Una fábula ecológica, “Downsizing”, del dos veces ganador del Oscar al mejor guión Alexander Payne, abrió hoy con los mejores auspicios el 74o. Festival de Venecia, donde encuentran cabida tres films argentinos pero ningún candidato a los premios principales que asignará un jurado presidido este año por la actriz norteamericana Annette Benning.

En efecto, ni “Zama” de Lucrecia Martel (que se exhibe mañana fuera de concurso) ni el documental sobre su realización, “Años luz”, de Manuel Abramovich, el 2, que figura en la sección dedicada a este género, aspiran a otros premios que no sean los de los innumerables jurados paralelos mientras “Invisible” de Pablo Giorgelli (programado también para el viernes 1) puede ser galardonado por el jurado de la sección informativa “Horizontes” que preside el cineasta italiano Gianni Amelio.

“Downsizing” es la historia de una pareja que, por virtudes ecológicas y más aún económicas, decide miniaturizarse a menos del diez por ciento de su tamaño normal para disminuir de otro tanto sus necesidades fisiológicas y alimenticias y aumentar en igual medida su rédito económico.

Paul Safranek (Matt Damon) y su esposa Audrey (Kristian Wiig) podrían así coronar su sueño de una casa mucho más espaciosa y hasta el de vivir de rentas con la liquidación de todos sus haberes que valen diez veces más en la comunidad en miniatura (aislada del mundo por temor a todo lo que pueda ser reducido a su propio tamaño, ya sean insectos o pájaros).

Todo iría perfectamente si no fuera porque a último momento Audrey se niega a seguir a su marido y decide permanecer en el mundo de los “gigantes” dejando que Paul trate de inventarse una nueva vida en una lujosa mansión que deja de tener todo sentido. Este es el original inicio argumental imaginado por Payne y su colaborador habitual Jim Taylor que se inventan nuevas peripecias como la de un traficante que se gana la vida contrabandeando productos del mundo de los “gigantes” (deliciosa actuación de Christoph Waltz con un divertido cuan inventado acento croata) o la de una opositora vietnamita miniaturizada contra su voluntad (Hong Chau) que vive ayudando a los marginados de la sociedad.

Porque en esta sátira provocativa y absurda de los valores burgueses se introduce una tocante historia de amor y un llamado a defender a la naturaleza, justo en el momento en el que un Donald Trump decide reanudar su ataque contra ella.

Payne se demuestra ante todo como un brillante guionista, mucho mejor que como un director que al máximo se limita a narrar de la mejor manera posible una historia que ostenta un mensaje de extraordinaria actualidad.