Convocados por el Partido Comunista de la Federación Rusa, miles de manifestantes que habían acudido a Rusia para recordar la Revolución de Octubre se congregaron en la Plaza Pushkin, de Moscú, para iniciar una marcha hacia la Plaza de la Revolución en lo que representó el único homenaje claro y concreto a la toma del poder en 1917.

Entusiastas militantes y activistas venidos de todo el planeta (son más de 130 delegaciones de 89 países) fueron llegando desde las 13 horas de Moscú a la plaza que recuerda al poeta ruso por excelencia.

Un impresionante dispositivo de seguridad fue montado desde la mañana en las inmediaciones, con camiones de recolección de basura cortando calles adyacentes, un vallado alrededor de la calle lateral, el bulevar Strasnoy. Para ingresar dentro de esa suerte de corralito armado por la policía, había que atravesar, cuando no, por pórticos de detección de metales.

Poco a poco se fue haciendo la hora planificada para la partida y luego de un intercambio entre las autoridades policiales y la dirigencia del PR ruso, se fueron abriendo las valles del frente que da a la avenida Tverskaya para iniciar la marcha. Había una multitud que podría estimarse en unas 20 mil personas que pugnaban por avanzar.  Los lugareños aseguran que no hay marchas de este tipo en ese país.

La manifestación no se hizo por la calzada, como es usual en otros lugares del mundo y alguna vez incluso en Rusia. La policía valló un carril de la avenida y dejó libre la vereda.

Como se sabe, el gobierno de Vladimir Putin fue reacio a cualquier tipo de ceremonia que represente un reconocimiento de lo que fue la era soviética, que cubrió 74 años de historia rusa. Por eso hubo muchas dudas hace algunas semanas sobre si las autoridades moscovitas iban a dar el permiso.

Finalmente la respuesta fue positiva pero las condiciones fueron las que se vieron. Eso no impidió que el recuerdo de lo que fue aquella aventura iniciada con la toma del Palacio de Invierno encendiera en los más grandes la nostalgia y en los menores la esperanza de poder construir una sociedad donde no haya clases sociales, como repetían casi en forma unánime los asistentes.

Flameaban las banderas ante una brisa gélida que castigaba los rostros, la única parte del cuerpo expuesto a la inclemencia.

Ni qué decir que el color predominante era el rojo, aunque había una enorme bandera argentina con la imagen del Che Guevara y otra que reclamaba por Santiago Maldonado.

El Che acompaña también una especie de exposición de próceres del comunismo que llevaban cuatro manifestantes, donde estaban Lenin, Marx, Engels pero también Stalin. Había banderas de la ex Yugoslavia y de Libia, con una imagen del asesinado líder Muammar Khadafi. Predominaban en general las imágenes de Lenin, en reproducciones fotográficas, y también abundaban de Stalin.

Cada delegación tenía un tema musical con que recordar el acontecimiento. Los italianos desfilaban cantando Bella Ciao, otros entonaban La Internacional. Pero se escuchó a Volver a los 17, de Violeta Parra y la despedida al Che de Carlos Puebla, ambas en ruso. Con marcado acento ruso, una delegación gritaba «Comandante/ Che Guevara/ Comandante/ Che Guevara».

La caminata hasta la Plaza de la Revolución, que está frente al Teatro Bolshoi y a un costado del monumento a Carlos Marx, fue relativamente rápida y una vez allí (otra vez había que pasar vallas y controles electrónicos) hablaron representantes del PC local, el de Cuba y los de otros países.

Todos destacaron que le hecho de que haya desaparecido la Unión Soviética no implicaba que hubiera desaparecido la lucha de clases «ni la solidaridad entre los pueblos». Y recordaron los logros de esa revolución en el plano social como científico y técnico. Pero también buscaron dar esperanza a los asistentes para la construcción política de alternativas que lleven a la recuperación del poder. Todos de alguna manera terminaron su intervención prmetiéndose, como el médico argentino, «hasta la victoria siempre».

El PC es el segundo partido en cantidad de votos y ronda en un 20% del electorado. Por ahora, aparecen debajo de la aprobación que muestra Vladimir Putin para los comicios de 2018.