Entre las bilaterales que tenía previstas Donald Trump en su paso por Buenos Aires, había una que despertaba particular atención por sus implicancias para una distensión entre dos potencias nucleares. Pero finalmente este jueves se anunció que el encuentro entre el mandatario estadounidense y su par ruso, Vladimir Putin, se suspendía. Y todo porque en los últimos días se volvió a enrarecer -muy oportunamente para quienes no quieren un acercamiento- la relación de Kiev con Moscú.

«Basándome en el hecho de que los barcos y los marineros no han sido devueltos a Ucrania desde Rusia, he decidido que sería mejor para todas las partes involucradas cancelar mi reunión previamente programada en Argentina con el presidente Vladimir Putin», escribió Trump en Twitter, agregando que confía tener «una cumbre significativa» con el líder ruso «tan pronto esta situación se resuelva».

El domingo pasado tres barcos ucranianos –dos lanchas artilladas y un remolcador– cruzaron desde el mar Negro hacia el estrecho de Kerch en lo que para las autoridades rusas fue una violación de la frontera porque entraron en sus aguas provisionalmente cerradas,

Según denunció Moscú, además realizaron maniobras peligrosas y desoyeron la exigencia de parar, por lo que recibieron orden de detección y fueron capturados con sus 24 tripulantes. De «terrorismo marítimo» , calificó el incidente, al tiempo que endureció los controles en la zona rusa del mar de Azov, que se conecta con el Negro a través del estrecho de Kerch.

Para Putin, se trató de una provocación y como prueba dijo que entre los tripulantes de los buques había dos efectivos del Servicio de Seguridad de Ucrania dirigiendo esa operación.

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(Foto: AFP)


El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, declaró que con ese incidente el presidente Petró Poroshenko está pensando más en la campaña presidencial, prevista para el 31 de marzo de 2019, que en una salida pacífica a la crisis en esa región, que ya lleva cuatro años.

A fines de 2013 comenzaron el Kiev movilizaciones contra el gobierno de Víktor Yanukovich, pro-ruso, exigiendo se cumpliera un tratado de dos años antes para la incorporación de Ucrania a la Unión Europea y que el mandatario estaba cajoneando.

Entre el 17 y el 18 de febrero de 2014 hubo levantamientos en todo el país y Yanukovih escapó de Ucrania, quedando en el poder un grupo anti-ruso y pro-occidental. Las aguas se calmaron algo en Kiev, la capital, pero no así en Crimea y el este ucraniano, de población mayoritariamente rusa. Todo se aceleró desde entonces.

Los rusos tienen una base militar en Sebastopol desde la era soviética. La península es un punto estratégico por el que se controla directamente la salida del mar Negro, en el estrecho de Bósforo, Turquía. Estaba bajo control zarista desde 1860 y solo pasó a manos ucranianas durante la era de Nikita Khruschev como jefe de gobierno de la URSS, y como una cuestión casi administrativa ya que todo quedaba entre distintas administraciones de una misma unidad política.

A la caída de la Unión Soviética, en 1991, Ucrania fue una de las primeras naciones que buscó recuperar su independencia de Moscú. La base, sin embargo, quedó arrendada a la Federación Rusa, la sucesora política del país comunista.

Kiev mantuvo una relación ambigua con Moscú desde entonces. Con un fuerte componente anti-ruso en su población, resabio de la era soviética -muchos de ellos apoyaron la invasión nazi- puede decirse que tienen que compartir una vecindad incómoda. La nación rusa, históricamente, nació en Kiev y luego trasladó, hace más de 700 años, su capital a Moscú tras sucesivas invasiones mongolas.

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(Foto: AFP)

Así las cosas, no había pasado un mes del golpe contra Yanukovich cuando la población rusa de Crimea se hizo del poder regional, organizó un referéndum y decidió incorporarse a la Federación Rusa.Las quejas diplomáticas no se hicieron esperar y el hecho fue calificado como «invasión», aunque quedó institucionalizado como anexión. 

Sin embargo, el otro gran hito en la creación de la nacionalidad rusa fue la Guerra de Crimea de 1854. De allí aquella frase del canciller Lavrov por aquellos meses de tensión extrema: «para Rusia, Crimea es tan importante como Malvinas para los argentinos»

El experimentado ministro ruso se permitió incluso tildar de «aficionados» a los diplomáticos europeos y estadounidense que manejaron esa crisis y promovieron el golpe de febrero. «Quieren incorporar a Ucrania a la UE sin fijarse la composición del pueblo ucraniano», fue en mensaje. Lo que no dijo es que Moscú busca alejar las fronteras conla UE y la OTAN y vieron en esa avanzada una jugada opara cercar a su país.

Como sea, pronto también comenzaron levantamientos contra Kíev en el este, ligado económicamente a Rusia y con población rusófila. Así nacieron dos repúblicas autónomas que mantienen una guerra civil larvada, Donetsk y Lugansk

En junio del 2014 hubo elecciones en Ucrania y llegó al poder a Poroshenko, un rico empresario que se comprometió a estrechar lazos con Europa y Estados Unidos.

El pasado miércoles, el presidente ucraniano promulgó el decreto para imponer la ley marcial en todo el país por. inicialmente, 30 días.Este jueves pidió a la OTAN, y especialmente a Alemania, que desplieguen buques en el mar de Azov para apoyar a su país en esta escalada con Rusia

«Alemania es uno de nuestros aliados más cercanos, y esperamos que países en el seno de la OTAN estén dispuestos a enviar buques al mar de Azov para ayudar a Ucrania y garantizar la seguridad», declaró al diario alemán Bild.

Rusia es una piedra en el zapato para Trump aún antes de haber ganado la elección. Los demócratas lo acusaron de haber recibido apoyo electoral de Putin mediante el uso de espionaje informático en las cuentas de mail de la candidata, Hillary Clinton.

Trump había prometido un acercamiento con Rusia en una estrategia que parecía destinada a poner una cuña entre Moscú y Beijing para poder mantener la supremacía estadounidense en ese rincón del mundo. Pero el establishment y sobre todo eso que se dio en llamar el «estado profundo», fueron desplegando tanto en Estados Unidos como en Europa una feroz guerra mediática contra Putin, a esta altura poco menos que «el cuco» de Occidente. De hecho el propio Trump es investigado por el FBI y por la fiscalía general por su presunta relación con el gobierno ruso.

Aún así Trump, que ya pateó el tablero varias veces en contra de los dictados de la burocracia estatal estadounidense -ligada al complejo militar industrial- había anunciado que en Buenos Aires se verían la cara con Putin para estudiar la forma de arreglar sus cuitas.

Pero ahora, este nuevo incidente en Ucrania lo deja sin mucho margen para desafiar a su frente interno.

Más aún cuando salió a respaldar al príncipe Mohamed bin Salman, sindicado como el autor intelectual del horrendo asesinato del periodista Jamal Khassoggi en el consulado saudita en Estambul.

Claro, tampoco lo verá a MbS, aunque por ahora sí se cruzará con Recep Tayyip Ergodan el mandatario turco y principal acusador del monarca.