La discusión pública sobre el dictamen del proyecto para legalizar el aborto seguro y gratuito comenzó este martes con las opiniones de los diputados del plenario de comisiones. El objetivo es que el próximo martes ya vea la luz y que el miércoles se trate en el recinto, donde ya hay pedido de sesión. Están en discusión la objeción de conciencia y los días de acompañamiento en consejerías dos tópicos que no figuraban en el proyecto inicial.

“Lo que llegue el 13 de junio al reciento no es el proyecto que hubiéramos querido, es lo que conseguimos”, se atajó Victoria Donda, una de las firmantes iniciales del proyecto y una de las primeras en hablar en el plenario. “Pido sinceridad en el debate. Todas nos sentimos ofendidas por expositores y quiero pedir coherencia y respeto. Pedimos educación sexual, anticonceptivos y aborto. Si dicen que defienden las dos vidas, que pidan derogar el artículo 86, que contempla el aborto no punible por distintas causas. Ninguno de los que defienden el modelo de clandestinidad presentó un proyecto de persecución de las clínicas que hacen abortos. Nuestra discusión es clara, ¿queremos aborto legal o clandestino?”, preguntó y se alegró de que los antiderechos discutan el número de abortos clandestinos.

Por su parte, Ivana Bianchi, envuelta en un pañuelo celeste, novedad de los referentes anti derecho para identificarse, se quejó de que no tenía el dictamen, a lo que el presidente de la comisión de Legislación General, de cabecera, y firmante del proyecto, Daniel Lipovetzky, le dijo que no hay ningún dictamen firmado sino que están los mismos proyectos que había en un principio y le recordó que el proyecto de base es el de la campaña por el aborto legal, seguro y gratuito. 

En respuesta, Bianchi comenzó a cuestionar puntos del proyecto, como quiénes serán los efectores de salud para llevar a cabo las prácticas abortivas, si “el médico se va a su casa después de prescribir el misoprostol”, y se quejó de que le proyecto no tiene ninguna mención a las denuncias penales en caso de violación. También criticó que el proyecto no contemple “límites para el aborto” y dijo que ella es “alérgica a los aires acondicionados”, en supuesta crítica a la producción de misoprostol (la medicación que se utiliza en los abortos no quirúrgicos) y preguntó si “se va a producir misoprostol puro”.

A su turno, Brenda Austin, otra de las firmantes originales del proyecto y una de las diputadas radicales que junto con Lipovetzky encaran la ardua tarea de dialogar con sus compañeros de bloque de Cambiemos, donde radica el ala más dura de los diputados antiderechos, declaró que “Argentina ya no es igual que hace dos meses. Los expositores hicieron aportes pero muchos también incurrieron en una falta de respeto al país y a su historia, al comparar el derecho al aborto con un genocidio”, y luego aprovechó para distinguir dos posiciones entre los que están en contra del derecho. “No son lo mismo las posturas dogmáticas de las otras que sí tienen dudas legítimas. A los que tienen dudas les digo que partimos del reconocimiento de la realidad de que en el país abortan mujeres de todas edades y de todas las clases sociales. Lo que se discute son las condiciones. No se puede esconder la realidad. A mis compañeros de Cambiemos les digo que los ministros de Ciencia y Tecnología, Salud y Seguridad señalaron que el aborto no es una cuestión criminal sino de salud pública”.

El momento más intenso de los diputados anti derechos lo protagonizó Carla Pitiot, quien reiteró el argumento de “las dos vidas” e intentó ridiculizar el proyecto y a sus defensores al endilgarles que para ellos el aborto “es la solución a todos los problemas”.

Luego pidieron la palabra Lucila De Ponti, del FpV, Nicolás del Caño y Romina del Plá del FIT, Sergio Whisky de Unión PRO por Río Negro y Juan Brügge, por Córdoba Federal. Éste último fue quizás el más polémico a la hora de las argumentaciones contra el proyecto: primero dijo que la ley que se pretende aprobar es “inconstitucional” y para rematar su discurso hizo una extraña comparación con lo que, según él, sucede en Rusia: “Hace 100 años legalizaron el aborto y hoy la tasa de embarazos interrumpidos es superior a la de natalidad. Y subieron también los casos de enfermos de sida porque las mujeres usan el aborto como métido anticonceptivo”.