Sebastián Domínguez no es un pibe que recién empieza su carrera; tiene 35 años y, aunque es un referente, acepta ser suplente en un Newell’s que está entre los últimos de la tabla de posiciones. Pero hoy su vida no pasa sólo por la pelota. Ahora tiene forma de libro porque fue uno de los principales impulsores de Pelota de papel, donde escribe un cuento, al igual que otros 22 futbolistas, pero además se puso a su cargo el proyecto junto a los periodistas Ariel Scher y Juanky Jurado. Por eso hoy la historia no tiene forma de pelota sino de libro.

-Hacer un libro es mucho más que escribir un cuento…

-Sí, a mí me sirve porque es la primera experiencia que tengo con este tipo de cosas y me gusta. Encontré algo distinto que me llena de la misma manera que el fútbol. Hasta hoy, sacando a mi familia, a mis hijos, nada me conmovía demasiado y este libro me cambió la vida. Me hizo ver que hay otras cosas que también me hacen crecer y ojalá sea un punto de partida.

-¿Es como darse cuenta de que hay distintas pasiones?

-Hicimos un trabajo grupal. Las reuniones, juntarnos a corregir y el intercambio de mails fueron una constante para que el libro estuviera realmente terminado de una manera excepcional. Nos dimos cuenta cuando fuimos a entregarle el trabajo a Editorial Planeta, ellos estaban sorprendidos porque le dimos el material terminado. No tuvieron que hacer ni siquiera demasiados retoques. El fin solidario, poder ayudar a Fundación SI, fue una motivación extra que siempre estuvo presente. Arrancamos con once jugadores, pasaron a 15, después a 18 y terminamos en 23. Fue una locura porque a cada jugador había que sumarle un escritor y un artista por lo que el trabajo era mucho.

-Había que derribar prejuicios propios y ajenos, ¿no?

-Nosotros mismos no sabíamos qué parámetro usar para convocar gente. Si íbamos a ir por el que sabíamos que leía habitualmente o no, si tenía contacto con la literatura o si tenía otras inquietudes. Creíamos que había que buscar jugadores sensibles y ligados a la lectura, pero después nos dimos cuenta de que era levantar el teléfono y preguntar si quería participar porque en definitiva todos tenían algo para contar y con un poco de ayuda, una guía, la historia relatada en forma de cuento, aparecía. Fue muy lindo ver el proceso de escritura pero a mí, personalmente, me conmovió la defensa de los textos que hizo cada autor. Hay chicos que llamaban cada cinco minutos cambiando cosas porque querían hacerlo siempre un poquito mejor. Hay muchos que piensan que los jugadores no escribieron pero si vieran el intercambio de mails verían lo comprometidos que estaban con su relato y con el proyecto.

-¿Encontraste un oficio en el momento en que quizás en el fútbol se te complica?

-Estoy pasando un momento distinto en mi carrera. Soy un tipo grande para el fútbol pero joven para la vida. Y en escribir, en llevar un proyecto adelante, encuentro un después. Es muy saludable y fundamental para la cabeza.