El gobierno presentará esta semana ante el directorio del Fondo Monetario Internacional (FMI) la carta de intención en la que plasmará sus objetivos de política económica para este año y el próximo a cambio de recibir un enorme crédito del organismo financiero multilatereal.

La propuesta que entregará en mano el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, a la presidenta del FMI, Christine Lagarde, incluye las metas de achicamiento del déficit fiscal, tema que se ha convertido en el eje del acuerdo entre las partes. Prácticamente, todas las demás consideraciones girarán en torno de ese aspecto, cuya centralidad es el resultado de una manera de ver la economía y que está en discusión por otros especialistas.

Por caso, el gobierno considera que la reducción del déficit impactará de lleno en las necesidades de financiamiento externo y en el pago de intereses de deuda pública, al reducirlas. Ello influiría en el valor del tipo de cambio pues la oferta de dólares en la plaza local sería menor y por lo tanto se reduciría la fuerza que lleva a que se retrase su precio. Al mantenerse el dólar en un valor más elevado, mejoraría la competitividad de las exportaciones argentinas, lo cual reduciría el déficit comercial. Además, un menor ingreso de dólares por menores necesidades de deuda externa para cubrir el déficit fiscal implicaría una caída en la emisión, lo que según este razonamiento, implicaría un descenso en las presiones inflacionarias y una menor necesidad del BCRA de emitir las Lebac para esterilizar los pesos emitidos para cambiar esos dólares a moneda local.

Es decir, para la mirada del gobierno, la caída del déficit fiscal es central y urgente. Para el FMI también. De allí que acordar el ritmo de caída del déficit fiscal es el eje de los debates entre las partes.

Dujovne permanecerá toda la semana en Washington y si bien la carta de intención estará desde el lunes en manos de Roberto Cardarelli y Nigel Chalk, por una cuestión protocolar su recepción oficial será el martes, cuando el titular del Palacio de HAcienda sea recibido por Lagarde. En el gobierno esperan que el directorio del FMI apruebe la carta de intención en la reunión prevista para el próximo viernes 8.

En el texto, la caída del déficit prevista para este año estará en el 2,5% del Producto Bruto Interno, por debajo del 2,7% que el gobierno anunció el pasado 4 de mayo, en medio de la corrida cambiaria, y que era medio punto  porcentual menos que lo que se escribió y votó en el Presupuesto de gastos para este año.

El déficit fiscal se calcula como porcentaje del tamaño de la economía. Se considera que comienza a volverse un problema para un país cuando su monto supera el 3% del valor del total de la economía. Pero esto es completamente relativo y depende de los otros aspectos de la vida económica.

Los últimos negociadores argentinos volvieron a la Argentina el viernes pasado tras mantener discusiones durante tres días seguidos con los técnicos del FMI, durante las cuales se habría llegado al consenso con el 2,5% de déficit fiscal para este año. Encabezado por el viceministro de Hacienda, Sebastián Galiani, el grupo estuvo integrado por el jefe de asesores de Hacienda, Guido Sandleris, y los secretarios de Rodrigo Pena (Hacienda) y Santiago Bausili (Finanzas).

La propuesta de reducción del déficit para el año 2019 estaría más cerca del 1% que del 1,5%, según circula en medios oficiales. El FMI ha presiona para reducir al máximo ese número, de forma tal que en 2020 pueda haber equilibrio.

El problema del ajuste se transforma en político en la medida en que el resto del gobierno de Mauricio Macri quedará condicionado por políticas de ajuste que enfrentarán a un masa crítica de movimientos sociales y sindicatos en un cuadro de compulsa electoral.

Ese escenario estará contemplado en el acuerdo que se logre con el Fondo en la medida en que el gobierno tendrá libertad para aplicar el ajuste en determinadas áreas, mientras que en otras no lo habrá. Algo anticipó Dujovne el viernes, cuando aseguró que los cargos universitarios ni diplomáticos serán congelados, mientras que el resto sí durante dos años. «