Casi dos semanas después de la visita del vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, a Buenos Aires, la administración de Mauricio Macri tuvo que mitigar consecuencias, en lugar de capitalizar resultados. El aumento de aranceles a las importaciones de biodiésel argentino llegó a un techo inesperado. La tasa del 64% pone en riesgo una de las exportaciones argentinas más importantes hacia ese país (1200 millones de dólares el año pasado) y forzó a la Casa Rosada a reabrir las negociaciones, con el fin de morigerar el efecto económico y electoral que tendrá el portazo comercial de Trump. Las rondas de renegociaciones fueron anunciadas este viernes por el canciller Jorge Faurie, el ministro de Producción Francisco Cabrera, y el embajador interino Thomas Cooney. Todavía no hay fecha, ni precisiones sobre la forma que articularán para evitar que la resolución del Departamento de Comercio de los Estados Unidos se concrete. Sin embargo el desenlace más previsible será un nuevo intercambio con saldo negativo para la Argentina. Tanto en Buenos Aires, como en Washington, las fuentes consultadas por este diario pronosticaron una posible merma en el porcentaje, pero siempre y cuando la Argentina acepte una reducción de la cuota de ingreso, algo que podría achicar en dos tercios (o incluso menos) el monto de las operaciones. 

La fricción por el biodiésel, que entró en un punto crítico este viernes, completa un panorama de transacciones comerciales que ya delinearon el estilo de negociación que le imprimirá Donald Trump a su vínculo con Macri. El anticipo lo aportó su vice, Mike Pence, en la residencia de Olivos, durante la conferencia de prensa que ambos ofrecieron. Si bien Macri no esperaba tantas precisiones para la prensa, Pence contó en público la hoja de ruta que habían acordado en privado y que encierra varios contornos «piantavotos» para la Casa Rosada. «Con Macri hablamos del tema comercial. Hay posibilidades en materia agrícola, y como ex gobernador de Indiana conozco la calidad del cerdo y hablamos para exportar e importar cerdo y carne vacuna entre ambos países. Vamos a trabajar sobre artículos específicos y esperamos que tendremos avances muy pronto en temas agrícolas», confirmó el líder republicano, una semana antes de que esa frase fuera correctamente interpretada y digerida. Según Pence, Argentina deberá aceptar el ingreso a su mercado de carne vacuna y cerdo estadounidenses, a cambio de levantar sus barreras para los competidores criollos. La fórmula es auspiciada por el vicepresidente, un poderso lobbysta de la industria porcina de Indiana, quizás, la más grande del país.

La parrafada que lanzó el vice de Trump en Olivos alborotó a Macri, y a parte del equipo de negociadores que había enviado a Washington: el secretario de Relaciones Económicas Internacionales Horacio Reyser, el secretario de Comercio Miguel Braun y el ministro de Agroindustria Ricardo Buryaile. Fuentes de la Cancillería confiaron a este diario que las intenciones de Trump en materia porcina y vacuna ya habían sido blanqueadas a esa misión, y debidamente transmitidas al presidente antes de que recibiera a Pence. Del mismo modo, en la hoja de ruta también aparecía el escollo del biodiesel. La cancha ya había sido marcada desde el año pasado por la Junta Nacional de Biodiésel (National Biodiesel Board), que le reclama al Departamento de Comercio la reducción del ingreso de combustible vegetal argentino «por violar la libre competencia con los subsidios argentinos». La NBB concentra al grueso de los productores de biodiesel norteamericanos y durante su campaña proselitista, Trump consiguió el apoyo de este grupo de lobby a cambio de una promesa que comenzó a cumplir: preservar el mercado propio y reducir, o anular, las importaciones que lo pongan en riesgo. 

En el razonamiento del Palacio de Hacienda el ingreso de carnes estadounidenses es prácticamente simbólico frente a las estimaciones previstas ante el eventual reingreso argentino al mercado del norte. La otra fase, que este viernes también mencionaron Faurie, Cabrera y Cooney, es el regreso del país al Sistema Generalizado de Preferencias de Estados Unidos, que establece la eliminación de aranceles de importación a 4800 productos. Argentina fue expulsada de ese sistema en 2012. En enero pasado el Departamento de Comercio recibió el pedido de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios de Argentina (COPAL) para que Argentina reingrese a ese mecanismo que implicaría exportaciones por 200 millones de dólares para el sector. Ese punto también forma parte de la agenda reservada de negociación y fue reflotado por el embajador estadounidense como uno de los puntos «a futuro» para equilibrar el impacto que tendrá la clausura o drástica merma del ingreso de biodiésel argentino. «Esto confirma el error en la negociación, porque el Gobierno celebró el reingreso de los limones y se relajó, cuando ya sabían que el lobby por el biodiésel podía transformar el tema en una pesadilla. Ahora los limones son migajas», se lamentó un lobbysta consultado, que también le facturó el revés a los empresarios argentinos. «Son incapaces de invertir en cabildeo en Estados Unidos y dejan todo en manos de una embajada sin embajador», definió.

Venezuela

La espinosa ronda comercial, que originalmente fue anunciada por Macri como parte de una relación «madura e inteligente», es sólo un capítulo de una agenda de acercamiento más ambiciosa con Washington, cuyo vicepresidente reclamó más esfuerzos a gobiernos de América del Sur, y especialmente al de Macri, para incrementar las presiones sobre Venezuela. «Hablamos sobre este tema para que quede claro que EE UU no se quedará de brazos cruzados. Trump esta convencido de imponer el poderío económico de Estados Unidos para presionar a Venezuela», dijo Pence en una parte de su discurso que pasó virtualmente inadvertido, porque apeló a los fines pacíficos. Lo que no dijo es que los planes de la Casa Blanca aguardan un rol mucho más activo de Macri al respecto, para que vaya más allá de las escaramuzas diplomáticas en el Mercosur y avance en otras ofensivas como la expulsión del embajador venezolano en Buenos Aires, una instancia que fue descartada «por ahora» debido al impacto humanitario que tendría en los caribeños residentes en el país. Ante tal pedido, Macri le recordó a Pence que ya hay más de 60 mil venezolanos en Argentina que son activamente recibidos y apoyados por la administración de Cambiemos. «