Más de un centenar de integrantes del movimiento «Ni una Menos» de Santa Fe se concentró este miércoles en el monumento a Carlos Monzón, erigido en la costanera oeste de la capital, al cumplirse 30 años del femicidio de la modelo uruguaya Alicia Muñiz por el que fue condenado el ex campeón mundial de boxeo, nacido en esta provincia.

Las activistas se concentraron en Almirante Brown y Espora, en el barrio Guadalupe, con el objetivo de repudiar lo que consideran «la violencia simbólica que constituye la estatua para el colectivo de mujeres.

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El monumento al ex púgil, nacido en 1942 en la localidad santafesina de San Javier y fallecido en la provincia en un accidente automovilístico durante una salida de la cárcel de Las Flores, el 8 de enero de 1995, fue cubierto en su parte baja por una bandera lila del colectivo Ni Una Menos y varios retratos de Muñiz.

Además, se colocaron pancartas con leyendas como «Ningún femicida con monumento» y «Este monumento nos violenta a todos, el Estado lo permite».

En el acto se leyó un documento consensuado por las organizaciones que componen la Mesa Ni Una Menos local, en uno de cuyos tramos compara los monumentos que se pueden observar en la Costanera y las maneras de simbolizar a los personajes.

Monzón es representado con pantalón de boxeo y cinturón de campeón mundial, «en actitud de vencedor ya sea por la posición de sus piernas y pies como la de sus brazos en alto», en un estatua que «mide ocho metros de altura, pesa 15 toneladas y fue donada por el Consejo Mundial de Boxeo».

Luego la comparan con la de Ana Frank, «adolescente de origen judío víctima del Holocausto, cuya efigie hace unos meses fuera decapitada, lo que constituye por su forma algo más que un simple y casual acto de vandalismo».

Allí el documento interroga acerca de si «alguna vez nos hemos detenido a reflexionar frente a estos monumentos», «qué experiencias se consideran merecedoras de ser reconocidas» y «qué relaciones de poder están representadas»

«En el caso del monumento a Monzón las mujeres estamos ocultas/negadas tras el héroe deportivo con los puños en alto en actitud victoriosa. La parte no develada, pero que hace a la persona, es que ese campeón mundial también es un femicida», apunta, aunque esa tipificación jurídica es posterior.

Además, señala que «el femicidio de Alicia Muñiz se convertiría en emblemático porque permitió dar visibilidad a la violencia de género que por primera vez se instalaba en la primera plana de los diarios y se debatía en los programas de televisión».

Sobre el final, el texto afirma que las mujeres se sienten «violentadas» al «pasar frente al monumento a Carlos Monzón y sentir que se falta el respeto a la memoria de Alicia Muñiz y en ella a todas las mujeres y travestis asesinadas por la misoginia femicida».

El espacio público deja de ser «de todas las personas para convertirse en territorio hostil, territorio de condescendencia con la violencia machista», sostiene el texto de la mesa local de Ni Una Menos, para luego plantear que es hora de debatir seriamente a quiénes se rinde homenaje en esos ámbitos.

Monzón estaba casado en segundas nupcias con Ortíz, a quien el 14 de febrero de 1988 golpeó salvajemente y lanzó desde el balcón de la casa en la que estaban en Mar del Plata, luego de una discusión al volver ebrio de una fiesta.

En un juicio cuestionado el boxeador fue condenado a 11 años de prisión por homicidio simple.

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