La ex presidente brasileña, como solía hacer cuando estuvo en el gobierno ante cada Asamblea General de las Naciones Unidas, fue ahora la encargada de abrir los debates en el Foro del Pensamiento Crítico de Clacso que se desarrolla en el estadio de Ferro. Y en un extenso discurso, presentado y orientado por preguntas del rector de la UMET, Nicolás Trotta, explicó la necesidad de para mantener la resistencia al avance neoliberal generando un frente popular «aunque sea con el diablo», y al mismo tiempo hizo un análisis de las razones para esta derrota circunstancial de los movimientos progresistas en la región.

Entre estas razones puso a los ataques que ponen en crisis a la democracia occidental desde los sectores neoliberales que pululan «por la financierización de la economía, la concentración de la riqueza y el crecimiento de la desigualdad», la utilización del poder judicial para perseguir a la izquierda y el aprovechamiento de las redes sociales, y fundamentalmente whatssap, para difundir mensajes de odio y manipular a las sociedades.

Rousseff se complació en ese encuentro, que se lleva a cabo justo el Día de la Soberanía Nacional, un detalle que quiso destacar especialmente. Y luego señaló ante una nutrida multitud que desbordó las instalaciones, que mientras los gobiernos progresistas miraban a América Latina como su territorio natural «para construir un mundo mejor», los nuevos mandatarios (a los que no mencionó por su nombre, aunque se entiende que hablaba del golpista Michel Temer y también del presidente electo Jair Bolsonaro) «le están dando la espalda».

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(Foto: CLACSO)

En ese marco puntualizó el destrato contra los médicos cubanos que cumplían funciones en Brasil a instancias del gobierno del PT mediante el plan Mais Medicos. «Son 9500 profesionales que cubrían las necesidades de más de 30 millones de brasileños de las periferias», dijo. Como se sabe, esos médicos fueron retirados por el gobierno cubano luego de que desde la trinchera de Bolsonaro se dijo que deberían rendir exámenes para verificar su conocimiento. Para Dilma, «la población que ahora se queda sin esa cobertura en un país donde faltan médicos nacionales para hacerlo, en algún momento va a salir a reclamar por su derecho a la salud». Como dato de archivo, el plan fue resistido por las corporaciones médidas desde el principio, pero tuvieron que tolerar la llegada de cubanos porque con las mismas condiciones no hubo doctores brasileños diuspuestos a cubrir las mismas vacantes en esos lugares.

Sin embargo, cuando ensayó una explicación al impeachment que llevó a su destitución, a la que no dudó en calificar de golpe porque ninguna de las razones esgrimidas para hacerlo fueron legales o constitucionales -de hecho no tiene ninguna causa judicial en su contra- y al posterior triunfo de un personaje militarista, machista y misógino como Bolsonaro, adujo que los sectores fascistas permanecieron latentes en la sociedad porque «no se juzgaron los crímenes del terrorismo de Estado» y además en Brasil hubo 300 años de esclavitud. «La derecha tiene a la violencia como el método central de control social», añadió.

Para dar cuenta de las diferencias entre los golpes militares como los que la región conoció en los 70, Dilma aplicó el ejemplo de un árbol. «Las dictaduras cortaban directamente el árbol. Ahora lo van corroyendo desde adentro, con hongos y parásitos». El resultado es que termina en un descrédito sobre la política en general. «Brasil entró en una ruta trágica», alertó.

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(Foto: CLACSO)

La ex presidenta, votada en 2014 por 54 millones de ciudadanos, apuntó luego a que el neofascismo, que ahora toma el poder ungido con las ideas neoliberales, necesitó del lawfare para criminalizar al Partido de los Trabajadores, como antiguamente se había en la Guerra fría con todo lo que sonara a comunista.

Por eso, indicó, Lula terminó preso sin pruebas, «solo una delación sin fundamento», y luego proscripto. Acto seguido ilustró el comportamiento del juez que lo llevó tras las rejas, Sergio Moro, que aceptó ser Ministro de Justicia de Bolsonaro, con una metáfora: «acá se dice que el rey esta desnudo, nosotros en Brasil decimos, tiene rouge en los calzoncillos».

Es que esa actitud de persecución contra el hombre que tenía un 41% de apoyo para una reelección quedaría demostrada por el solo gesto de aceptar un cargo del que pudo llegar al poder gracias a esa medida restrictiva, ya que el ex dirigente metalúrgico no pudo presentarse como candidato, ni siquiera hablar o dar entrevistas tras su reclusión.

La otra pata del mecanismo que elevó a la primera magistratura a Bolsonaro fue el uso indiscriminado de mensajes falsos por whatssap. Ella, que según reveló Edward Snowden, era espiada por los servicios de inteligencia estadounidenses, dijo que precisamente la guerra de guerrillas a las cuentas de esa red social no pudo haberse hecho solamente desde Brasil. «Si la corte de justicia abriera los ojos podría investigar eso», que de manera abrumadora podría señalar la injerencia estadounidense en la política brasileña, insinuó.

Así, también advirtió sobre la necesidad de resistir a la creación de «esta internacional de extrema derecha» que está armando el cultor de esos grupos neofascistas mundiales, el ex asesor de Donald Trump Steve Bannon, al que tampoco mencionó por nombre y apellido.

La ex mandataria también detalló los puntos que tal vez muestran por qué lado venía el golpe. Entre ellos la privatización de Embraer, la tercera fabricante de aviones del mundo, Petrobras, con enormes riquezas petroleras en el fondo del mar, y Electrobras.

Pero a diferencia de la dictadura, cuando a ella le tocó ser presa política y torturada por un coronel al que admira Bolsonaro, dijo que «ahora no fuimos derrotados, tenemos la mayor bancada en el Congreso, y la mayor cantidad de gobernadores».