Gabriela Michetti no tiene suerte. Desde que decidió competir por la jefatura de Gobierno porteño, en contra de los deseos de Mauricio Macri, la carrera de quien fuera la figura más carismática del PRO viene barranca abajo. Incluso el día más feliz de su vida pública terminó en un escándalo. La misma noche del balotaje que la consagró como vicepresidenta sufrió un robo hogareño que aún no fue aclarado. La sustracción le costó a la oriunda de Laprida una denuncia judicial por el origen del dinero que atesoraba en su casa. En el Senado las cosas no están mejor: su desconocimiento del reglamento la puso en la mira de varios legisladores opositores. Por eso “Gaby” pasa cada vez más tiempo en funciones protocolares y fuera del país.

Un par de días en República Dominicana en el mes de agosto, y seis jornadas en Ottawa a finales de septiembre y principio de octubre, marcaron el inicio de una serie de periplos que tuvieron su pico en los últimos dos meses. Entre octubre y noviembre Michetti participó de un congreso en Quito, viajó diez días a Qatar para la firma de un polémico memorándum que fue llevado a la Justicia, hizo un paso por los Emiratos Árabes, Arabia Saudita y visitó al Papa Francisco en Roma. Las millas que acumuló Gabriela Michetti serían la envidia de cualquier viajero frecuente, pero los periplos emprendidos por la vicepresidenta desde julio pasado se parecen más a un exilio que a otra cosa. Razones no faltan: su performance al frente de la Cámara Alta le causó varios dolores de cabeza a oficialistas y opositores y sus problemas judiciales no le dan respiro.

El 22 de noviembre de 2015 la vida de Michetti cambió para siempre. Mientras festejaba la brillante elección de Cambiemos en Costa Salguero, a 6 kilómetros y en el barrio de San Cristóbal un custodio se llevó $ 245 mil y U$S 50 mil que la hoy vicepresidenta tenía guardados en cajas dentro de su dormitorio. La denuncia nunca se hizo pública hasta que apareció en las páginas de Tiempo y poco después se desató un escándalo: ese dinero no aparecía en las declaraciones juradas de “Gaby”. Cuando el abogado Leonardo Martínez Herrero se presentó a la Justicia para que investigue la omisión empezaron los problemas. Su fundación SUMA no había presentado los balances correspondientes, entre otras desprolijidades.

“Me estoy entrando por vos. Todas las cosas que tengan que ver con denuncias e imputaciones serán aclaradas como tengan que ser aclaradas. La tranquilidad de conciencia y pensamiento y de todo la tengo perfectamente, así que no hay problema”, expresó, positiva, el pasado viernes durante una conferencia de prensa en Chapadmalal. Tiempo la había consultado por una nueva investigación en torno a su figura y la de su asistente Ruth Brook, quien habría sido contratada en la Cámara Alta pero cumpliría funciones en SUMA.

El incidente destapó además los métodos de financiación de otras fundaciones encabezadas por ministros macristas como Creer y Crecer, de Néstor Grindetti; Formar, de Guillermo Dietrich; y Fundar Seguridad y Justicia, de Eugenio Burzaco, que tampoco presentaron balances en los últimos años.

En el Senado las cosas no están mejor. Dos semanas atrás Michetti quiso desempatar una votación cuando no le correspondía y en el medio casi hace caer el proyecto oficial de emprendedores. “Desempato yo y voy a votar afirmativo”, anunció la vice después de que 24 senadores apoyaran un artículo de la iniciativa y 24 lo rechazaran. “El reglamento dice que hay que volver a votar y si ahí hay empate de nuevo, desempata el presidente. Me dicen acá, no sé. Yo no sé”, se sinceró más tarde. Para evitar males mayores, Federico Pinedo planteó una moción de orden y la iniciativa volvió a comisiones.

“Michetti tiene un desconocimiento absoluto del reglamento. No entiende nada y encima habla como si estuviera en una tertulia”, apuntó un senador peronista. “La verdad es que a veces la situación asusta”, completó. «