Francisco «Barba» Gutiérrez sonríe. Se para un paso atrás del triunvirato que conduce la CGT y escucha el anuncio del comienzo de un plan de lucha que incluirá una movilización el próximo 7 de marzo y un paro general «la segunda quincena de marzo».

Apenas pasaron unos minutos de la finalización de la primera reunión del Consejo Directivo de la CGT y del anuncio de la primera medida de fuerza de la central obrera en la era Macri, cuando el «Barba” se sienta en la mesa de bar de la esquina de la Federación Marítima Portuaria y de la Industria Naval (FeMPINRA), a pocas cuadras del Congreso de la Nación, para dialogar con Tiempo.

«Estuvo picante, pero salió la medida que es lo importante», dispara con satisfacción. El exintendente de Quilmes señala que el incumplimiento del acuerdo de suspensión de despidos firmado a fin de año marcó el quiebre de la relación entre el gobierno y la CGT. «Se perdió la confianza», analiza. Y asegura que la Casa Rosada «no es un factor de equilibrio» sino «que siempre juega a favor de los empresarios».

En un año que amanece con alta conflictividad sindical, el dirigente también piensa en el peronismo. Asegura que a Cristina Fernández de Kirchner le queda chica la candidatura a senadora y sostiene que la expresidenta es una figura necesaria para lograr la unidad en la provincia de Buenos Aires y ganar las elecciones.

–Más allá de la medidas de fuerza anunciadas, ¿hay alguna autocrítica de la CGT respecto del accionar durante el primer año de gobierno de Mauricio Macri?

–Si hay alguna autocrítica la realidad es que está hecha con la medida que anunciamos. La CGT tuvo una estrategia de instalación del tema institucional, de diálogo productivo y de tratar de frenar el avance del gobierno sobre la legislación laboral, los derechos de los trabajadores y también concretar algunas reivindicaciones. Entre esas reivindicaciones se logró sacar la Ley de Ganancias, que no es la mejor, pero mejoró lo que se tenía. También logramos la sanción de la Ley de Emergencia Social que le permitió a los trabajadores informales tener un contexto de garantía y estabilidad por los próximos tres años. Eso hizo que se logre gobernabilidad y tranquilidad. Si bien no es responsabilidad de la CGT, entendemos que el primer año de gobierno había que tener una actitud prudente para no provocar ninguna situación de conflictividad.

–¿Cuándo cambia esa visión? ¿Cuándo se produce el quiebre de la relación con el gobierno?

–El trabajo y el diálogo de todo el año pasado debería haber culminado con el acuerdo de fin de año de un cese de la suspensiones y despidos hasta marzo y con la certeza de que los trabajadores cobrarían un plus de fin de año. Ese acuerdo se discutió con empresarios, con el gobierno… Todo el mundo dijo que sí y se firmó. Pero el mismo día la Unión Industrial (UIA) dijo que no lo pagaba, muchos gobernadores e intendentes tampoco pagaron. Eso quedó trunco. La autocrítica si querés es esa: haber confiado… Ahora no podemos seguir con esa metodología de diálogo en la Mesa para el Ttrabajo y la Producción, porque el gobierno solo quiere discutir lo que les interesa a los empresarios: la flexibilización laboral y modificar los convenios. Nosotros dijimos basta. Ahí se perdió la confianza. No solamente al empresario, sino al gobierno que no actúa como factor de equilibrio, se pone del lado de los empresarios. Por eso se rompe la mesa, por el incumplimiento, tanto del sector patronal como del gobierno.

–¿De quién es la responsabilidad de los despidos, las suspensiones y la pérdida del poder adquisitivo?

–Responsabilizo por igual a empresarios y al gobierno. En algunos casos hay una responsabilidad primaria del gobierno, porque no tiene políticas públicas en defensa del proceso industrial nacional ni del empleo argentino. Y después los empresarios que aprovechando esa cuestión tratan de alivianar su carga de trabajadores de planta, tratan de flexibilizar los convenios colectivos, bajar el costo laboral, aduciendo que el gobierno tiene políticas nocivas para la industria, el turismo… Entonces es una responsabilidad compartida.

–¿Por qué algunos referentes de la CGT comienzan a avalar la modificación de los convenios y la flexibilización?

–Nosotros decimos que para discutir los convenios cada gremio tiene autonomía. Ahora nosotros como CGT ya dijimos no a la flexibilización laboral y no a la flexibilización de los convenios. Lo que sí tiene que quedar claro es que la autonomía de los gremios tiene que tener como objetivo la defensa de los derechos adquiridos aun para las actividades nuevas. Los nuevos convenios lo que no pueden es quebrar los derechos adquiridos históricos, ni violar la Ley de Contrato de Trabajo.

–¿Que este año sea electoral los ayuda o complica a la hora de tener que tomar medidas?

–Influye, por supuesto. Este también es un cuestionamiento a la política global del gobierno. Si el oficialismo quiere ganar las elecciones tendrá que ver qué hace. Porque así no va a ganar.

–¿Cómo va jugar la CGT en la campaña electoral?

–La CGT va a defender el modelo de industrialización, con sustitución de importaciones inteligentes, pensando qué le conviene producir a la Argentina. Nosotros no decimos que hay que cerrar las importaciones, decimos que hay que cerrar la importación de productos terminados. Desde ya que hay que importar insumos, pero tenemos que producir acá. Después cada dirigente tiene su opción. Ahora bien, después de estos resultados y de estas políticas no sé qué dirigente sindical va a poder hacer campaña por el PRO.

–¿Cómo ve al peronismo de cara a las legislativas?

–El peronismo está en un proceso de reordenamiento. Necesita redefinir liderazgos provincia por provincia y eso se va a dar a través de un proceso democrático en las próximas PASO. Hay que producir una gran interna para que surjan los candidatos. El que surja tendrá el apoyo de la CGT. El movimiento obrero debe tener más participación y más presencia política en esta próxima etapa. Porque el que está confrontando con el gobierno por el modelo es el movimiento obrero.

–La UOM fue uno de los gremios que acompañó a Cristina hasta el final del mandato. ¿Es bueno para el peronismo que sea candidata?

–Yo creo que Cristina es una gran referente nacional del peronismo y lo que está en juego es una provincia. Le queda chica la candidatura a senadora. Podría ser una dirigente o una líder política, como lo es, que impulse la unidad en la provincia para sacar los mejores candidatos y ganar las elecciones. Ella tiene que ser una referente de lo que necesita el peronismo: un liderazgo nacional luego de una derrota electoral. «