El cierre de candidaturas para las PASO nacionales del 11 de agosto incluyó un dato inesperado pero revelador para la arquitectura electoral de la Casa Rosada. Al cierre de esta edición, el economista ultraliberal José Luis Espert confirmó su inscripción como precandidato presidencial. Lo hizo luego de pasar 24 horas de zozobra ante la partida de su socio legal, el antiguo dirigente conservador, Alberto Asseff, que este viernes aceptó una oferta del senador y candidato a vice de Juntos por el Cambio, Miguel Angel Pichetto, para transformarse en candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires, dentro de la escudería de Juntos por el Cambio. Consiguió el puesto once, con amplias chances de entrar al Congreso Nacional, pero a cambio de sacar su partido UNIR del frente que sostenía a Espert.

El enroque promovido por Pichetto aportó el principal contorno de la estrategia que desarrolló la Casa Rosada para definir a sus precandidatos. Los movimientos estuvieron orientados en distintos puntos del país, pero especialmente en la provincia de Buenos Aires, a evitar la fuga de sus potenciales votantes. Las últimas encuestas que manejan en la Casa Rosada reflejan un leve freno en la caída de la imagen del presidente Mauricio Macri, sustentado en la desaceleración en la depreciación del peso por el permiso del FMI para que el Banco Central pueda utilizar los dólares del endeudamiento contraído para frenar la fuga de capitales.

La inclusión de Asseff en el puesto once buscó dañar a un contendiente como Espert que podría quitarle entre 4 y 5 puntos a Juntos por el Cambio. Pero el resto de la arquitectura de precandidatos ungidos por la gobernadora María Eugenia Vidal también habla de un intento por alambrar los votos propios en un territorio clave, donde no hay segunda vuelta y la jefatura del Ejecutivo se define por un voto. Por esa razón el ministro de Seguridad provincial, Cristian Ritondo, encabeza la lista. Su postulación está concentrada a explotar electoralmente uno de los mayores capitales simbólicos de Vidal, que fue construido entre la sobreventa de detenciones policiales, allanamientos y exoneraciones de efectivos de la bonaerense. En la misma línea, y sin poner en duda la legitimidad de su lucha, Vidal sumó a María Luján Rey, madre de Lucas Menghini Rey, una de las víctimas de la tragedia de Once. La alquimia implica un apelativo a las víctimas de la inseguridad y la corrupción, pero desde una prédica electoral muy acotada por el incremento de la pobreza y los alcances de la crisis económica, que revela un recorte inquietante para una gobernadora que asiste a la búsqueda de su reelección, con territorios del conurbano bonaerense, donde la pésima imagen de Macri anticipa cosechas electorales de un 70% en su contra.

La funcionalidad de los nombres elegidos para revertir la pendiente declinante que le quita el humor a Vidal implicó nuevos tironeos con el jefe de Gabinete, Marcos Peña. El ministro coordinador afronta otro derrotero desde que Pichetto fue promovido como vice de Macri, porque en un eventual segundo mandato el senador rionegrino tendrá un peso determinante en la composición del Ejecutivo que licuará el poder de Peña. Tal como está previsto en la dinámica de la Casa Rosada, el cierre de listas de este sábado implica la señal de largada para la campaña electoral por la reelección de Macri, donde Pichetto pondrá a prueba la escasa capacidad que le adjudican para sumar votos. Una variable que podría revertir en las zonas del Conurbano profundo, donde el más duro de los representantes de la “vieja política” buscará torcer voluntades sin hablar de economía, pero pródigo en responsabilizar a inmigrantes en el delito y en la escasez del empleo.

El diseño de la lista no sólo tiene componentes para trabajar en la campaña. También implicó un nuevo revés para el “ala política” de la Casa Rosada, con la postergación de sus principales representantes: desde la imposibilidad de sumar candidatos provinciales que respondan al saliente titular de la Cámara baja, Emilio Monzó, hasta el puesto nueve para el viceministro del Interior, Sebastián García de Luca, que, hasta hace dos días, sonaba en una posición expectante. En el armado de las candidaturas que Vidal buscó imponerle a Peña, con éxito dispar, la gran ganadora es Elisa Carrió, que pudo promover a sus abogadas con un pasaporte seguro al Congreso, aún cuando la reelección de la gobernadora aparece cada vez más incierta.

Al momento de elegir los nombres para las nóminas de las siete secciones electorales en que se divide la Provincia, Vidal eligió no «peronizarse»: dejó afuera a los cuatro legisladores de Monzó que buscaban renovar su banca, y sólo cedió un lugar a Pichetto en una suerte de «premio consuelo» por los pedidos no concedidos en la lista nacional. Tampoco hizo concesiones al presidente de Boca, Daniel Angelici. Apostó, en cambio, a listas compuestas por legisladores y funcionarios propios y de confianza. En octubre, Vidal pondrá en juego 34 bancas -21 en Diputados y 13 en el Senado- que corresponden a los legisladores que ingresaron de la mano de su triunfo en 2015. Necesita al menos mantener ese número para hacer frente al peronismo y el massismo en caso de ganar, o para resistir como oposición si pierde. «