El hombre que convierte la basura en dinero y que acaba de presentar el nuevo modelo de Fiat -el Tipo- se cambia dentro del vestuario de la cancha de Ferro, para este partido a beneficio denominado Copa Aluba, junto a Diego Maradona y Ricardo Bochini.

Juega con la 11, al lado del Diez. El Bocha, con la 4, se queda en el banco. En una suerte de catarsis tardía, 23 años después y gracias a la magia de la Internet, hay que preguntar o ¿preguntarte? -cual periodista en modo botinero durante una conferencia de prensa- qué sucedió con el astro de Avellaneda y el mundo ese mediodía feriado del lunes 10 de octubre de 1994. El genio colorado será suplente. El equipo va a perder 6 a 3. No se diga más.

Hay pocas certezas de que haya tomado una coca del pico de una botella de vidrio ensalivado por la ronda-aunque alguno lo limpiara con la manga del buzo-, sentado en el cordón de una vereda cualquiera. Tampoco es probable pensarlo a Mauricio con las zapas de lona blanca en alfombras de tierra, pero quien lleva la camiseta 11 del equipo que tiene a Maradona cumple el sueño de quien presume ser el dueño de la pelota original del barrio, de esas que se patean en los mundiales y que se convierten en el imán de la cuadra.

Es una tentación, tal vez, decir que el presidente de Sevel tiene un temible remate de media y larga distancia, que se mueve bien tirado a la derecha y que, casi por instinto, se encarga de hablar con la Justicia -en este caso, con el árbitro Juan Carlos Lousteau- antes del partido.

El abrazo con Diego y el saludo a la Justicia

La otra, esa que por entonces lo investigaba por presuntas irregularidades en las exportaciones de la Sociedad Europea de Vehículos en Latinoamérica (Sevel), queda al margen esta vez. Una controversia. Sin embargo, hay dos jugadas destacables del evento de Caballito, ese que sirve para difundir y generar conciencia sobre la bulimia y la anorexia. Valga, entonces.

Unas horas antes de esos dos pases de gol a lo Diego, Maradona debuta como entrenador de Mandiyú de Corrientes. -el 1-2 frente a Central, y su hit “Olivetto, no lo toca, querido“- camisa blanca arremangada, corbata en tonos oscuros, pantalón de vestir y zapatos, sentado en una silla de plástico, detrás de un alambre de púa y una reja que simula una jaula. Desde un sector especial y acondicionado. Los 15 meses de suspensión luego del episodio efedrina Mundial 94 dejan al 10 sin las piernas por un tiempo, al menos por los puntos. Pero esta vez, la causa y los compañeros del picado en la cancha de Ferro, lo llevan a tomar el primer vuelo y estar junto al Pato Fillol -principal impulsor de la iniciativa, producto de la situación por la que atraviesa Nadia, su hija-, y ser parte de este espectáculo solidario con viejos símbolos del fútbol argentino, actores, mediáticos y un empresario, por entonces titular de Sevel, entre otras firmas donde también tiene participación.

En la primera habilitación del astro de Fiorito, el número 11 se la da a las manos al arquero Nery, que es Pumpido, campeón del mundo en México 86. El remate, casi un simbolismo, bien podría ser un pase de estos tiempos a un Ceo de medios que concentra la información.

En la segunda, más clara aún, le pega con el diario (bueno, ese, claro) y no es ni tiro al arco ni pase para Ricardo Darín, el 9 con futuro de Nueve Reinas, que la corre simplemente para maquillar el despilfarro del hijo de Franco. Un toque de atención para la solución argentina de los problemas argentinos.

En un comentario deportivo de ambas escenas se pueden llegar, así y sin demasiada profundidad en el análisis, a dos conclusiones. A) Para jugar al fútbol profesional, en efecto, hay que tener talento y hambre. B) La zurda no es lo suyo, tal parece. Porque en ambas definiciones le dio con cierto desprecio al balón.

Te cambiás en el vestuario con Maradona y Bochini, entre tantos, los mirás, pensás en lo efímero de esos 5 minutos frente a Bélgica en la semifinal de México 86 -Diego y el Bocha jugaron juntos por única vez en la conquista- en el poder que tenés y en que tal vez la pobreza, desde esa perspectiva, sea una sensación que sentís cuando salís de tu mundo para jugar en el mundo del arte. Sin embargo, nacer con la pulsera en la muñeca, y no para evitar el mal de ojo, puede servir para alquilar 24 minutos y poco más, camino a la exposición que en 14 meses lo llevará a la presencia de Boca Juniors con 4.415 votos y, además, para dejar en el banco de suplentes al Chaplin argentino.

Miguel Del Sel, Ivo Cutzarida, Carrió (no la que denunciaba a su familia desde el Ari ni la que sacó el 50,93 por ciento en la Ciudad, con la lista de Macri), el que jugó en Gimnasia, el Charly, fueron algunos de los otros nombres curiosos que se lucieron ante el público que se acercó para colaborar. Fueron 30 mil. En el final, el cambio por el ahora Presidente de la Nación fue Víctor Heredia. Todavía cantamos.

Bonus track: el lateral de Macri