las niñas madres menores de 15 años corren cuatro veces más riesgo de muerte en el embarazo». Por eso, en el Día de la Madre, también es importante concientizar sobre la importancia de que la maternidad sea deseada.