Pueden verse claramente las intenciones de cada uno. Por un lado, en República Dominicana culminaba un diálogo  difícil, interrumpido en ocasiones por situaciones de gran violencia y vuelto a retomar, con concesiones del oficialismo venezolano y de la oposición, llevado a delante por el presidente anfitrión y el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero, y que acordaba una serie de puntos sobre la situación económico-social y las medidas para mejorarla, la creación de una comisión de la verdad, el fortalecimiento del Estado de Derecho. Realizando, además, el llamado a las elecciones presidenciales para el 22 de abril del presente año. Por el otro, el secretario de Estado de los EE UU, Rex Tillerson, realizaba una gira por los países aliados de la región con el objetivo de que el diálogo fracasara.

En declaraciones a la prensa, Rodríguez Zapatero reiteraba de que no hay otro plan «que se conozca», dejando claro que sí lo había, y que era el de EE UU. Ese plan fue el que explicó, y para el que pidió apoyo Tillerson en la gira que, provocativamente, realizó cuando se estaba culminando el acuerdo en República Dominicana.

En un discurso en la Universidad de Texas, en Austin, horas antes de un viaje a México, Argentina, Perú, Colombia y Jamaica, insistió en que el gobierno de Donald Trump no promueve un «cambio de régimen» en Venezuela, pero destacó que sería «más fácil» si Nicolás Maduro decide abandonar el poder.

Tillerson predijo que habrá «un cambio» en Venezuela y destacó que EE UU desea que sea pacífico. «En la historia de Venezuela y los países de América del Sur, muchas veces los militares son agentes de cambio cuando las cosas están muy mal y los líderes ya no pueden servir al pueblo», sostuvo, y agregó: «Si este será el caso o no, no lo sé. Estoy seguro de que Maduro tiene algunos amigos en Cuba que le darán una linda casa en la playa». Además, señaló que el gobierno de Venezuela es un «régimen corrupto y hostil» y que EE UU seguirá ejerciendo presión sobre ese gobierno. 

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ya había dicho en agosto del 2017 que su gobierno contemplaba varias opciones en la crisis de Venezuela y que no descartaba «una opción militar». «Por cierto, no voy a descartar una opción militar», dijo en una rueda de prensa en su club de golf de Bedminster (Nueva Jersey) acompañado por Tillerson, y por la embajadora de EE UU en la ONU, Nikki Haley. «Hay muchas opciones sobre Venezuela, es nuestro vecino. Tenemos tropas en todo el mundo, en sitios muy lejanos, pero Venezuela no está tan lejos y la gente está sufriendo y muriendo. Tenemos varias opciones sobre Venezuela, incluida la militar, de ser necesario. Una operación militar es algo que podemos desarrollar».

En simultáneo con la verborragia desestabilizadora y belicista, se desarrolló la Operación América Unidad desde el 6 al 13 noviembre del año pasado en Tabatinga, un municipio de la Amazonía brasileña. Este lugar se ubica en la fronteras entre Brasil, Colombia y Perú. Allí se instaló la Base Logística Multinacional Integrada.

A esta gravísima acción hay que sumarles las declaraciones del Grupo de Lima el pasado 26 de octubre cuando afirmaron: «Nuestro objetivo es crear una situación que permita la solución más rápida y también determinante (…) para que el régimen por sí mismo deje el poder, ese debe ser hoy nuestro objetivo central». También las declaraciones del presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, quien dijo: «…Hemos fracasado en encontrar un solución pacifica».

El gobierno de EE UU no quiere democracia en Venezuela, por eso boicotea el diálogo y las elecciones. Quiere desplazar del gobierno a Maduro para imponer un aliado incondicional, para su objetivo principal que es disponer de PdVSA y de la grandiosa reserva petrolera de ese país. Y no le es conveniente que se exprese el pueblo, primero porque hoy ganaría el oficialismo, y aunque no lo hiciera, ningún candidato, con el chavismo en la oposición le garantizaría cumplir con su plan. Necesita un gobierno que avance a sangre y fuego.

Aislar internacionalmente a Venezuela, promover crisis económica y social, generar violencia, desatar el caos que justifique una intervención militar. Terminar con la experiencia popular, evitar que su ejemplo se irradie y apropiarse del petróleo venezolano. Ese es el plan de EEUU.