Aimé Jacquet decide correr de la convocatoria a David Ginola y a Éric Cantona, franceses “puros”. Los reemplaza por Youri Djorkaeff, de origen armenio, y Zinedine Zidane, de padres argelinos. Jean-Marie Le Pen, líder del xenófobo Frente Nacional, los acusa de que no cantan La Marsellesa y los tilda de jugadores “artificiales”. Pierden por penales en la semifinal de la Euro de Inglaterra 96. Pero Jacquet continúa, y Francia sale campeón por primera vez en un Mundial, en Francia 98, con Djorkaeff, Zidane y Didier Deschamps, el capitán que levanta la copa en París. Es el triunfo de la selección multicultural, la black-blanc-beur, negra-blanca-árabe. Un millón y medio de hinchas piden por Zidane presidente en los Campos Elíseos.

Pero, se sabe, la felicidad son instantes.

A pesar de que Francia gana la Euro 2000, la unión pasa a ser la fragmentación, etiquetas, y sobre todo con las derrotas, eliminaciones y escándalos de los años siguientes. “Esos triunfos -dice Lilian Thuram, autor de los goles en el 2-1 a Croacia en la semi de Francia 98, en el documental Les Blues– nos impidieron cuestionar a la sociedad. Fue una cortina de humo”. La vida no había cambiado en los suburbios parisinos. En 2002, Le Pen sacó casi el 17% de los votos y entró a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.

Les Bleus abarca el período 1996-2016. Desde 2012 entrenador, entra la selección de Deschamps que jugará la final de Rusia 2018 y que antes y durante el Mundial era cuestionada y centro del debate acerca de si la exclusión de Karim Benzema por la Federación Francesa bajo el argumento de comportamientos poco éticos escondía componentes discriminatorios. “Si no está contento, que se vaya a jugar con Argelia”, había dicho Marion Maréchal-Le Pen, la heredera familiar en el Frente Nacional.

“El nacionalismo es cada vez más visible en Francia. Se ven cada vez más banderas en las ventanas, las personas que cantan La Marsellesa sin razón aparente… Antes, no era así. Pero no es extremo -dice Sonia Dauger, directora de Les Blues, y agrega-. Deschamps es un besogneux, un hombre que trabaja duro, y creo que Benzema tiene razón cuando dice que cedió a la presión de una parte racista de Francia. Benzema viene de los barrios pobres, del ghetto. Deschamps no quiso problemas. Benzema no ha sido declarado culpable por el caso de extorsión sexual, pero la presión alrededor era demasiado fuerte, y revela, desde mi perspectiva, un racismo latente muy grave”.

Si Les Bleus, que se puede ver en Netflix, es una historia de Francia a través de la selección de fútbol de Francia, Vatreni es una historia de Croacia a través de la selección de Croacia que terminó tercera en Francia 98.

Vatreni, que significa “fuego”, fue exhibida por el entrenador Zlatko Dalić a los futbolistas antes del debut en Rusia como “una motivación extra”. En el plantel hay nacidos antes y después de la independencia de Yugoslavia en 1991. Mario Stanić, autor del primer gol mundialista de Croacia, dice que el punto de partida de la independencia es la patada voladora de Zvonimir Boban a un policía en el clásico Dinamo Zagreb (Croacia)-Estrella Roja (Serbia), el 13 de mayo de 1990 por la liga yugoslava en el Maksimir de Zagreb, cuando los ultras serbios de Estrella Roja comenzaron a destrozar el estadio y reaccionaron los de Dinamo Zagreb. La policía sólo reprimió a los croatas, y Boban, figura internacional de Croacia, hoy secretario adjunto de la FIFA, enfureció y peleó mano a mano con el policía Refik Ahmetović, que se había sacado el casco. Sus compañeros lo llevaron al vestuario en medio de la ovación: “¡Boban, Boban!”. “Si hubiera venido por mí por segunda vez -dijo Ahmetović al diario bosnio Dnevni avaz en 2015-, habría disparado y probablemente matado. Me gustaría volver a verlo, sentarme en algún lugar y hablar”.

Croacia jugó por primera vez como selección de Croacia el 17 de octubre de 1990 ante Estados Unidos en el Maksimir. Un mes antes, en su estadio Poljud, hinchas de Hajduk Split habían quemado la bandera yugoslava de los mástiles, al grito de “¡Liga croata, liga croata!”, en pleno partido ante Partizán de Belgrado, actual capital de Serbia. Croacia jugó la clasificación a la Euro 96 mientras en regiones del país se libraban batallas. “Esa selección fue muy importante -dice Robert Jarni, primer gol en el 3-0 a Alemania en los cuartos de final de Francia 98-. Todo el mundo iba a todos los partidos. Nos unimos. La gente necesitaba una luz, y fue esa selección”.

En Vatreni aparecen los goles de Davor Šuker, goleador de Francia 98, ahora presidente de la Federación Croata. Ni Boban ni Šuker hablan en el documental: son los “políticos” de aquella generación cuyo entrenador Ciro Blažević -a veces “dictador”, otras “amigo”, lo define Goran Vlaović, aunque siempre amado por los jugadores- dice que “mucha gente murió por la libertad y la independencia de la patria pero mucha gente está dividida en Croacia”. Sin nombrarlos, se refiere a los reivindicadores de la Ustacha, el régimen aliado a la Alemania nazi que gobernó en Croacia entre 1941 y 1945 y que administró las muertes de serbios en el campo de concentración de Jasenovac.

Vatreni fue estrenada antes del Mundial en Croacia. “La gente lloraba y reía en las salas de cine. Esperaban ver una película de fútbol, pero los primeros 30 minutos hablamos de la guerra”, dice su director, el mexicano Edson Ramírez, 35 años, que creció viendo a los futbolistas croatas por televisión, y suma: “Antes de que se fueran a Rusia, pude hablar con el entrenador Dalić y me dijo que sentía una falta motivacional en el equipo más allá de la calidad técnica de los jugadores, y vaya que lo consiguió. Todo el Mundial se vivió con la esperanza de lo que pasó hace 20 años”.

En Rusia 2018, Francia-Croacia es la final de Kylian Mbappé, de madre argelina y padre camerunés, y de Luka Modrić, abuelo asesinado en la guerra y padre soldado. Mbappé no había nacido y Modrić tenía 12 años en el Mundial 98. Francia y Croacia es también la final de Les Bleus y Vatreni.