A pesar de que la oposición rehusó participar de la última convocatoria de la mesa de diálogo en Venezuela, de su propaganda de negación y de que exija ahora una salida prácticamente imposible al gobierno de Nicolás Maduro –adelantar elecciones–, el final de este 2016 parece esbozarle una sonrisa al jefe de Estado bolivariano. La sola posibilidad de haberse encontrado cara a cara con los dirigentes adversarios en una agenda, accidentada pero concreta, y el anuncio de que el diálogo continuará en enero del año próximo, otorga al presidente un alivio que le regala al menos un pequeño soplo de vitalidad.

Que una entidad tan influyente como el Vaticano, uno de los mediadores, haga una apuesta decidida a contribuir al diálogo, termina obrando a favor de Maduro, quien finaliza el año confirmado en su puesto, pese a los vaticinios catastróficos de los sectores más radicalizados y a las numerosas marchas opositoras que auguraban frenar el país hasta hacer caer al gobierno, cosa que no consiguieron. Al contrario, Maduro acaba de anunciar una gran marcha para el próximo sábado en Caracas en “defensa de la Revolución Bolivariana”.

Con la opción de referéndum revocatorio prácticamente descartada por agotamiento de plazos y falta de contundencia en la presentación de los requerimientos, la oposición venezolana optó por una cláusula extrema que se parece más al intento de seguir pateando el tablero más que a la exigencia propia de una negociación. Lo demuestran las declaraciones del presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, quien afirmó hace unos días que «el diálogo está absolutamente muerto porque no ha dado resultados» y aseguró que no tiene sentido seguir en la mesa. Allup es el abanderado de la opción «a la brasileña» para desplazar a Maduro. Según anunció, la Asamblea Nacional de Venezuela (Congreso), de mayoría opositora, retomará en los próximos días las discusiones para determinar la supuesta responsabilidad política del presidente. Le adjudican manejos negligentes para paliar la crisis económica e institucional y ahora se agrega el supuesto incumplimiento de los acuerdos establecidos en la segunda plenaria de la mesa de diálogo.

A su vez, acusando al gobierno de incumplir lo pactado, la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) anunció el miércoles que decidió congelar las conversaciones.
Pese a esto, los dos mediadores en el conflicto, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y el Vaticano, con el impulso del propio Papa Francisco, jugaron en los últimos días favorablemente y anunciaron la continuidad de la Mesa. Monseñor Claudio María Celli adelantó que el proceso será “reactivado” el próximo 13 de enero y a partir de ahora se iniciará una etapa de revisión que permita la “consolidación y sostenibilidad” de las conversaciones. “Hemos solicitado a los poderes públicos no aprobar, o abstenerse, de dictar decisiones que dificulten la relación entre ellos o el proceso de diálogo” hasta la reanudación, explicó Celli.
El representante de Unasur, el expresidente colombiano Ernesto Samper, agregó que ambos mediadores solicitaron a los actores políticos “que sería muy conveniente, en beneficio del diálogo, que se hiciera un cese al fuego mediático”, un terreno en el que la oposición juega de local, ya que las declaraciones a los medios, dijo Samper, “en no pocas ocasiones crean confusión”.

Días atrás el vicepresidente Diosdado Cabello denunció “injerencia” del Vaticano en los asuntos internos de Venezuela. Fue porque el secretario ejecutivo de la MUD, Jesús Torrealba, había jurado recibir una supuesta carta que desmentía al gobierno en sus afirmaciones de que las liberaciones de opositores encarcelados o la realización de elecciones fueran condiciones discutidas en la Mesa.

Fuentes cercanas a Roma aseguraron a Tiempo que discusiones como estas no hacen mella en el propósito de los representantes de la sede papal. “Van a ir hasta las últimas instancias con el objetivo de que se llegue a un acuerdo, esa es su apuesta”, afirmaron, aunque reconocen las dificultades de conciliar a dos sectores atravesados por una larga y tumultuosa rivalidad. «

La población tiene expectativas disímiles

Una encuesta afirma que, pese a los esfuerzos del gobierno, mediadores, y algunos sectores de la oposición, la mitad de los venezolanos se siente insatisfecha con los resultados del diálogo, aunque los chavistas son mucho más optimistas. La muestra de Venebarómetro difundida esta semana dice que el 49,9% dice sentirse “inconforme” con el proceso.

El sondeo indica en cambio que un 38% está satisfecho con las conversaciones iniciadas el pasado 30 de octubre con el auspicio del Vaticano y la Unasur. Los valores cambian cuando se identifica a los consultados según su inclinación política: el 73,4% de los chavistas está conforme con el diálogo y un 13,3% se declara frustrado.
Entre los opositores ocurre exactamente lo contrario. El 69,7% de ellos asegura que el proceso no ha llenado sus expectativas y sólo un 20,1% admite encontrarse satisfecho.

Los resultados de la encuesta van de la mano de la tendencia que instalan los medios concentrados en Venezuela, claramente opositores al chavismo y a Maduro. Para ellos, la evaluación negativa alcanza al 87,4% de los entrevistados y solo 12,6% la percibe como positiva.

Sin embargo, la perspectiva del resultado del diálogo es más pareja. Un 48,6% no cree que de las conversaciones pueda salir un cambio para Venezuela, mientras que un cercano 45,1% lo estima posible. En tanto, 79,3% de los chavistas está convencido de que el diálogo generará algún cambio en el país, mientras que el 15,4% opina lo contrario. En cambio, el 66,8% de los opositores no cree que el diálogo vaya a producir algún cambio y solo 26,9% lo ve probable.