Al igual que sucedió en Argentina, la iniciativa tiene su origen en el programa que se lleva a cabo en Finlandia  desde 1938 y que lo convirtió en el país con la menor tasa de mortalidad infantil en el mundo.

Los portales estadounidenses, desde nbcnewyor.com  hasta usatoday.com pasando por cnn.com, destacan la iniciativa y dan cuenta de los avances que conlleva la entrega del kit gratuito para los recién nacidos.

Las “baby box”, al igual que lo hacía el Qunita, trae una cuna de cartón, un colchón firme, una cubierta resistente al agua y una sábana ajustable. Además el kit cuenta con pañales, toallitas, crema para el pecho, protectores mamarios, entre otras cosas.

Desde Baby Box Company, la empresa que produce los kits, destacaron que “que va a prevenir la muerte súbita de lactantes”, al tiempo que sin eufemismos señalaron que se trata “de un arranque seguro para la vida de los niños porque “Baby Box” puede salvar vidas”.

El programa es financiado por el estado y lo llevan adelante el estado de Nueva Jersey, la empresa y  un Hospital universitario. Baby compañy estima  que durante  2017 se entregarán 105 mil kits en Nueva Jersey.

El programa es impulsado en Nueva Jersey para reducir la tasa de síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL), lo que contribuye a la alta tasa de mortalidad infantil en Estado Unidos que llega hasta  6.5 muertes infantiles por cada 1.000 nacimientos.  En 2016 el 93% de las muertes por SMSL se asocia con complicaciones del sueño.

Mientras tanto, en Argentina el Plan Qunita dejó de existir en febrero del año pasado. Desde el ministerio de Salud de la Nación se puso en duda la seguridad y el Juez Federal Claudio Bonadio ordenó la destrucción de 60 mil kits.

La medida judicial suscitó la respuesta de UNICEF que destacó las virtudes del kit para prevenir la muerte súbita.  

Las voces a favor del Plan Qunita implementado por la administración de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner sirvieron para detener la destrucción de los kits pero no para reactivar el programa. Hoy hay 60 mil kits arrumbados en algún galpón, por el que se paga un alto alquiler, esperando que el ministro de Salud, Jorge Lemus, decida sobre ellos.