El Hospital Posadas bien puede ser una metáfora de una parte de la historia argentina. Nació durante la segunda presidencia de Juan Domingo Perón como un proyecto del ministro de Salud Ramón Carrillo, que se vio interrumpido por la llamada Revolución Libertadora. En esos años funcionó como sede de los Institutos Nacionales de Salud hasta que otra dictadura, la de Juan Carlos Onganía, decidió convertirlo en un hospital general. En 1973, al calor del levantamiento de la proscripción al peronismo y de la asunción de Héctor Cámpora, sus trabajadores tomaron el hospital y en asamblea eligieron a las nuevas autoridades. Por esos años fue un centro de salud con las puertas abiertas a la comunidad. Eso motivó que el 28 de marzo de 1976 el Posadas fuera ocupado militarmente, con el general Reynaldo Bignone a cargo. En tres días fueron detenidos 33 trabajadores.

Los militares usaron parte del predio donde se debía cuidar la salud como un Centro Clandestino de Detención que funcionó hasta enero del ’77. Se lo conoce como el Chalet. Desde el 14 de diciembre se sabe que allí no sólo hubo torturas ilegales: también asesinaron y enterraron al doctor Jorge Roitman, infectólogo del hospital. El 8 de noviembre pasado, un obrero que realizaba un pozo por donde debía pasar un caño de desagüe encontró restos humanos. Estaban 60 centímetros bajo tierra, a 25 metros del Chalet, donde actualmente funciona una escuela de enfermería y la Dirección de Derechos Humanos del Hospital. El 14 de diciembre, luego del trabajo realizado por el Equipo Argentino de Antropología Forense y de cotejar el ADN con las muestras de sangre de su hija Alejandra y de su hermana Diana, se pudo probar que eran los restos de Roitman.

El viernes 29 de diciembre, el cortejo fúnebre que llevaba los restos del doctor Roitman hacia el cementerio de La Tablada pasó por el Posadas para que los trabajadores y los familiares le brindaran una calurosa despedida. Se hizo sin banderas políticas, a pedido de la familia. El cortejo recorrió las calles internas del hospital con un grito que retumbaba en las diez hectáreas que tiene el predio: «¡Presente!». Así fue. Tras haber sido visto por última vez el 2 de diciembre de 1976, cuando a sus 32 años se lo llevaron secuestrado de su casa mientras dormía en sus brazos a su hija Alejandra, finalmente se pudo saber dónde estaba su cuerpo.

En mayo será el juicio por el asesinato de Roitman y de Jacobo Chester, otro de los trabajadores del hospital que pasaron por el Chalet y cuyos restos fueron encontrados flotando en 1977 en la Dársena F del Puerto de Buenos Aires. Según fuentes judiciales, en el expediente consta que ambos cuerpos fueron encontrados tabicados y con los tobillos atados entre sí. Un indicio de que se trataba de una modalidad del grupo SWAT que manejaba el Chalet. El secuestro y las torturas a Roitman, Chester y otra decena de trabajadores del hospital ya fueron juzgados en 2011. Sobre el represor Luis Muiña, a quien benefició el fallo del 2×1 de la Corte Suprema de Justicia en mayo pasado, cayó una condena de 13 años de prisión.

En estos 40 años la Justicia sólo contó con tres testimonios de sobrevivientes para reconstruir lo sucedido en el Chalet: el de Gladis Cuervo, el de la doctora Jacqueline Romano y el de Marta Graiff. Por eso, la aparición de los restos de Roitman puede ser un nuevo punto de partida. Primero, para romper un silencio que aún perdura en algunos de los trabajadores que están en el hospital desde los años de plomo. Y también en el plano judicial: Daniel Rafecas ordenó que a partir de febrero el Equipo Argentino de Antropología Forense explore todo el predio para verificar la existencia de restos de otros posibles desaparecidos, incluso de víctimas que aún no se ha podido ubicar su paso por el Chalet, por donde sí está probado que pasaron Roitman, Chester, Cuervo y otras tres personas que permanecen desaparecidas. «Que aparezca un cuerpo implica la presunción de que pueda haber otros allí», aceptaron desde el juzgado. «Es una expectativa que nos moviliza. Si se encontró a uno es porque puede haber más. No sabemos hacia donde fueron los demás. Hay un montón de desaparecidos que nos están faltando», aseguró Zulema Chester, hija de Jacobo y parte de la Dirección de Derechos Humanos del Hospital. En unas semanas se conocerá más. «