Del “Diálogo por la Producción y el Trabajo” solo participaron por el lado sindical los miembros del triunvirato de la CGT. Es curioso si se toma en cuenta que, en general, los dirigentes se esfuerzan para no perderse este tipo de reuniones. En el primer encuentro estuvieron, por caso, Omar Maturano, Roberto Fernández, Pablo Moyano y Andrés Rodríguez.

La soledad del triunvirato es elocunte respecto al resultado. El acta firmada, está claro, no es un galardón que los dirigentes quisieran exhibir con orgullo.

Por el contrario, en el ambito gremial se varios lo interpretaron como un intento de ponerle un cepo a la discusión salarial de 2016, más cerca de un recurso para garantizar gobernabilidad que de una conquista.De ahi que afloraran las críticas dentro y fuera de la CGT.

Pablo Moyano denunció los acuerdos anteriores, amenazó con fracturar la central, anunció que iría a la reunión con los funcionarios y luego no apareció. Al día siguiente hizo lo mismo pero con la conferencia de las CTA, en la que convocaron a una jornada de lucha para el 4 de noviembre y con la cual sus dirigentes aspiraban a meter una cuña dentro de la CGT.

La Corriente Federal de los Trabajadores (CFT), que agrupa 26 sindicatos nacionales y 20 provinciales, emitió el viernes un comunicado en el que denunció al triunvirato de haber violado el mandato recibido en el Comité Confederal del 23 de septiembre.

El documento se título «¿Qué Diálogo?», e insistió en señalar que la defensa consecuente del documento «De mal en peor», que ofició de base para la reunificación, debería conducir a un paro general para «modificar la política económica del gobierno», mientras que el acta «aceptó la lógica de esa orientación».

Héctor Amichetti, de la CFT, puntualizó a Tiempo que «no es que rechacemos el diálogo pero acá se discutió sobre los parámetros del plan de producción del gobierno y no de una agenda de los trabajadores». Por eso, denunció, «los contenidos del diálogo no se ajustan al mandato que recibió el triunvirato en el Confederal que fue el de un paro y un plan de acción por la reapertura».

El Movimiento de Acción Sindical de la Argentina (MASA), que se considera dentro de la CGT pero sin reconocer al triunvirato, en boca de Sergio Sassia, de la Unión Ferroviaria, también se mostró crítico del proceso: «Esa mesa debiera desarrollarse dentro del Consejo del Salario. El diálogo es bueno pero el movimiento obrero tiene que tener otra agenda. En vez de un bono debió solicitarse algo ligado a las escalas salariales y un planteo para defenderse de las importaciones que afectan distintas actividades. No nos fuimos de la CGT. Si convocan a un paro vamos a estar».

Desde afuera, las dos CTA decidieron convocar a una jornada de lucha y lograron cautivar a los movimientos sociales que, hasta hace poco, habían cedido su representación en los dirigentes de la CGT pero que, no conformes con el bono de $ 1000, optaron por abrir otro rumbo.

Los dirigentes criticaron los resultados de la negociación pero reclamaron participar del mismo denunciando «discriminación».

Miguel Bravetti, dirigente de la Coordinadora Sindical Clasista (CSC), por su parte, sostuvo que «el diálogo, cuyo principal impulsor ha sido la Iglesia, es un instrumento del ajuste. Al gobierno le alcanza para cancelar la paritaria 2016 y al triunvirato para archivar el paro. Las próximas reuniones incluirán iniciativas para flexibilizar aun más las condiciones del trabajo. En vez de denunciar todo esto, la CTA reclama ser parte de la mesa. La CSC se empeña en movilizar a los trabajadores detrás de un programa. Contra la tregua y el diálogo, nuestro planteo es paro nacional y plan de lucha”, concluyó. «