En las tribunas de Twickenham se ven algunas –pocas– banderas argentinas. Son argentinos que viven en la ciudad o que pudieron hacer más de 11 mil kilómetros para alentar a Los Pumas en Londres. Sirven, claro, para las fotos. Faltan otros hinchas: no hay infantiles de los clubes argentinos, tampoco de juveniles ni mucho menos sus padres o abuelos, esos que todavía no pueden creer que Los Pumas jueguen todos los años contra los Wallabies, los Springboks o los All Blacks. Ellos, ayer, lo miraron por televisión.

A comienzos de año la UAR anunció que el último partido del Rugby Championship ante Australia se iba a jugar en Londres. Y así fue: ayer Los Pumas perdieron 33-21 ante los Wallabies jugando como “locales” en la capital inglesa. La decisión de la UAR de ceder la localía tuvo un solo factor: el económico ante la necesidad de recaudar fondos. La única oferta que recibieron fue “imposible de rechazar”, según contaron desde la Unión, e inigualable para las pocas provincias que, pese al año de recesión, se mostraron interesadas en tener el encuentro. La negociación fue con la empresa ISI que compró los derechos del partido por un millón de dólares y pagó los gastos de la estadía y los traslados del equipo.

Hasta acá, durante los dos primeros años de Rugby Championship, el partido con Australia se disputó en Rosario gracias al aporte del Estado santafesino, pero la dificultad para cobrar rompió la relación de la UAR con la provincia. Los últimos dos duelos se jugaron en Mendoza, sin embargo, este año se bajó: cuando el radical Alfredo Cornejo reemplazó a Francisco Paco Pérez (Frente para la Victoria), cambió la política de gastos y adiós al rugby. “El costo de traer a Los Pumas a Mendoza es cercano a los 10 millones de pesos y hay mucha deuda por compromisos que asumieron en la anterior gestión. No queremos generar una bola impagable”, explicó Federico Chiapetta, subsecretario de Deportes mendocino.

Córdoba, en tanto, hizo una oferta, pero muy lejana de lo que se pretendía en la UAR y además las relaciones no quedaron del todo bien tras los partidos ante Francia en 2012 y Escocia en 2014. No hubo tampoco interés de ningún gobierno que esté dispuesto a desembolsar lo necesario para contar con el partido, en parte porque hay una visión de que sólo se llenan los estadios con el partido ante los All Blacks, restándole trascendencia a medirse, por ejemplo, con los Wallabies, el subcampeón del mundo. Este año, de hecho, costó mucho que Tucumán (vs. Francia) cumpliera con su compromiso asumido ante la UAR. Y es más, el test ante los All Blacks que históricamente se jugaba en La Plata este año volvió a Capital Federal por el cambio de gobierno y la decisión de no pagar por el partido del seleccionado.

En este contexto, la UAR priorizó Inglaterra, la opción más rentable. Además, había un buen antecedente de recaudación: el año pasado, post Mundial de Inglaterra, Argentina jugó en Twickenham frente a los Barbarians y contó con 38 mil espectadores. Y ayer se confirmó: Los Pumas jugaron ante 48.515 personas. Otro detalle es que hasta la televisación salió ganando con la jugada al vender los derechos del partido. Entre tanta ganancia, esta semana, Carlos Araujo, presidente de la UAR, confirmó que en caso de que ningún gobierno provincial se comprometa a poner el dinero suficiente para que Los Pumas jueguen en el país la localía podría volver a cederse para el 2017. “Los Pumas generan ingresos que permiten solventar los gastos del rugby profesional y amateur, y eso es altamente positivo”, explicó. “Es un lugar histórico para el rugby y jugar ahí será un gran desafío”, decía Agustín Creevy, el capitán del equipo en la previa.

La de ayer no fue la primera vez que la UAR resignó la localía. En 2009 fueron «anfitriones» en Manchester. La diferencia es que esa vez el rival fue Inglaterra, que como «visitante» en el Old Trafford se impuso por 37-15. Lo que no se tuvo –y no se tendrᖠen cuenta es que se privó al público argentino de un partido de élite (en Vélez, por ejemplo, hubo 32 mil espectadores) y al equipo, de contar con esa ventaja que da jugar con tu gente. En lo deportivo, hubo otras desprolijidades, ya que para los jugadores la decisión también significó sumar horas de vuelo y no tener descanso: hace una semana terminaron de jugar ante los All Blacks a las 22 y al otro día –todavía golpeados, cansados– se encontraron en Ezeiza a las 10 de la mañana para viajar 12 horas hasta Londres. Y ni hablar de la premisa con la que se celebró el ingreso argentino al Rugby Championship, que prometía “disfrutar del mejor rugby en casa y difundir el deporte en el país”, algo que ayer quedó lejos.