El efecto reactivador que el sector agrícola podría darle este año al conjunto de la economía sería más leve del que espera el gobierno, según algunos indicios recogidos en los últimos dos meses. Esto limitaría el contagio a otros sectores, como el de maquinaria agrícola, y dificultaría la creación de empleo en un sector que de por sí no lo genera de manera intensiva.

Esas son las principales conclusiones que se desprenden de un trabajo elaborado por el Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV). El informe estima que si bien habrá una recuperación de la sequía que derrumbó la producción el año pasado, en muchos ítems el nivel apenas será similar al de 2015.

En particular, los analistas de la UNDAV prestan atención a la tenue liquidación de exportaciones en enero y febrero, antes de que empiece el flujo grueso de dólares. Desde agosto, hace ya siete meses, los montos de venta de cereales y oleaginosas al exterior vienen siendo menores a los del año inmediato anterior. Una baja tan sostenida en el tiempo no se producía desde la crisis de 2009-2010. “Para ilustrar, los números relativos a liquidaciones de divisas por parte del complejo cerealero oleaginoso cerraron el primer bimestre levemente por sobre los U$S 3.000 millones, esto es 6,5% por debajo de igual período del año pasado. Más aún, si nos remitimos a 2015, la retracción de liquidaciones asciende a 26,1%”, dice el texto.

En cuanto al plano laboral, el informe toma los datos del Ministerio de Producción y Trabajo y concluye que el sector primario argentino tiene unos 6.500 empleados registrados menos que en el período 2011-2014. El efecto también se nota en el setor de maquinaria agrícola: según el Indec, en el tercer trimestre del año pasado la facturación en la venta de cosechadoras cayó 39,9% en comparación con el mismo período de 2017; la de tractores mermó 33,6% y la de sembradoras un 19,3%.

Los autores critican el rol que asumió el gobierno en la cuestión, recordando que apostó a las exportaciones del campo para traccionar la economía pero al mismo tiempo le quitó la obligatoriedad de liquidar las divisas. “A diferencia de la visión oficialista, dicho sector por sí sólo tiene escasas credenciales para apuntalar el crecimiento doméstico, mucho menos el empleo, los salarios y el bienestar general”, señalan.