Alentados por el discurso proteccionista del flamante gobierno de Donald Trump, productores del Oeste Medio de Estados Unidos presionan a la Casa Blanca para que quite un subsidio que favorece la importación de biodiésel argentino que ronda los 1200 millones de dólares anuales.

Por una ley de 2007, en Estados Unidos casi todos los vehículos están obligados a usar nafta o diésel rebajados un 10% con combustibles renovables, generalmente hecho de maíz o de aceite de soja, para disminuir el nivel de contaminación ambiental. En el interior estadounidense se produce la mayoría de los cultivos destinados a los aditivos, pero la Argentina ha triplicado las importaciones de biodiésel en los últimos tres años hasta llegar a una cifra de 1200 millones de dólares en 2016.

Esto sucede porque producir diésel a base de petróleo es más barato que el biodiésel a base de soja, por lo que el gobierno de Barack Obama creó un crédito fiscal de un dólar por galón para los que mezclan el combustible y eso abrió el mercado para la importación argentina.

Los productores estadounidenses han visto frenado su potencial en el sector y acusan tener un tercio de su capacidad paralizada. Para que las plantas vuelvan a funcionar a pleno, legisladores como el senador Chuck Grassley de Iowa y productores como Renewable Energy Group Inc. están reclamando al gobierno de Trump a que limite los incentivos de importación.

El reclamo no es nuevo sino que viene desde hace al menos tres años, señalan. Pero en el marco de la política de “Estados Unidos primero” y “Compre y produzca en Estados Unidos”, que pregona el presidente Trump, los productores ven una mejor perspectiva para sus presiones. En concreto, buscan que el crédito fiscal de 1 dólar por galón se lo lleven los productores y no los que mezclan el combustible, que prefieren el biodiésel desde el exterior.