Al gobierno argentino lo pueden acusar de muchas cosas menos de que no es original. Ofrece diálogo con gas lacrimógeno; consenso con balas de goma; tolerancia con chorros de agua y pintura amarilla; respeto con detenciones al voleo de manifestantes; y paz con un Congreso sitiado por las Fuerzas de seguridad. 

Quizá le sirva y, después de la represión televisada en vivo y en directo el jueves y oculta en las principales portadas del viernes, la popularidad del presidente representante de la Derecha Moderna y Democrática se vaya por las nubes.Aquí nunca se sabe.

Eso sí, la Derecha Moderna y Democrática también hace berrinches. El jueves por la noche, desde el gobierno nos sorprendieron con la noticia de que el presidente sacaría la reforma previsional por decreto. Yo pensé que era un chiste, que seguro lo había propuesto un enemigo interno, un kirchnerista infiltrado en Casa Rosada. Las calles ardían y querían echarle gasolina al fuego. Y más leña, por si hacía falta.

Lo bueno es que dieron marcha atrás por ahora. Lo raro es que la que llamó a la cordura fue Elisa Carrió. Sí, ya sé, parece un oxímoron.

Y lo concreto es que la reforma jubilatoria se convirtió en el pretexto para que Argentina viviera su ya tradicional caos social decembrino. Es casi un ritual, como poner el arbolito o preparar vitel toné, pero no termino de acostumbrarme.

La semana, de por sí, ya venía bien complicada. Pobre gobierno. Todo le salió mal.

La Conferencia de la Organización Mundial del Comercio (parece que fue hace un siglo) comenzó con el escándalo de las deportaciones de la periodista británico-ecuatoriana Sally Burch y del activista noruego Peter Titland, quien pudo entrar gracias al aval de su país. Los gobiernos de Bélgica y Francia también tuvieron que hacer gestiones para que dejaran entrar a otros miembros de organizaciones no gubernamentales a los que se les había retirado la acreditación porque habían «revisado sus redes sociales». Los consideraban violentos. En serio, esa fue la única explicación oficial que dio la Cancillería.

No parece que la mejor manera de organizar eventos internacionales e «insertarse en el mundo», como dice el gobierno, sea armar listas negras y obligar a otros países a que intercedan por sus ciudadanos. Pero bueno, qué sé yo de diplomacia. Y ojo que el próximo año se viene el G20.

Lo peor es que las deportaciones, los vetos, el operativo de Seguridad que provocó un caos vial en Puerto Madero y sus alrededores, las pérdidas de los negocios y el millonario presupuesto gastado en la organización no sirvieron de nada porque la Conferencia de la OMC fue un fracaso.

Nadie intentó esconderlo. Ora sí que no hubo eufemismos. La comisaria de Comercio en la Comisión Europea, Cecilia Malmström, dijo que había sido «horrible, una ocasión perdida. Estoy muy triste de decir que no hay ningún resultado». Y el director del organismo, Roberto Azevedo, calificó la cumbre, de plano, como «decepcionante».

Siguiendo con las malas noticias, Macri esperaba anunciar durante este encuentro de la OMC su ansiado acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, pero no se pudo. Los europeos dijeron que ya casi, que falta poquito, que quizá el año que entra.

Y no olvidemos, además, que el viernes se cumplió un mes de la desaparición de los 44 tripulantes del submarino ARA San Juan. Los familiares siguen esperando noticias. Denuncian el maltrato de los funcionarios, exigiendo que la búsqueda no termine. Silvina Krawczyk, hermana de Eliana Krawczyk, la submarinista y única mujer a bordo, escribió en twitter: «Señor Mauricio Macri, ¿usted está de vacaciones? ¿Usted es el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas? desde mi punto de vista tendría que estar en Puerto Belgrano verificando las operaciones de búsqueda del ARA San Juan». Tiene razón. Ellos sí que son víctimas. Es una historia muy triste y muy larga que tendrá que ser contada.

Una de las escasas buenas noticias de estos días fue la decisión de la Corte Suprema de rechazar la educación religiosa en las escuelas públicas de Salta. Igual, no da para brindar con algarabía por tener este tipo de discusiones en pleno siglo 21.

Bueno, nos vamos preparando para la próxima semana, que no será menos intensa. Eso sí, para cubrir las marchas no olvidar: libreta, lapicera, grabador y limón para exprimirlo en la ropa y contrarrestar el efecto de los gases lacrimógenos.

Así estamos.

Así, seguimos. «   

*Corresponsal mexicana