La ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el juez federal Claudio Bonadio pautaron tácitamente y sin decirlo públicamente una tregua por el fin de semana largo. Dos trenes circulando en sentido opuesto por una misma vía decidieron frenar, al menos de momento, ese choque que parecía inevitable y que presagiaba consecuencias de imposible pronóstico.

La ex mandataria midió fuerzas con Bonadio, y por ahora -en buena medida a favor de lo que contempla el Código Procesal Penal- salió airosa. No quería venir hoy a «tocar el pianito» (entregar sus huellas digitales) y no lo hizo. Pero hasta último momento existió la posibilidad de que un patrullero se acercara, por orden del juez, y le tocara la puerta en El Calafate, Río Gallegos o La Recoleta. «Señora, tiene que acompañarnos».

Temprano por la mañana, el abogado Carlos Beraldi presentó ante la Cámara Federal porteña un recurso de «queja» contra la decisión de Bonadio de rechazar el pedido de postergación del trámite procesal ordenado para hoy. No hay criterio unánime sobre los efectos de ese planteo. Sobran ejemplos que indican que la «queja» no suspende la ejecución de una medida dispuesta por un juez. Cuando un tribunal le rechazó la «queja» a Rafael Di Zeo o a los Callejeros, fueron inmediatamente detenidos. Cuando otro tribunal hizo lo mismo con la falsa médica Giselle Rímolo, le permitió seguir en libertad.

Si hubiera querido, Bonadio podía haber mandado a comparecer por la fuerza pública a la ex presidenta. Pero complementando su estrategia, la ex mandataria se presentó ante la Justicia Federal de Río Gallegos y argumentó que estaba «a derecho», es decir que no estaba «rebelde».

Tampoco ello le hubiera impedido a Bonadio, procesalmente, mandarla a buscar con la fuerza pública. No lo hizo. Optó por citarla nuevamente para el martes próximo, y ahora sí le advirtió que en caso de nueva incomparencia injustificada la mandará a buscar por fuerzas de seguridad.

Tácitamente, de un lado y del otro y casi en simultáneo ambos dedicieron poner un pie en el freno de esos trenes que iban camino a colisionar, salpicando esquirlas hacia todas partes. Pero sólo aletargaron la marcha; el encuentro frontal que iba a producirse hoy quedó postergado en principio hasta el próximo martes. Ese día, ambas formaciones podrán arribar pacíficamente cada una a su estación, o acelerar la marcha y precipitar una catástrofe.