Deportivo Riestra-Comunicaciones. Un papelón, sí. Una vergüenza, sí. Speed Unlimited y el gerenciamiento turbio, claro. Víctor Stinfale en escena, por supuesto. Todo eso que ahora sale a la luz. Todo eso que desata la descalificación inmediata de los que creen que existe un fútbol ideal, puro, pero bien lejos de aquí. Da mucha tristeza la editorial enfática de muchos periodistas que suelen mirar el ascenso desde el lente de la «barbarie». Casualmente, o mejor dicho, no casualmente, muchos no se explayaron con eso que también sucede en las categorías más humildes de nuestro fútbol. Ocurrió el sábado, en Zárate, una zona castigada por las políticas de ajuste del macrismo. Allí jugaban la final por el segundo ascenso a la B Metropolitana Defensores Unidos y San Miguel. Pese al esfuerzo y la ilusión de esa localidad agredida que buscaba un bálsamo, la final se la llevó, con mucho mérito, el viejo Trueno Verde, que retornaba a la B luego de 12 larguísimos años transitando la C y hasta la D. No hubo un solo incidente. Solo tristeza. Profunda tristeza como la foto que ilustra este artículo. Es de un dirigente de Defensores Unidos que sufre una pérdida. Dirigente de esos silenciosos, que no andan desfilando soberbia ni traman negocios oscuros, y ponen todo (tiempo, dinero, salud) en los clubes. Lloró, lloró mucho. Estuvo casi 20 minutos sentado y con la cabeza baja mirando el piso. La imagen, esa nota destacada del fin de semana, no nutrió las agobiantes agendas de los Fox y TyC. Tampoco se viralizó.