Desde los años de la hiperinflación de 1989, las empresas distribuidoras de energía eléctrica cuentan con un manual de comunicación, muchas veces no escrito, para capear temporales en tiempos de aumentos antipáticos. Uno de sus puntos principales aconseja dividir los montos a pagar en cuotas, y disimular su dimensión por la canaleta del detalle y el tecnicismo, al calor del desconocimiento generalizado y la inconsistencia de los especialistas. Parte de esa máxima fue aplicada esta semana, pero en manos del gobierno, y volverá a experimentarse mañana, cuando se reúna el Comité Federal de Energía Eléctrica y Aranguren les insista a los representantes provinciales con la aplicación de una tasa de interés del 24% anual sobre las cuotas que pagarán los usuarios, para afrontar el nuevo aumento del gas que rige desde este mes y que la UCR reclamó «aplanar» para contener las consecuencias electorales del aumento.

Ante las consultas de Tiempo, un funcionario de la Casa Rosada confirmó que la reunión contará con ese ingrediente, aunque originalmente estaba prevista para la tarifa social del gas. «Hay que cofinanciar 50 y 50 la tarifa social del gas (entre Nación y provincias) pero es poca guita. Si financiamos 70/30 la obra pública, si le sacamos los subsidios a la zona metropolitana para equiparar con el interior, entonces es razonable cofinanciar 50 y 50 la tarifa social del gas», se justificó una fuente del ministro del Interior Rogelio Frigerio, que participará de la reunión. Aunque desde la Jefatura de Gabinete, conducida por Marcos Peña, contestaron que este lunes «se va a discutir qué hacer con eso. Pero aún no está decidido. Ya aplicamos intereses el año pasado, y este año sería de acuerdo a la tasa del Banco Nación», completó el funcionario.

La reunión de Aranguren con el comité energético que integran las provincias será un nuevo round de un debate donde la dimensión del aumento no está en discusión, sino las formas de su aplicación. Ese fue el saldo del encuentro poco amable que mantuvieron el miércoles pasado el gobernador mendocino y titular de la Unión Cívica Radical (UCR), Alfredo Cornejo, con el presidente Mauricio Macri, Peña y Aranguren. El round se concretó una semana después de las críticas públicas que lanzó el mendocino contra el ministro, para sacar al radicalismo del silencio y posicionarlo como un aliado crítico dentro de Cambiemos.

Lo acusó de hacer que el gobierno «meta la pata» varias veces en materia tarifaria desde 2016 y anticipó (ante un grupo de empresarios del Rotary Club), que presentaría una propuesta alternativa. Finalmente lo hizo, pero ante el Ejecutivo, no en la Cámara de Diputados, donde originalmente amenazó con llevar el debate para paliar el impacto piantavotos de la última parte del aumento para el consumo de gas en todo el país. Un elemento que, tanto para radicales, lilitos y algunos macristas, castigará duramente al bolsillo de las clases medias urbanas, la principal base electoral de la alianza Cambiemos, en un escenario político donde un oficialismo controla los cinco principales distritos del país por primera vez desde los ochenta.

Dentro de la Casa Rosada reconocen que el debate privado que Cornejo mantuvo con Macri y Aranguren no fue tan amable como las lisonjas públicas que este sábado ventiló el titular de la UCR, subido al escenario quilmeño del primer encuentro nacional de la juventud de Cambiemos. Este sábado el oficialismo hizo dos movimientos para contener los daños del tarifazo: congregó a la tropa propia de los tres socios de la alianza gobernante, y mandó a todos los funcionarios del Gabinete nacional a realizar un nuevo timbreo para contener el malestar por el incremento de la inflación y los primeros coletazos de un tarifazo que promete nuevos capítulos. Al cierre de esta edición, la última reedición de la experiencia de marketing directo que acuñó el macrismo le aportó un fresco del humor social, como le pasó al ministro de Educación Alejandro Finocchiario, que fue filmado mientras una vecina jubilada del Conurbano Bonaerense le rompía un volante partidario en la cara y lo dejaba plantado a los gritos, luego de compartir su decepción.

El baño de realidad que se llevaron los timbreadores este sábado explica la ausencia de Macri, la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal y la líder de la Coalición Cívica Elisa Carrió. Las imágenes que faltaron sobre las caras amargas del timbreo, sobraron respecto al encuentro de la juventud, donde Cornejo se mostró junto a Peña (y buena parte de los ministros de Cambiemos) para ofrecer un mensaje de unidad en una de las cabeceras más pobladas del Conurbano sur, que controla el chef macrista Martiniano Molina. El ministro coordinador ratificó la línea discursiva del oficialismo: «Vemos demasiado seguido cómo el populismo, que se quedó sin votos, no acepta que es minoría, pero tiene que hacerlo porque no pudieron resolverle los problemas a la gente. La mentira y la especulación tienen un límite, que es la dignidad de los argentinos que no se dejan engañar, que no se dejan robar, que saben bien quién es quien. A pesar de las dificultades, la gente no quiere volver al pasado, la Argentina quiere ir hacia adelante», arengó Peña, en medio de una de las semanas más complejas del oficialismo en materia tarifaria, pero con el radicalismo jugando como sparring del gobierno para capitalizar parte del discurso opositor. Una línea tan finita como los argumentos que utilizará la Nación para sumarle intereses al plan de pagos, de un reajuste que recién concluirá en 2021, conocido técnicamente como «Revisión Tarifaria Integral», un mote que los consumidores ya experimentan en carne propia, con consecuencias políticas aún desconocidas. «