Unos 5000 trabajadores del transporte de larga distancia de cinco empresas vinculadas al Grupo Flechabus están en paro desde la mañana de este martes porque todavía no cobraron los haberes de agosto.

La medida de fuerza que realizan los empleados de Chevallier, General Urquiza, Empresa Argentina y Sierras de Córdoba afecta la actividad del autotransporte de pasajeros en todo el país.

El vocero de la Unión Tranviarios Automotor, Mario Calegari, informó que las líneas “están frenadas por falta de pago” y adelantó que la medida continuará hasta que la firma se ponga al día con la deuda.

El referente del gremio aseveró que “la empresa aduce que no tiene posibilidades de pagar” y solicitó la intervención del Ministerio de Trabajo que al cierre de esta nota no se había comunicado ni con los trabajadores ni con la dirigencia empresarial del sector.

Calegari planteó que la incorporación de los aviones low cost a la competencia con los autobuses de largo alcance está empezando a sentirse en el ritmo de trabajo y por lo tanto en la actividad de los colectivos, un argumento en el que coincidió con las empresas, al margen de la puja salarial.

En los últimos días se conoció que las low cost alcanzaron el 20% del mercado aerocomercial de cabotaje y que en particular Flybondi y Andes concentran el 8 por ciento. Semejante avance previsiblemente impactó en los tradicionales ómnibus, que desde la llegada de Cambiemos miran pasar el avance de la llamada Revolución de los Aviones.

El vocero de la Cámara de Empresas de Larga Distancia (CELADI) Gustavo Gaona combinó una serie de factores entre los que la aparición de las aerolíneas de bajo costo se destacó particularmente.

“Tuvimos un crecimiento vertiginoso de los costos que se sumó a la imposibilidad de sostener una tarifa competitiva por los aviones y la forma de cambiar no es con acciones particulares sino con otra normativa”, señaló en diálogo con Tiempo.

Y destacó las obligaciones que tienen las firmas de transporte terrestre: “El avión no despega si solo tiene 4 o 5 pasajeros como nos exigen a nosotros. Las low cost viajan solo al destino rentable y nos ponen a competir con nosotros que tenemos que garantizar conectividad”, señaló.

“Qué le pasaría a una low cost si le asignan diez destinos no rentables, o butacas vacías o compras combustibles con 40% de impuestos como nosotros. Creemos en la coexistencia, pero la revolución por aire nos está dando por tierra”.

Desde AAETA, la otra cámara sectorial, coincidieron con el peso de las low cost pero también reconocieron que no tienen un cálculo certero del impacto en términos económicos.

En cambio destacaron que entre abril y junio se produjo un bajón de la actividad tras la corrida cambiaria que provocó que “la gente se asustara y deje de viajar en la frecuencia habitual”.

Un vocero de la entidad explicó que “abril y mayo fueron meses muy malos en los que los viajes cayeron entre un 15 y un 20% pero en junio empezó a repuntar un poco” y en julio se produjo un buen resultado por las vacaciones de invierno aunque la perspectiva para el resto del año es mala.

“Las perspectivas son un misterio porque hay un panorama inestable en relación a la demanda. Hay un efecto de retracción general de la actividad y los viajes de larga distancia están relacionados con el producto interno. Las tarifas y los alimentos están achicando el bolsillo y la gente posterga los viajes”, concluyó la fuente.