Se presentó espontáneamente a pedir que lo investiguen y con eso ganó acceso al expediente y a la autopsia sobre el cuerpo hallado el martes. En la causa por el corte de la ruta 40 ya había sido aceptado como querellante.
La fiscalía federal de Esquel incluyó a representantes legales del único
imputado en la causa por la desaparición de Santiago Maldonado entre las partes
con derecho a participar de la autopsia que se realizará sobre el cuerpo
hallado el martes en horas del mediodía en el Río Chubut. Se trata del subalférez
Emmanuel Echazú, quien había sido aceptado como querellante en la causa por el
corte de la ruta 40 que tramita el juez Guido Otranto, pero que desde el 13 de
octubre está imputado en la causa iniciada a partir del hábeas corpus por la
desaparición de Maldonado que lleva el juez Gustavo Lleral. Fue a raíz de una
presentación espontánea en la que pidió que lo investiguen, y que nunca
trascendió públicamente.
Así, Echazú logró tener acceso a todas las instancias vinculadas con el caso
Maldonado y no sólo con el expediente en el que patrocinado
por el abogado de la Gendarmería, Mauricio Castro- fue aceptado como
querellante tras ofrecer su declaración sobre las lesiones que dijo haber
recibido cuando aún estaba en la ruta, antes de ingresar por la tranquera a
territorio de la Pu Lof.
¿Pero quién es Echazú? En su columna del 8 de octubre, el periodista Ricardo
Ragendorfer lo señala como el gendarme que se ve salir de la orilla del río
Chubut con el rostro sangrante y una escopeta recortada en la mano derecha.
Tiempo Argentino reveló el 1 de octubre que según el expediente el
inventario del arsenal utilizado por la Gendarmería en su incursión a la Pu Lof
de Cushamen incluía cuatro escopetas High Standart con munición no letal.
Pero no la Bataan calibre 12,70 exhibida por Echazú. Una fuente de la fiscalía
consultada al respecto aseguró que esa arma no aparece por ningún lado. Un
temita que el recusado juez Guido Otranto dejó en el limbo penal, señalaba el
periodista.
En la declaración que prestó el 16 de septiembre ante el juez Otranto,
Echazú señaló: Ya me habían herido en el rostro. Y empecé a caminar hacia el
río. Al llegar a la pendiente, me detuve. Era un momento de corridas y tensión;
entonces alguien me entregó la escopeta. Aunque intento acordarme, no recuerdo
quién me la dio.
Fue unos instantes antes de que se escucharan gritos de los gendarmes: ¡Tenemos
a uno! era la frase que se impuso sobre otras; luego sonó un estampido de
escopeta, justo antes de que Echazú fuera retratado al alejarse de ese sitio
con huellas de lucha en la cara y su misteriosa Bataan.