El presidente Mauricio Macri dejará la ciudad alemana de Hamburgo con la habitual euforia que suele disfrutar cada vez que realiza una gira por el exterior, donde cosecha más elogios y expectativas que en su propia tierra. En esta escala germana, durante la reunión anual del grupo de los 20 países más industrializados del mundo, el mandatario argentino ocupó un lugar central en la escenografía del poder, sentado al lado de la canciller alemana Angela Merkel, y a pocos metros de presidentes como el norteamericano Donald Trump y el chino Xi Jinping. El sillón que le dieron no fue casual: desde diciembre próximo el jefe del Estado será el titular del G-20 y en julio de 2018, será el anfitrión de la próxima ronda de presidentes, que se reunirán en el Centro Cultural Kirchner, como epicentro de la cumbre 2018. Al igual que el presidente, buena parte del Gabinete que lo acompañó a Alemania ya tiene la cabeza puesta en los preparativos para la edición criolla del evento. Sin embargo, el gran interrogante que estremece a Cambiemos tiene que ver con las elecciones legislativas de octubre, la misma incógnita que manejan los demás funcionarios extranjeros que en estos días se cruzaron a Macri, a su jefe de Gabinete Marcos Peña y al canciller Jorge Faurie.

La gran pregunta tiene contornos inquietantes para el Gobierno, admitieron fuentes del Palacio San Martín ante las consultas de este diario, porque si Cambiemos se impone en las elecciones de octubre, Macri podrá mostrarse en el próximo G20 como un anfitrión en condiciones de contener las expectativas de los mercados y de la comunidad internacional sobre su capacidad para profundizar las reformas que aplica desde que asumió. Pero si el oficialismo no logra revalidar los títulos en las legislativas, la escena internacional del año que viene estará signada por la creciente necesidad de oxígeno político y económico para que Macri pueda completar su primer mandato sin grandes sobresaltos. La incógnita, basada en los números de las encuestas electorales, retumbó en Hamburgo con la misma firmeza que resonó este jueves en la embajada de los Estados Unidos, durante la celebración del 241º aniversario del Independence Day.

“Las dudas que tienen sobre la continuidad del cambio no son ningún secreto para nosotros, ya nos lo han planteado los mercados, los empresarios y nuestros socios internacionales, pero esa inquietud también habla del interés que tienen para que sigamos adelante con este proceso”, contestó a Tiempo un funcionario de la Casa Rosada. “Los preparativos ya están en marcha, e incluso el Ministerio de Seguridad sumó un funcionario a la comitiva para tomar contacto con sus pares alemanes sobre los mecanismos de seguridad que pondremos en funcionamiento para la cumbre”, confió la fuente.

Plantones

El impacto local que tuvo la gira no fue del todo provechoso. La postergación sine die de la reunión que había pedido la primera ministra británica Teresa May con Macri, no pudo sortear las versiones del “plantón”. Detrás de los problemas de agenda que argumentaron los voceros de la Cancillería, sobrevuela la cuestión Malvinas como el obstáculo que le impidió a ambos mandatarios retomar la agenda de diálogo que relanzaron la ex canciller Susana Malcorra y el vice canciller británico Alan Duncan, en una polémica declaración conjunta que fue rubricada antes del Brexit y sin May al frente del gobierno inglés. “La primer ministro está en una situación local muy volátil. Creemos que la mejor forma de continuar el diálogo, con o sin Malvinas, es mediante nuestros embajadores, hasta la próxima cumbre, donde jugaremos de locales”, detalló a Tiempo una fuente del Gabinete para “desdramatizar el conventillo local”.

No fue el único nubarrón del recorrido alemán para Macri. El viernes por la noche, el presidente francés Emmanuel Macron pegó el faltazo, con aviso, a la reunión que había preparado la delegación argentina en el hotel donde se alojaba, bajo la atenta coordinación del canciller Faurie. La escena no pudo concretarse y se multiplicaron los rumores sobre la negativa del mandatario francés a aceptar un acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea, que será debatido en Bruselas a partir de marzo del año que viene. En el Palacio San Martín dicen que el objetivo definido por Macri es “abrir el G20 en Buenos Aires con el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea  ya cerrado, y con el país dentro de la Organización para el Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)”, arriesgó un funcionario consultado. Para llegar a ese punto, el apoyo de Macron es clave. Por eso la postergación de la foto oficial entre ambos generó tanta inquietud en el entorno presidencial. En el cierre de la cumbre, el propio Macri se encargó de revertir el impacto, luego de anunciar una reunión “fuera de agenda” durante el sábado. “Todos reconocen que el problema es el sector agrícola, que el centro del nudo está en Francia. Por eso lo abordé a Macron y él entendió que hay que encontrar una solución, porque es de mutuo beneficio avanzar en este acuerdo y todo conduce a que se vean las cosas con un optimismo que antes no había. Macron también cree que Mercosur-Unión Europea es la gran oportunidad”, remarcó Macri para evitar que la experiencia de Hamburgo tuviera más sombras que los interrogantes sobre su futuro luego de las elecciones de octubre. «