Luego de la presentación en concurso de “El prófugo” de Natalia Meta, elogiada por las dos revistas internacionales que se imprimen durante la Berlinale, varios films argentinos recibieron cálidas acogidas en las diferentes secciones del 70o. Festival de Berlín.

El que mayor público atrajo, llenando las tres salas en las que ha sido exhibido hasta el momento, fue “Medium”, un entrañable ensayo sobre la añeja amistad entre el director Edgardo Cozarinsky y la artista Margarita Fernández.

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(Foto: Prensa)

Presentado en el Forum, donde confluye todo el cine más osado y experimental que llega de todas partes del mundo, “Médium” dura apenas 70 minutos, los que bastan a Cozarinsky para trazar en breves pantallazos más que la carrera de una artista plástica que ha sabido renacerse a sí misma, la calidad humana de una señora, hoy de 93 años, que ha conservado toda su lucidez y su juventud, tanto sea entregándose a la música de su amado Brahms como alternando y aconsejando a los numerosos jóvenes que se acercan a ella.

Y es justamente el incipit de once minutos de su interpretación del tercer intermezzo del compositor alemán, interpretado por ella en una secuencia sin cortes, con la cámara fascinada por el danzar de las manos de Margarita sobre el teclado, que se encuentra el mejor ejemplo de la óptica con la que Cozarinsky ha intentado rendir homenaje a una personalidad extraordinaria que lo ha acompañado en la segunda mitad de su vida.

“Medium” ostenta una larga gestación de tres años, comenzada justamente con esa larga secuencia inicial, y es el primer film que su autor firma después de cinco años, dedicados sobre todo a la literatura (durante los cuales ganó el premio García Márquez al mejor libro de cuentos latinoamericanos) pero lo más asombroso es que a pesar de este hiato Cozarinsky haya conservado el favor del público berlinés que lo ha seguido en numerosas ocasiones, luego que el Foro presentara aquí “La guerra de un solo hombre” en 1982, aplaudiendo a su equipo capitaneado por la productora y directora de fotografía Constanza Sanz Palacios que lo representó en su ausencia.

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(Foto: Prensa)

“Un crimen común”, presentado por la sección Panorama, que fuera inaugurado por otro film argentino, “Las mil y una” de Clarisa Navas, es el segundo opus de Francisco Márquez, que causara sensación en Cannes con “La larga noche de Francisco Sanctis” en 2016. Igual que en esta notable opera prima, Márquez se interesa por esa violencia que permea la sociedad argentina casi desde su independencia.

Aquí, esa violencia ocurre detrás de la puerta de la protagonista cuando el hijo de su colaboradora doméstica le pide que lo deje entrar. Por miedo por ella y por su hijo, decide no abrirla para enterarse al día siguiente que el muchacho fue muerto, se supone que por la gendarmería.

Esta vez la violencia deja paso al tema de la responsabilidad individual ante ella pero el film no tiene la garra del anterior, tal vez por una actuación no muy efectiva de Elisa Caricato.

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(Foto: Prensa)

“Responsabilidad empresarial” de Jonathan Perel es un hueso duro de pelar para un público no argentino porque es simplemente la enumeración notaril de todos los casos en los que las empresas locales y foráneas colaboraron con la dictadura cívico-militar para beneficiarse con la eliminación de personal indeseable, sobre todo gremial, y económicamente, pasando su propia deuda exterior al estado argentino.

El film es una simple sucesión de planos fijos de las 25 empresas más notorias aún impunemente en actividad, fotografiados desde un coche y con la voz de Perel que recita los hechos comprobados de esta colaboración mutuamente provechosa para los industriales y las fuerzas represivas, sacados del libro aún inédito pero consultable gratuitamente por Internet, preparado en 2015 por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.

Dentro de su aridez minimalista, el film sobrecoge por la acumulación de crimenes impunes que han conducido al enriquecimiento ilícito de personajes aún en libertad y la desaparición de miles de individuos cuyo único delito fue luchar por los propios derechos y los de sus compañeros.