Desde una nación semicerrada que apenas tuvo contacto en el extranjero, hasta un motor económico mundial con una apertura de alto nivel en todos los aspectos, China ha hecho milagros al expandir su mercado y contribuir al mundo.

Hasta ahora, China ha establecido 18 zonas de libre comercio (FTZ, por sus siglas en inglés) en todo el país desde que comenzase el experimento en Shanghai en 2013. Las zonas actúan como terrenos de prueba para experimentar nuevas regulaciones y explorar formas de mejorar el entorno empresarial que luego se replicaría en todo el país.

Gracias a ventajas institucionales, las FTZ de China han ayudado a servir mejor a la economía real del país, impulsar el comercio exterior y atraer personal de alta calidad y empresas de alta tecnología del extranjero con un mejor entorno comercial y una mejor protección de la propiedad intelectual.

Entre 1950 y 1977, el crecimiento comercial anual promedio del país fue inferior al 10 por ciento. Desde 1978, cuando China comenzó a implementar la política de reforma y apertura, hasta 2018, el crecimiento comercial anualizado fue del 14,5 por ciento.

En 2018, la inversión extranjera directa (IED) en China alcanzó los 138.300 millones de dólares, lo que supone 151 veces la de 1983 y representa una tasa promedio anual del 15,4 por ciento.


Al cierre de 2018, el flujo de entrada de IED a China ocupó el segundo lugar en el mundo durante dos años consecutivos y el primero entre los países en vías de desarrollo durante 27 años consecutivos.

A finales del año pasado se habían establecido más de 960.000 empresas con inversión extranjera en China, con una IED acumulada superior a 2,1 billones de dólares.

En la actualidad, el país ha atraído inversiones de más de 200 países y regiones. En 2018, las principales inversiones vinieron de Asia, la Unión Europea, América del Norte y las zonas de puertos libres.

La Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés) propuesta por China, en virtud de la cual China ha firmado documentos de cooperación con más de 160 países y organizaciones internacionales, es un buen ejemplo de los esfuerzos de apertura de China.

La BRI ha abierto un nuevo espacio para la economía mundial con resultados mejores de lo esperado, promoviendo el crecimiento económico y comercial y estimulando la inversión y creando empleos en todo el mundo.

En menos de seis años, la BRI se ha extendido desde Asia y Europa hasta África, América y Oceanía, y la acción colectiva bajo la misma no tiene precedentes en la historia.

De 2013 a 2018, el volumen de comercio entre China y otros países de la Franja y la Ruta superó los 6 billones de dólares, y la inversión de China en esos países superó los 90.000 millones de dólares.

Gracias a la BRI, África oriental tiene su propia autopista, Maldivas tiene su primer puente interinsular, Bielorrusia puede producir sedanes y la cantidad de trenes de carga entre China y Europa está en aumento. El oxidado puerto griego del Pireo se ha convertido en una de las terminales de contenedores de más rápido crecimiento del mundo.

Setenta años después, la historia de éxito de la apertura de China continuará en todo el mundo.