No hay analista político que dude en aseverar que la cinematográfica y bizarra detención de José López le vino como anillo al dedo al gobierno de Mauricio Macri. Los días previos a que el ex funcionario apareciera con 9 millones de dólares en un convento, la agenda comenzaba a estar tomada por la situación socio-económica. Incluso los medios de comunicación macristas –que son la mayoría– tenían dificultades para no hablar del impacto del tarifazo, de la «improbable» reactivación económica en el segundo semestre, de la caída de la actividad y sus inexorables consecuencias. El ajuste, en resumen, ocupaba el centro del debate público. López corrió el foco. 
Sin embargo, hay amplios sectores de la sociedad que parecen tener un nivel de madurez política quizás subestimado por dirigentes de todas las vertientes. Una encuesta de la consultora Analogías, a la que tuvo acceso Tiempo, realizada el pasado 22 de junio en la zona del AMBA, develó que el 48% de los más de 500 consultados cree que Macri utiliza el caso López «para ganar tiempo» con otros problemas que «no resuelve». 
“El dato coincide con lo que está ocurriendo con la aprobación del gobierno en general. La sociedad está dividida en mitades en su opinión sobre la gestión y la imagen de Macri”, remarcó Analía Del Franco, directora de Analogías, al aseverar que la acción de gobierno de Cambiemos ya tiene alrededor de 50 puntos de desaprobación y una misma cifra de respaldo. 

La encuesta tiene alguna mala noticia para el kirchnerismo también. Cerca del 60% cree que la ex presidenta Cristina Fernández «sabía» de los posibles actos de corrupción de su ex secretario. “No es que la acusen de ser parte, pero piensan que estaba al tanto», subrayó Del Franco.     

Cisma político 

El caso López ha producido un cisma político dentro del peronismo, que fue confirmado esta semana con la nueva fragmentación del bloque de diputados nacionales del Frente para la Victoria. La «salida» de seis miembros del Movimiento Evita, que formarán su propio espacio, terminó de transformar al FPV-PJ en un archipiélago. 
«Yo no atribuiría el proceso de modo tan directo a la detención del ex secretario, aunque pudo haber sido un catalizador», señaló el sociólogo y director de la consultora Equis, Artemio López. «En el peronismo, cuando se pierde el poder y concluye un ciclo largo ocurren estas cosas. Pasó a mediados del siglo XX, en los ’70, y también después del gobierno de (Carlos) Menem, más allá de las consideraciones ideológicas de cada etapa.» Según el sociólogo, lo que está en «crisis» es la «coalición política» que nació en 2003 y que le dio sustento a los gobierno de Néstor y Cristina Kirchner. Una conjunción de fuerzas en las que podría identificarse al «kirchnerismo», el PJ tradicional, fuerzas progres no peronistas, y movimientos sociales. 
Al ser consultado sobre si esta división refleja la fragmentación del electorado que acompañó el proyecto del gobierno anterior, dándole incluso el 49% de los votos en el balotaje del año pasado, el consultor resaltó: «Esto es algo que tiene más fuerza a nivel de dirigentes que en la sociedad. Las fracturas de los políticos no tienen necesariamente un correlato en el electorado. Hay muchos ejemplos de eso. Cristina preserva un alto nivel de adhesión y de acompañamiento. El tema es que no está claro si quiere seguir participando de la disputa electoral, entonces aparece vacante el espacio de la conducción y se fragmenta el peronismo hasta reagruparse.» 

Para Roberto Bacman, de la consultora Ceop,  »el peronismo no se siente cómodo en la oposición. Es un partido acostumbrado al poder. Entonces ahora cada cacique se refugia en su terruño». Respecto de la ex presidenta, el analista sostuvo que «conserva un núcleo duro que ronda los 25 o 30 puntos, que es muchísimo en esta época para cualquier político». «Hay un sector muy amplio de la sociedad que quiere que vuelva el modelo que gobernó hasta diciembre del año pasado”. «¿Quién puede representar esa franja?» La pregunta queda en el aire porque sólo el tiempo la podrá responder.  «