Es común que dos o más artistas se reúnan en muestra colectiva. Menos común, en cambio, es que dos artistas expongan juntos porque la obra de cada uno dialoga con la del otro y porque compartan criterios pictóricos y existenciales aunque cada uno tenga su propia y marcada identidad artística. El hierro será el hierro pero el lirio es el lirio es la muestra que Jorgela Argañarás y Damián Masotta con curaduría de Miguel Ronsino inauguran el 10 de noviembre en Art Hotel, Azcuénaga 1268, CABA. En esta nota, los artistas explican cuál es la relación entre la pintura de ambos y de qué modo trabajan.

La muestra es de Argañarás-Masotta. ¿Hay algo que los une en la pintura, alguna característica común?

Jorgela Argañarás: Sí hace tres años comenzamos a pintar cada uno en su taller pero en mucha sintonía. El año pasado hicimos una experiencia juntos que se llamó Placa Madre, una muestra también curada por Miguel Ronsino, que es un gran pintor y un gran curador. Estuvo en la Biblioteca del Congreso de la Nación durante dos meses. Damián fue en un momento mi galerista porque tenía una galería alucinante en San Telmo que era Masotta-Torres. Allí comenzó una relación muy fuerte de amistad, de pensamiento, de comunión con la pintura, de búsqueda de caminos. En un momento muere mi madre de una forma repentina y accidental y al mes muere la madre de él casi de la misma forma. La mujer que cuidó a mi madre, fue la misma que cuidó a la suya en la última semana de su vida. Los dos pasamos por una situación tormentosa. A partir de eso, ambos comenzamos a pintar de una manera mucho más “desatada”. Los dos nos sacamos ese juez que tenés en la oreja cuando pintás y que te va diciendo “por acá no te conviene”, “seguí con lo que estabas haciendo”. El resultado de eso fue para los dos una pintura que nos pareció alucinante, de una gran libertad, una gran catarsis. Luego de Placa madre seguimos conectados permanentemente. Los dos tenemos un uso del color descontrolado y ambos creemos mucho más en lo colectivo que en lo individual.

-Es decir que crean por separado, pero tienen criterios comunes.

JA: Sí, nuestras búsquedas son distintas, pero en los dos el color es el disparador de todo lo demás.

Damián Masotta: -Como dice Jorgela, nosotros trabajamos por separado, no somos un colectivo. Pero sí tenemos criterios comunes en cuanto a lo poético. A veces partimos de experiencias comunes que hemos vivido. Pero cada uno pinta sin ver la pintura del otro. En este año “bolsonareso” y viviendo en Macrilandia, ambos seguimos pintando quizá como una forma de refugio.

-Cómo nace el nombre de la muestra El hierro será el hierro, pero el lirio es el lirio.

JA:- Es un verso de un hermoso poema de Armando Tejada Gómez. Lo grabó Teresa Parodi con Luciana Jury. La esencia de esta muestra está en lo que dice Tejada Gómez: “El hierro es el hierro pero el lirio es el lirio”. La pintura, el color, la belleza siempre van a estar al lado de la sangre, de la muerte, de la falta, del hambre, de la injusticia, de todo lo que nos sucede y que a los dos nos afecta mucho. Permanentemente estamos hablando del mundo, de lo que pasa acá o allá. Además de pintar y de mostrarnos lo que pintamos, siempre estamos pensando el mundo.

DM: Titular la muestra con ese verso de Tejada Gómez es una apuesta poética de ambos hecha en una época tan difícil como ésta,  dominada por el capital y el mercado. Para mí la pintura es poesía. Aunque muchos pintores no relacionan lo pictórico con lo poético, para mí es lo mismo. Creo que a Jorgela le pasa lo mismo en su relación con la música. Los dos tenemos un enamoramiento del color, de la materia, de lo que sucede cuando uno pinta, que es algo ancestral. Pasaron millones de años, los seres humanos adelantamos en un montón de cosas, pero seguimos pintando igual que lo hacía el hombre de las cavernas, con aceite y pigmentos. Es misterioso. Los pintores del siglo XXI seguimos pintando como utopía, porque el color sigue siendo una utopía.

-¿De dónde crees que procede esa pasión por el color?

DM:- Hace dos años estuve en Guatemala y cobré conciencia de lo que es el color para Latinoamérica. En ese viaje perdí todos los prejuicios europeizantes. Guatemala es un país muy sufrido y recuerdo que el día que llegué alguien me dijo “a nosotros lo que nos salva el color”. Tomé eso como un mensaje, como una metáfora. A mí también lo que me salva es el color.  Por más que el mercado hoy lo haya tomado como objeto de intercambio, el arte es algo inútil y creo que la salvación está precisamente la salvación en lo inútil. También el amor, como tantas otras cosas, es inútil, pero lo inútil es por lo único que vale la pena vivir.

-¿Qué técnicas utilizan, con qué materiales trabajan?

JA: -En este momento estoy trabajando con óleo. Hago una base de acrílico que seca rápido y eso me permite trabajar con otra velocidad porque si hiciera el fondeado con óleo tardaría mucho en secar y se irían empastando los colores. Estoy terminando una obra que comencé hace tres meses y el final lo estoy haciendo con óleo. Algunas obras son de técnica mixta y otras son de óleo de principio a fin.

DM: -A mí no me interesan mucho los materiales. Voy mezclando el óleo, el acrílico, hago collage. Incluso a veces pego partes de otros cuadros. Si no me gustó totalmente un cuadro, recorto lo que sí me gustó y lo pego en otro y entonces hay un cuadro dentro de  un cuadro. También bordo sobre la pintura.  Para mí cualquier elemento tiene que servir para la composición porque para mí hacer arte es componer. En cualquier disciplina el arte es la organización del caos. En esta época de mi vida estoy pintando de manera bastante abstracta, muy interesado en el color. Trabajo capa sobre capa porque me gusta que el cuadro tenga mucha profundidad, tanto de interpretación como de miradas. Para mí un cuadro tiene que ser como la vida, que es muy compleja por lo que el cuadro tiene que ser muy complejo.

-¿Cuáles son las diferencias entre la pintura que  hace cada uno?

JA: -Creo que él se corre más hacia lo abstracto. En mí, aunque siempre hay una tendencia a desdibujar las cosas, siempre hay algo que cuenta, algo narrativo. Yo pinté dos series, una es Casa natal y la otra, Las glicinas. En ellas comienzan a aparecer unas casas como desmembradas en el espacio y una escalera que había en mi casa. En esa época era común poner una escalera porque e la idea era construir arriba. En mi casa sólo estaba la escalera y yo pasaba mucho tiempo en ella. Esa escalera me disparaba muchas historias. Todo eso aparece en mi pintura.

-¿Cómo se formaron como artistas plásticos?

DM: -En mi caso, soy profesor de Artes Visuales y de Filosofía. El clima de mi casa era propicio para la creación. Soy sobrino segundo de Oscar Masotta. Por otra parte, mi abuelo materno, José María Valenti también era pintor y amigo íntimo de Quinquela Martín. Me crié entre las pinturas de mi abuelo y el mito de mi tío.

JA: Mi abuela era pintora y mi tío era pintor. También tengo otra tía, hermana de mi padre,  que es pintora. Comencé pintando sola, por mi cuenta. Pero en un momento el techo me quedó muy bajo porque había muchas cosas que no podía hacer porque no tenía técnica. Entonces me puse a estudiar y recorrí muchos talleres. Aprendí las reglas tradicionales del color y luego en sucesivos talleres aprendí muchas otras cosas.  

-Una característica de la exposición es que van a ir rotando las obras.

DM: -Sí, aprovechando que tenemos un tiempo de exposición que no es habitual, cuatro meses, y tenemos mucha obra, mensualmente vamos a hacer algún tipo de evento y a cambiar una parte de las obras.

JA: -Los dos estamos permanentemente pintando y tenemos mucha obra. Viendo la muestra colgada nos damos cuenta de que hay algunos cuadros de hoy que dialogan, por ejemplo, con algo que pintamos hace diez años. Por eso, una de esas obras puede estar colgada al lado de la de hoy. Además, si terminamos algo podemos ir al día siguiente y colgar ese trabajo en la muestra para que se termine de secar allí. Así, de alguna manera la gente va a poder entrar en la intimidad del taller sin ir al taller de cada uno. Va a poder ver cómo va evolucionando el trabajo  de uno y del otro. Como el lugar de exposición es un hotel, está abierto siempre, por lo que siempre se puede entrar a ver la muestra, a la hora que pasen por la puerta. Eso nos gustó mucho porque nos permite ir una noche a colgar obra. Además, a medida que renovemos los cuadros, lo vamos a ir subiendo a las redes sociales para que la gente sepa que puede pasar y ver algo nuevo. El 7 y 8 de diciembre vamos a hacer un segundo encuentro donde seguramente van a estar colgadas otras obras que no van a estar en la inauguración. Le gente va a poder conversar sobre lo que ve. Vamos a invitar también a otros artistas. En fin, hay muchos proyectos para estos cuatro meses de exposición, porque es demasiado tiempo para dejar la muestra quieta. Luz Moyano, que es la curadora del lugar, nos dio la posibilidad de exponer durante ese tiempo y nosotros pensamos que a la muestra había que darle vida. A ella le gustó la propuesta y con Damián y con Ronsino nos pusimos a trabajar sobre esa idea.  Es una muestra viva.