Las historias distópicas están de moda en las series televisivas. Se trata de relatos que representan escenarios indeseables y que desde el marco de la ciencia ficción desafían a las audiencias como espejos donde identificarse. La dureza de los regímenes totalitarios en 1984, de George Orwell; la cara oculta de la celebrada modernidad en Un mundo feliz, de Aldous Huxley; o el tortuoso avance de las tecnologías en Black Mirror, son clásicos del género que se valieron de este recurso retórico para realizar críticas sagaces a las sociedades en las que fueron creadas. 

Desde que Netflix comenzó a producir series realiza contenidos locales con improntas identitarias de diferentes países. De allí resultaron, por ejemplo, Las chicas del cable en España o Edha en la Argentina. 3% es la primera serie brasileña original de Netflix y cuenta un relato distópico que presenta reminiscencias con la contemporaneidad. La historia se centra en una población subsumida en la pobreza que ve una luz de esperanza en la posibilidad del «proceso de selección» que deben atravesar los jóvenes al cumplir 20 años. Este proceso es implementado por el sector más poderoso que los evalúa tanto de modo intelectual, como físico y emocional. Para quienes superen el proceso de selección les espera pasar a Alta Mar o «el extranjero», territorio imaginario que se presenta como eterna promesa de bienestar. Lo exclusivo y mítico de este lugar se sustenta en el dato reiterado: de aquel lado solamente habita el 3% de la humanidad. 

Algunos jóvenes tienen padres, hermanos o amores del otro lado que pasaron el proceso de selección en su momento, otros lo toman como un desafío hasta personal. A su vez, además de la miseria y el clima ruinoso que se construye en la diégesis hasta en los colores y la iluminación, de este lado se comenzó a forjar una agrupación contraria denominada «La Causa». Acusados de terroristas y de resentidos por no haber aprobado el proceso, se posicionan como antagonistas de los poderosos. Lo que presenta, en definitiva, una lucha de clases. 

La metáfora del sistema capitalista no es oculta. De hecho se refiere de manera recurrente a la idea de alcanzar las metas por mérito y forjarse el propio destino. Al tiempo que se subraya una exaltación a la individualidad y al poder de la perseverancia por sobre las condiciones materiales y simbólicas de existencia. Las denominaciones de los sectores en disputa tampoco son ingenuas: «el proceso de selección», «el extranjero», «La causa». Asimismo, los jóvenes elegidos son persuadidos en rigor de su superioridad por haber atravesado un «sacrificio previo». ¿Cuál será finalmente el precio a pagar? 

La serie comenzó en 2017 y estrenó su segunda temporada de diez capítulos el pasado 27 de abril. En su primera temporada presentó el universo, sentó las bases del relato y pudo haberse visto como una historia concluida. La sagacidad de la segunda temporada se encuentra en desarrollar más profundamente las tres incógnitas que propone: conocer más sobre el proceso de selección, asistir a la conformación de la resistencia de La Causa y desmitificar el origen de Alta Mar como terreno idílico. 

Las distopías juegan con el horror y la fantasía, se posicionan como escenarios ficcionales donde se pone en jaque el principio de realidad y todo parece estar permitido. Se señala a la tecnología, la política y la economía como opresoras en medio del sojuzgamiento del ser humano hacia sus propios pares. Altered Carbon, Handmaid’s Tale y The Rain, por mencionar solo algunas, además de entretenimiento de primer orden proponen reflexionar sobre la condición humana. 

La distopía a la brasileña genera fanáticos más allá de su país ya que se trata de una de las series más vistas en lengua no inglesa en Netflix. Una historia que despierta reminiscencias a las recurrentes narraciones de Hollywood –como Los juegos del hambre o Divergente– de las cuales retoma ideas pero las narra en portugués y en un contexto histórico de restitución conservadora donde la ficción indefectiblemente propicia diferentes sentidos. «