El Banco Central no puede parar la corrida cambiaria. Entre el martes y el miércoles vendió casi 1000 millones de dólares, en una puesta en práctica de la doctrina de Luis Caputo, su presidente: el que quiera dólares tendrá dólares.

El problema que se le presenta a la autoridad monetaria es que todo augura que esta corrida continuará. El dato es la venta de Letes, un bono a corto plazo (a tres y ocho meses) emitido por el Ministerio de Hacienda y que era la apuesta del gobierno nacional y el BCRA para atraer los pesos que quedaron liberados el martes, tras la licitación de Lebac.

Lo cierto es que ese título, que paga una tasa del 3% mensual, no concitó el interés de los inversores. En la licitación de este miércoles sólo se adquirieron por un valor de $23.089 millones. Representa apenas el 20% de los $110.000 millones que están dando vueltas en el mercado desde el martes.

Así las cosas, aún quedan unos $80.000 millones sin destino claro. En el mercado aseguran que lo más probable es que se vuelquen al dólar. Si se cumple ese pronóstico, el BCRA podría perder otros 2500 millones de dólares.

Antes de que se conociera el resultado de la licitación de Letes, la consultora Delphos Investment aseguró que el mismo “será clave para medir el éxito del plan de desarme de Lebacs que se propuso el Gobierno”.

El costo de la eliminación de Lebac no genera confianza entre los inversores. El cálculo es que al gobierno no le alcanzan los dólares para pagar capital e intereses de deuda pública e importaciones de acá a fin de 2019.

La demanda del sector privado (para hacer remesas empresarias al exterior, atesoramiento, fuga lisa y llana, turismo) reduce la cantidad de dólares en manos del BCRA.

Al mismo tiempo, al transformar las Lebac en Letes se incrementa el peso de la deuda pública en relación con el PBI porque las Lebac no se contabilizan ya que son pasivos del Banco Central y no del gobierno nacional.

“La decisión de Caputo de usar reservas para desarmar Lebac va en contra de la falta de fuentes de financiamiento”, aseguró a Tiempo un operador. El dato es que en la actualidad, el único ingreso de dólares que tiene el gobierno es el que proviene del Fondo Monetario. Tanto las empresas como el gobierno han decidido cancelar sus emisiones de deuda en el exterior porque lo que les piden como tasa de interés es inviable.

A pesar de todos estos esfuerzos, el precio del dólar subió un 1% (30 centavos) en el minorista vendedor, y llegó a $30,68. El mayorista cerró a $30,50, con una suba de 0,5%. El analista Gustavo Quintana señaló que “la esperada presión sobre el dólar en el mercado mayorista se verificó, exigiendo del Banco Central una fuerte intervención, dosificada en tres subastas, con la finalidad de abastecer la demanda de divisas en un escenario de franca insuficiencia de la oferta genuina».

En el mercado de futuros Rofex, el dólar para fines de agosto se negoció a $30,49 mientras que para diciembre lo hizo a $34,50, lo que implica una suba del 1,3% frente al precio anterior.

Con todo, el gobierno vio con algo de esperanza la suba de la Bolsa porteña, del 2,1%, y de los bonos del gobierno nacional, tanto los que están denominados en dólares como en pesos.

Todo esto sucede mientras la misión del Fondo Monetario está en Buenos Aires y monitorea las cuentas de la Argentina. Si bien el FMI le dio pleno respaldo a las decisiones del gobierno y del BCRA, aun no está claro hasta dónde llegará ese respaldo. En los hechos, la Argentina ya gastó más dólares para financiar la fuga de capitales que los que el FMI permitió en el acuerdo de junio. Ahora, el FMI tiene la palabra final.