Fue parte de bandas míticas de nuestro rock local y compartió escenario como invitado de muchas más. Su máximo emblema es haber formado parte de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, pero también tocó en vivo con Riff y grabó con la influyente banda tecno Los Encargados, entre muchas otras aventuras. Todo eso, claro, antes de comenzar con una carrera de solista que comenzó hace casi 25 años y lo canonizó casi como un embajador del funk nacional y popular. Al protagonista de esta nota no le cuesta sentirse todo un privilegiado. Con más de tres décadas «en este negocio cruel», Willy Crook se define por estos días como un músico feliz. Mucho de este sentimiento se debe a la salida de Lotophagy, su onceavo disco solista, que incluye nueve composiciones flamantes más una reversión de «Seen Sin» (un clásico del catálogo del cantante, guitarrista y saxofonista).

La excusa de su encuentro con Tiempo Argentino es para charlar sobre su nuevo disco, pero en el camino aparecerán tópicos diversos, tales como el lugar que ocupó como miembro iniciático de Los Redondos, su mirada ácida sobre la política y su rechazo firme a mirar atrás como sinónimo directo de nostalgia. En ese contexto el presente es lo que más importa, siempre, y es por eso que estas nuevas canciones son tan importantes para Crook: «Yo soy un privilegiado de vivir en este mundo de la música y poder hacer lo que quiero. Lo siento así, de manera que a modo de retribución a quienes me apoyan uno tiene que grabar discos. Es que la gente es la verdadera dueña de la música, así que el músico sólo se limita a hacerla, algo que no es poco nunca, pero de la misma forma se transforma en un instrumento más en la cadena de producción».

Ese fue el contexto que le dio vida a Lotophagy, pero mucho de lo bueno y lo nuevo que hoy Crook tiene para mostrarnos proviene del nacimiento de su nueva banda. La nueva encarnación de sus eternos Funky Torinos incluye a Juan Cava en batería, Leonel Duck en teclados y Esteban Freytes en bajo. «Hace sólo tres años que estamos juntos como grupo, así que para mí esto también es algo nuevo, sobre todo para un joven con tanta experiencia como yo (risas varias). Entonces, todo esto que pasó me incentivó para volver a hacer nueva música y como consecuencia a sentirme contento con todo lo que me pasa en la actualidad. Naturalmente yo venía grabando de manera casera durante todo este tiempo, pero como los escritores tiran ideas al aire, las escriben y luego las desechan a la basura, en mi caso fue juntar muchas canciones para después ver si algunas me conformaban al volver a escucharlas. Y así fue, porque muchos de esos temas fueron a parar a este nuevo disco, aunque antes también sonaron en vivo sin estar grabadas: las tocábamos en democracia pero ahí quedaban. Tengo que aclarar que yo puedo parecer muy así, democrático y todo eso, pero en el arte no hay nunca una democracia. Es como ir en un auto que tiene un volante con cuatro asientos, así que uno maneja y los otros acompañan, todos calladitos y sin molestar en el camino», asegura.

El título del disco Lotophagy es un neologismo creado por Crook inspirado en el Ulises de Joyce. ¿Llegar a su onceavo disco solista implica la necesidad de un balance? «No,  por eso querría comprar un kilo de flor de loto y asegurarme el olvido», dice entre risas antes de desgranar una respuesta formal. «Es que en todos estos años en los que hice y participé en discos me han pasado bastantes cosas, algunas buenas pero también de las otras, de las que nunca vale la pena hablar. Soy de los que consideran que cada grupo de amigos o cada amor son como pequeñas vidas que uno tuvo en el pasado. También tengo amigos a los que no veo desde hace mucho, mucho tiempo, pero que cuando los vuelvo a ver hasta podemos retomar una conversación desde el punto en que la habíamos dejado. Soy de los que recuerda todo lo sucedido, pero no me parece muy sano dejar de ver al presente. Soy un ‘presentista’ nato y muy eventualmente escucho mis viejos discos, eso pasa sobre todo en casa de algún amigo que los pone. Cuando eso sucede lo tomo como algo grato, pero sinceramente sólo me limito a decir: ‘Gracias, todo muy rico, pero pasemos a otra cosa'».



...

Llevando sobre su espalda un pasado con el que muchos querrían ostentar, a Crook se lo nota tranquilo pero firme a la hora de no mirar atrás. Sabe muy bien de dónde viene y todo lo que hizo en el camino transcurrido, pero se lo nota poco cómodo a la hora de hablar de sus laureles ganados. «Sí, soy bastante crítico del recuerdo y rechazo bastante esa mirada –revela–. Pero si tengo que hablar de mis discos te diría que no les agregaría ni quitaría nada porque no soy de esos que regrabarían todos sus álbumes una y otra vez. De hacerlo sería como entrar en la autocrítica y el autobombo. Lo que sí me pasa es que me sorprendo gratamente cuando encuentro a gente a la que le gustó algún disco mío de manera significativa y que lo tienen en un lugar destacado de sus momentos vividos. Todo esto nos lleva a pensar y a confirmar algo que digo desde hace mucho, mucho tiempo: el verdadero dueño de la música es el que la escucha. Y punto. Hay gente como doctores formales que me escuchan operando, hay otros que lo hacen estudiando o inclusive quienes le ponen mi música a las plantas. Hay de todo y ese todo siempre me sorprende».

Pero así como es crítico de su propia obra, Crook también lo es cuando se lo consulta sobre otras situaciones más cotidianas que lo rodean. Así, sus dardos más punzantes los direcciona hacia lo institucional, sencillamente porque dice que la crisis no deja de afectarlo como a todo el mundo. Para él existe cierto tipo de gente o habitantes de nuestro país que siempre intentarán resguardarse en la diversión, sobre todo para capear los males que se sufren en nuestro país. Es justamente con ese tipo de personas con las que Willy se siente más identificado: «La música es el oficio más antiguo del mundo y te distrae mucho, por lo menos suele hacerlo unas dos horas sacándote de este hostil e inmundo lugar. En esta corrupción que padecemos ahora estamos experimentando a una oligarquía fascista que no me llama la atención para nada, casi que agradezco cuando de repente algo sigue en pie. Desde luego que este gobierno es de gente muy ineficaz, incluso en su propio palo, y culturalmente se nota que no abrieron un libro ni para saber cómo ser vicepresidente. ¡No leyeron ni un artículo en la revista Cosmopolitan! Es como en la letra de ‘Cambalache’ cuando dice que ‘los ignorantes nos han igualado’. Creo que Discépolo no contaba con que los ignorantes también nos gobernarían». «

Las enseñanzas de Patricio Rey

En los pocos momentos en los que Willy Crook habla del pasado es para referirse a la escuela que para él significó haber sido parte de la formación inicial de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. En esos momentos recuerda de la mejor forma al Indio Solari y a Skay Beilinson: “Fue mi primera banda y estoy muy orgulloso de haber sido parte de todo lo que pasó. Sé que para la gente todo ese periodo fue especial, inclusive para muchos de los que cronológicamente no pudieron ver en vivo a la banda. Para mí el Indio fue un hermano mayor del que aprendí muchas cosas. Tal vez él no las recuerde, pero yo las aprendí (risas). Ellos construyeron una química que funcionaba de gran forma: Skay haciendo la música, el Indio las letras y Poli la ingeniería psíquica. Yo entré a los 18 años, así que para mí eran mis auténticos hermanos mayores. Creo que si hay asperezas deben ser muy limables si se ponen a hablar, sobre todo con gente de su libertad mental. De Patricio Rey saqué la filosofía para manejarme, de hecho me fui de la banda porque recibí los mejores consejos por parte de alguien que no existe. Si yo me quedaba en ese momento sólo habría sido por la plata y Patricio Rey hubiese dicho que era un grasa. Creo que para mí quedaron las puertas abiertas a raíz de eso. Ya en el 91 la banda era un movimiento social, con mucha gente identificada y eso es mucho mejor que identificarse con la Iglesia o con el Ejército. Ya un poco más acá, Skay también me sorprendió gratamente con su carrera solista, cantando y tocando como lo está haciendo”, concluye.

¿Cuándo?

Willy Crook & Funky Torinos presentan Lotophagy en dos funciones. Viernes
18 de octubre a
las 21 y 24. Bebop Club, Moreno 364.