«Nosotros oficiamos como interlocutores entre los empresarios y los gremios, ellos juegan dentro de la mesa de negociación, no depende de nosotros lo que acuerden». La frase forma parte de la primera evaluación del gobierno sobre el futuro de la mesa de Diálogo para la Producción y el Trabajo que reunió a las cámaras patronales y sindicatos con el auspicio de la Iglesia. La reunión, que tendrá un segundo capítulo en noviembre, buscará afrontar el cierre de un año traumático en términos productivos y de empleo, pero también jugó como una señal hacia el interior de Cambiemos y de la Casa Rosada, donde las internas recrudecieron al calor del deterioro de las condiciones económicas y del cercano umbral de las elecciones de medio término del año próximo.

Alrededor del presidente Mauricio Macri admiten que la previa del año electoral estará atravesada por el impacto de la economía en los sectores más golpeados por el ajuste, especialmente en la provincia más grande del país, y en las áreas urbanas más pobladas del interior. Ante ese escenario, la mesa que arrancó el miércoles tiene una funcionalidad específica: servir como paraguas de una negociación que podría derivar en el pago de un bono de fin de año a los trabajadores públicos y privados, que el gobierno quiere pagar a cuenta de la paritaria del año que viene.

A ese escenario del oficialismo le falta una pieza clave: los empleados públicos de las administraciones provinciales. Casi al unísono, los «gobernas» pusieron el grito en el cielo y anticiparon que no podían pagarlo, pero el ministro del Interior Rogelio Frigerio cuenta otros porotos. «Contamos con provincias que podrán pagar un bono. No son muchas, pero hay, como San Luis, San Juan, Salta, Córdoba, y después hay otras que no pueden», explicó una fuente de esa cartera sin incluir a la provincia de Buenos Aires. La otra parte del continente peronista que masajea el gobierno para fin de año es la CGT, cuyo triunvirato afronta un fuerte desgaste interno antes y después del arranque de la mesa de diálogo que, por ahora, no exhibe ningún saldo concreto por fuera de la foto. En los cálculos del gobierno la inflación del año que viene será del 17%, pero las consultoras calculan un 30%, es decir, diez puntos por encima del 20% que diseña el macrismo para la paritaria 2017.

Aun así, con el desgaste del cegetismo en el bolsillo, los crujidos más fuertes resuenan dentro del gobierno y no afuera. El diseño del Presupuesto 2017 es el plato fuerte de la interna, dentro de la Rosada y con los gobernadores. En esa arena todavía no rige la tregua dentro de Cambiemos. Esta semana el oficialismo tuvo que comprometerse a echar marcha atrás con un recorte de 900 millones de pesos para la cartera de Ciencia y Tecnología. Con las provincias la puja es otra. «Si tiran mucho de la soga se quedan sin Presupuesto y serán los responsables de dejar al gobierno sin Presupuesto», les advirtieron desde las oficinas de Frigerio y Monzó.