En diciembre del año pasado, Torneos acordó con la Justicia de Estados Unidos el pago de 112,8 millones de dólares para que le levanten los cargos dentro de la investigación conocida como FIFAGate, el Odebrecht del fútbol. Ocurrió un año después de que Alejandro Burzaco, ex CEO de la compañía, se declarara culpable de lavado de dinero y fraude electrónico. Burzaco admitió haber pagado coimas. Pero, ya como colaborador del FMI, dijo que la firma lo hacía desde antes de su llegada. Torneos tuvo que acordar: no solo aceptó la multa, también se dispuso a colaborar y ser controlada por cuatro años, durante los cuales, sin embargo, seguirá como la productora principal del fútbol argentino a partir del contrato que la AFA firmó con Fox-Turner. El caso vuelve a tomar relieve con la confesión de Jorge Arzuaga, el banquero que admitió haber ayudado a Burzaco a pagarle 25 millones de dólares en coimas a Julio Grondona, fallecido en julio de 2014.

Arzuaga, de 56 años, trabajaba para el Credit Suisse y Julius Baer, dos entidades suizas. Desde ese lugar, según informó el Departamento de Estado sobre su declaración ante el fiscal para el Distrito Este de Nueva York, William F. Sweeney, Jr., derivaba coimas a las cuentas que le señalaba Grondona, identificado como el «Oficial de Fútbol #1». «Nuestro banquero», lo presentaba Burzaco. Grondona ya era reconocible en la acusación que en 2015 realizó la Justicia de Estados Unidos, que lo identificaba como «Co-Conspirador #10», uno de los dirigentes que cobró sobornos para entregar los derechos de televisión de la Copa América a Datisa, la sociedad conformada por Torneos, Traffic y Full Play, la empresa de Hugo y Mariano Jinkis. Los Jinkis tienen prisión domiciliaria. Como Torneos, Full Play continuó haciendo negocios con el fútbol argentino.

Aunque Arzuaga tampoco lo menciona con nombre y apellido, nadie había involucrado a Grondona tan directamente. Tampoco llevaban el nombre de Grondona las cuentas utilizadas, según la operatoria que reveló el banquero. Mientras que la Justicia estadounidense le confiscó a Arzuaga seis cuentas por poco más de un millón de dólares, los tribunales suizos, que realizan su propia investigación, lo embargaron por 650 mil dólares. Lo anunció la fiscalía suiza en un comunicado en el que dan por concluido el primer caso de la investigación. No lo nombran, pero dicen que se trata de un exempleado de un banco suizo, condenado por falsificación de documentos y violación del deber de denunciar el lavado de dinero. Es Arzuaga.

Grondona falleció en julio de 2014, casi un año antes de que se destapara el caso que terminó por derrumbar la estructura en la que se sostenía Joseph Blatter. Grondona era su vicepresidente y su hombre más cercano. La oficina suiza aseguró que tiene 25 investigaciones separadas aún abiertas. Y en un artículo publicado este sábado en el diario La Nación, los periodistas Hugo Alconada Mon y Alejandro Casar revelaron que dos de las cuentas sospechadas de haberse usado para el pago de coimas están a nombre de Genaro Aversa y Pablo Umberto Aversa.

Genaro es el yerno de Grondona, el marido de Liliana. Pablo es el hijo del matrimonio, el nieto del patriarca. Genaro era florista. Hasta que se casó con la hija de Grondona. Constructora Deportiva SA, su empresa, fue la privilegiada en la construcción de estadios del fútbol argentino. Uno de ellos, por supuesto, fue el de Arsenal. También hizo el predio de Real Arroyo Seco, el club fundado por el empresario Patricio Gorosito, condenado por narcotráfico. En 2015, Gorosito declaró que Aversa «era testaferro, o como quieran llamarlo, de Julio Humberto Grondona». De Pablo, el nieto, se sabía que había continuado los negocios agropecuarios del abuelo, como el tambo de Brandsen. Según contó el periodista Gustavo Veiga, en 2012, el joven de 32 años abrió el haras La Pesadilla, ubicada cerca del campo de Grondona, en Loma Verde, sobre la ruta 58.

A partir de la confesión de Arzuaga, con Grondona fallecido, una denuncia del abogado Alejandro Sánchez Kalbermatten intenta apuntar a los hijos: además de Liliana, Humberto y Julio, entrenador y presidente de Arsenal, respectivamente. La causa recayó en el juzgado de Daniel Rafecas con la intervención del fiscal Guillermo Marijuan. Son los rebotes de una investigación que todavía tiene mucho para sacar a la luz.