Miguel Osvaldo Etchecolatz, el exdirector de Inteligencia de la Policía Bonaerense en la dictadura cívico-militar, levantará esta noche una copa en la comodidad de su chalet del Bosque Peralta Ramos de Mar del Plata. La chocará con su mujer, Graciela Carballo, en la casa de techo de tejas a dos aguas, con cuatro habitaciones, tres baños y quincho. Tiene motivos para brindar: el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 6 de la Capital dio el miércoles la puntada final para que acceda a la prisión domiciliaria, beneficio que había perdido hace once años y que pidió en cada una de las seis causas en las que fue condenado y en las demás en las que está procesado.

Contracara

Cuando todavía joven en 1979 salió de la Unidad 9 de La Plata y partió al exilio en Francia, no imaginó que 38 años después recibiría el año a unas pocas cuadras de quien lo secuestró, torturó y dispuso de su vida durante tres años. El sobreviviente vive a unas pocas cuadras de esa parcela de bosque desde que volvió de un exilio de 30 años, cuando el jefe del Circuito Camps estaba preso y condenado a perpetuidad. Era un chico, no había cumplido 20 años y estudiaba y trabajaba en una dependencia del Estado bonaerense cuando lo secuestraron en el operativo de La Noche de los Lápices. Lo torturaron con saña en el centro clandestino de Arana y lo llevaron al Pozo de Quilmes, donde quedó, literalmente, en manos de Etchecolatz. La cárcel la compartió con Jorge Julio López, el testigo que desapareció tras declarar en el primer juicio después de la anulación de las leyes de impunidad y que tuvo al excomisario en el banquillo. Tiene razones para temerle.

Por ese testigo, los abogados Guadalupe Godoy y Emanuel Lovelli le pidieron al Tribunal Oral Federal N° 1 de La Plata que no lleven al genocida a ese barrio. Los jueces lo rechazaron en menos de 24 horas.  

La domiciliaria que otorgaron los magistrados José Martínez Sobrino, Julio Luis Panelo y Herminio Fernando Canero se hizo efectiva el viernes a las 7 de la mañana, cuando el represor llegó de Ezeiza a su casa de Nuevo Boulevard del Bosque, entre Guaraníes y Tobas. Efectivos del Servicio Penitenciario Federal lo dejaron bajo la vigilancia de su mujer. Deberá controlar que no sobrepase el tapial que rodea la casa en el bosque.

Esa misma noche, organismos de Derechos Humanos de la ciudad balnearia discutían los planes de acción. «No lo vamos a dejar tranquilo a este genocida», dijo el miembro de HIJOS Matías Moreno en un repudio a la domiciliaria que se realizó en La Plata. «Broncazo» le puso a la movilización Rubén, el hijo de López.

Retroceso

«El 2017 es un año de mierda, pero no pensé que fuera a terminar tan mal», se lamentó Rubén López durante la manifestación. Es que la domiciliaria a Etchecolatz fue el corolario de un año muy regresivo en materia de DD HH. El verano de 2017 marcó la línea política: el 24 de enero Mauricio Macri quiso hacer movible el feriado del 24 de Marzo; y el titular de Aduanas, Juan Gómez Centurión negó el Terrorismo de Estado. Mayo fue fatal: en un escandaloso fallo, la Corte Suprema de Justicia aplicó la derogada ley del 2×1 a un genocida. Se produjo una catarata de pedidos de represores y una multitudinaria movilización en Plaza de Mayo logró frenar la aplicación.

El segundo semestre fue igual de malo: la desaparición de Santiago Maldonado, el asesinato de Rafael Nahuel, la domiciliaria al expolicía y genocida Luis Patti, absoluciones y excarcelaciones en el juicio Esma III, la liberación del obstetra de la ESMA, Jorge Luis Magnacco, y el vaciamiento de las políticas públicas de DD HH en el Ministerio de Defensa. «Es un indulto encubierto. Es peligroso que Etchecolatz esté libre, es peligroso lo que hacen los jueces», se alarmó López. «

La nieta 127, noticia de contrapeso

Como si fuera un contrapeso del destino, el miércoles las Abuelas de Plaza de Mayo anunciaron la restitución de la identidad de la nieta 127. Fue el sexto caso de nietos desaparecidos que la entidad resolvió en el año. 

La hija de María del Carmen Moyano y Carlos Poblete tiene 40 años. Nació en la Escuela de Mecánica de la Armada en junio de 1977 y su parto fue atendido por el partero de la ESMA, Jorge Luis Magnacco, excarcelado hace un mes. Sus padres, mendocina y sanjuanino, fueron secuestrados en Córdoba. Los vieron en el centro clandestino de detención La Perla, pero a la mujer la llevaron a parir a Capital. 

La hija de Pichona y Carlos llegó a su identidad por vía judicial: la extracción de sangre fue ordenada por un tribunal mendocino. Su apropiador es miembro de las fuerzas armadas de Godoy Cruz y pudo ser identificada por el trabajo de la comisión de Hermanos de la agrupación HIJOS de esa provincia. Abuelas anunció la restitución junto a dos de sus tías. La espera para abrazarla una familia enorme.