Y al final, el proyecto de Ganancias que redactó el Poder Ejecutivo llegó a la Cámara de Diputados. No se trata del desenlace de un relato. En todo caso, ahora comienza la historia de verdad de lo que pretende el gobierno nacional con este gravamen. Por lo pronto, se prevé su aplicación durante los próximos tres años, se incrementa la cantidad de trabajadores que lo pagarán y, además, terminan una serie de deducciones que hasta ahora se podía realizar. En las próximas horas la disputa en Diputados se centrará en el intento de la alianza Cambiemos por impedir que la oposición lo debata y, sobre todo, lo modifique en la sesión especial prevista para este jueves.

Durante la jornada del martes, nadie del oficialismo estaba en condiciones de afirmar a qué hora ingresaría el proyecto. Tampoco se animaban a comentar su contenido a pesar de que algunos privilegiados habían accedido a un borrador. Cuando las seis páginas que tiene el proyecto llegó a manos de algunos diputados radicales, algunos no dudaron en considerarlo una “porquería”. Sobre todo porque, con el piso para solteros de 21.712 pesos y de 25.231, implicará que sean cada vez más lo que paguen el gravamen. En el Frente Renovador consideran que el crecimiento de este universo será casi de un millón de trabajadores. El único beneficio, si se lo puede mirar así, está en aquel que por primera vez en su vida pagará el impuesto. No será del 5 por ciento sino del dos y sólo por el primer año. Lo peor es que se redujeron los casos en que se puede deducir los hijos, que hoy es hasta los 24 años. El gobierno quiere que sea sólo hasta los 18 años. A los cónyuges tampoco se podrán deducir y mucho menos los adultos mayores porque, según el gobierno, se amplió la base la cobertura previsional.

Ahora bien, tanto la oposición como el oficialismo evalúan cómo y cuándo debatir el proyecto. La alianza Cambiemos pretende que el proyecto tenga el desarrollo natural de cualquier otro, esto es: análisis y posibles correcciones en comisiones para recién llegar al recinto. Si así se realiza, el proyecto no ingresa en el período de sesiones ordinarias que vence el próximo 30 de noviembre. Los oficialistas juran y perjuran que de respetar el devenir reglamentario el gobierno nacional incorporará el proyecto en el menú de sesiones del período extraordinario que digita, según prescribe la Constitución, el Poder Ejecutivo. La promesa no convence a muchos de los bloques de la oposición. La confianza no prevalece en estos días donde en la práctica ya está iniciada la carrera electoral del año próximo.

La confianza tampoco es firme entre las bancadas no oficialistas. El Frente Renovador (FR), viendo la falta de precisión del gobierno, anunció el lunes propuestas de modificación al proyecto oficialista que hasta ese momento no había ingresado al Congreso y lo ofreció al resto de los bloques. Por caso, el Frente para la Victoria (FPV) no emitió opinión sobre el texto massista y por ahora se limitó a confirmar su presencia en la sesión del próximo jueves. Algo similar ocurre con el Bloque Justicialista (BJ). El bloque Progresistas, que incluye a Libres del Sur, aportará el propio que fue redactado por el ex diputado Claudio Lozano.

Las sospechas giran alrededor de la honestidad de la propuesta del massismo. Algunos consideran que es una puesta en escena que tiene como objetivo diferenciarse en el discurso con Cambiemos pero que no avanzará más allá ante la ausencia de tiempo para que se trate el proyecto de Ganancias y, de paso, anular el tratamiento de otro proyecto que incomoda mucho al gobierno: Emergencia Social.

Más allá de las sospechas, lo cierto es que la estrategia que sobrevuela entre los opositores es forzar el tratamiento de Ganancias el mismo jueves. Como no cuenta con el debate en comisiones y, por ende, carece de dictamen la oposición, debería imponer la puesta en comisión del pleno del recinto con los dos tercios de los votos de los presentes. Es un número complicado pero no imposible. Si la alianza Cambiemos sienta a sus 87 diputados, lo impedirá porque supera el tercio del recinto. Claro, tiene que tener asistencia perfecta y por lo general eso no ocurre. El mismo problema tiene la oposición porque debe contar con todos sus miembros.

Si la oposición supera ese escollo, deberá emitir un dictamen en el mismo recinto con las modificaciones que seguramente le aplicarán y recién después podrán votarla. Si eso ocurre, habrán recorrido sólo la mitad del camino porque luego el proyecto deberá pasar al Senado. Suponiendo que eso ocurriese, los miembros de la Cámara deberán romper la pétrea tradición de llevar al recinto proyectos con dictamen y luego de siete días que se firmara dicho dictamen. Si se cumplen esos plazos, ya habrá finalizado el período ordinario de sesiones.

Pero también está en la cabeza de algunos diputados del massismo recurrir a una maniobra que raspa los límites del reglamento. Si bien el raspón es desde el lado de afuera de los límites, la oposición recurre a ello porque fue Cambiemos el que generó el antecedente. La mecánica es aprovechar el debate de un proyecto de ley y agregarle al articulado algunos otros que tienen relación pero que en regla general deberían ser una ley aparte. El ejemplo es más claro. El 16 de junio pasado se debatió en Diputados el proyecto de blanqueo de capitales y el pago a jubilados. En medio del debate, el oficialismo le incorporó la transferencia de la Unidad de Información Financiera (UIF) de la órbita del Ministerio de Justicia al Ministerio de Hacienda y Finanzas. Esto ni siquiera se había discutido en comisión pero se pudo realizar con el acuerdo con sectores de la oposición, massismo y el BJ. Ahora, es este bloque el que piensa hacer lo mismo. Aprovechar algunos de los proyectos, relativos a la ley de contrato de trabajo, que tienen dictamen de comisión, y que son parte de la orden del día de la sesión del jueves para incorporarles el esquema de pago del impuesto a las ganancias que impulsa el FR. Una jugada que puede incendiar, en sentido figurado, las bancas y los ánimos.

Ahora bien, el oficialismo tiene dos cartas para jugar. La que usará el jueves es la de impedir que los opositores consigan los dos tercios para habilitar su debate. Pero tiene otra para jugar 24 horas antes y es la sesión del miércoles. De acuerdo a la cantidad de proyectos previstos para este debate ya se anticipa una duración de 19 horas. La táctica, entonces, sería cansar a los diputados porque la sesión del miércoles terminaría sobre las seis de la mañana del jueves, dejando apenas una media docena de horas de descanso antes de que comience la solicitada para ese día. Si bien es una jugada inteligente, lo cierto es que el factor cansancio también se aplica para los legisladores de Cambiemos y eso es un riesgo para los intereses del oficialismo.

Por ahora, la sesión del jueves también incluye el proyecto de Emergencia Social que, se estima, tendrá un extenso tratamiento. Incluso también debe pasar por el tamiz de los dos tercios porque, como ocurre con ganancias, carece de dictamen de comisión. Habrá que ver entonces qué prevalece: las convicciones de los legisladores para dar una respuesta a los trabajadores que pagan ganancias y a aquellos que se está cayendo del sistema o el mal estado físico y el cansancio de los diputados.