Hace poco más de una semana, encuestas en mano, el gobierno aceleró su estrategia para recuperar el vínculo con Hugo Moyano. Según cuentan en los pasillos del Ministerio de Trabajo, el líder camionero se mostró abierto a retomar el diálogo.

El movimiento se encuadra en la continuidad de una estrategia que busca impedir que el peronismo se encolumne tras un solo candidato en 2019 y que el movimiento sindical permanezca fragmentado. Desde el gobierno evalúan que ambas acciones dieron resultado y las intentarán replicar durante la segunda parte del mandato de Mauricio Macri. La debilidad de la conducción de la CGT es evidente, el recambio de autoridades tras las elecciones, un desenlace lógico, y la aspiración del «moyanismo» de volver a conducir en soledad la central obrera, indisimulable.

La relación con Moyano, aseguran en gobierno, nunca estuvo rota, pero sí tuvo altibajos. Los operadores del PRO mencionan dos nombres para sostener esta posición: Abel Frutos, titular del gremio que agrupa a los panaderos y Roberto Fernández, secretario general de la UTA. Ambos, hombres de máxima confianza de Moyano.

Dentro de la CGT nadie puede poner en duda el vínculo de Frutos con el exsecretario general de la GCT. Por eso, desde el gobierno sugieren que se preste atención a la listas de Cambiemos en la tercera sección electoral donde Frutos incluyó a varios de sus dirigentes, incluso su hijo Gastón logró un lugar en la nómina de concejales en Avellaneda.

En cuanto a Fernández los operadores PRO señalan como muestra de lealtad, no solo el papel fundamental que tuvo para destrabar la huelga del transporte en Córdoba, sino también la nula objeción a la ley que plantea al transporte como servicio esencial y restringe de facto el derecho de huelga. Hoy los miembros del Consejo Directivo de la CGT que responden de manera directa a Moyano son 14. Sólo necesita cuatro más para quedarse con la mayoría en el órgano que decide los pasos a seguir.

Desde la actual conducción del sindicato y desde los gremios afines al kirchnerismo denuncian, por lo bajo, el doble juego de Moyano. «Siempre igual, Pablo sale con declaraciones fuertes y Hugo atiende el teléfono.» En ese marco interpretan tanto la ausencia de Frutos como de Camioneros en la última reunión de Consejo Directivo, donde la central sindical tenía que fijar postura por la represión en PepsiCO.

Desde la actual conducción de la CGT están dispuestos a dar pelea, aunque el camino pueda terminar en una nueva fractura. El rumbo lo marcó el propio Héctor Daer, uno de los secretarios generales de la CGT, que a principio de esta semana llamó a tener una estrategia clara de cara a las elecciones para defender los derechos de los trabajadores. «Si este gobierno tiene legitimidad política en las elecciones, el mapa cambia. No cabe duda que hay que tener una estrategia muy clara hacia las elecciones, no da todo lo mismo. Los mismos que tomaron la planta de PepsiCo hacían campaña para votar en blanco», explicó Daer y anticipó el camino que tomará una parte de la dirigencia sindical en el tramo final de la campaña.

 Con el caso Brasil como testigo y la reforma laboral pisándole los talones, el triunvirato intentará jugar fuerte para retener la conducción de la central obrera. Por eso, el jueves por la noche desde la CGT se difundió un comunicado condenando la reforma laboral aprobada en Brasil, por ser atentatoria de los derechos adquiridos de los trabajadores, imponer nuevas cargas y coartar beneficios (ver recuadro página 10). El documento emitido por la Confederación Sindical de las Américas (CSA) y avalado por la CGT expresa el repudio a «un accionar que afectará a todas las economías regionales» y que «los gobiernos de turno procurarán imitar para ejercer similares reformas».