En una osada maniobra, la defensa de Alejandro Sidero, el instructor de tiro y aportante del PRO detenido desde agosto, acusado de tirar a matar contra un grupo de militantes de Nuevo Encuentro, intentó esta semana imponer la versión de que el verdadero autor de los disparos fue su hijo, quien en ese momento tenía 13 años y ahora 14. Si esta estrategia prospera, Sidero podría ser absuelto y el doble intento de homicidio de Daiana Soto y Florencia Girotti, quedar impune.

Su abogado defensor, Jorge Luis Álvarez Berlanda, presentó el miércoles pasado un escrito ante el fiscal Pablo Recchini para que Sidero amplíe su declaración indagatoria, debido a “que se habían producido algunas revelaciones que serían trascendentes para la investigación”, según explicó a Tiempo el abogado de la querella, Gustavo Zurano. Además, en la presentación se solicitaba que fueran convocados cuatro testigos: Esther Carmen Méndez, madre del imputado; Laura Martha Godoy, su exesposa; Milagros Sidero, su hija de 20 años; y un amigo del sospechoso, Héctor Salico.

El fiscal primero descartó tomar los nuevos testimonios porque en el pedido “no se daban mayores detalles”. Sin embargo, Recchini sí escuchó el jueves por la mañana a Sidero, quien aseguró que siempre había negado todo porque creyó que su arma no había sido utilizada en la noche del 5 de marzo. De acuerdo con esta argumentación, su visión cambió cuando las pericias confirmaron que su pistola calibre 32 había sido la que disparó contra el montón.

Entonces, Sidero dijo que recién ahí dio por sentado que los tres tiros se ejecutaron desde su departamento del piso 12 de la torre Los Tilos, en Gurruchaga 274, cuyas ventanas dan a Padilla al 800, donde los militantes de Nuevo Encuentro festejaban la inauguración de un nuevo local. Solo le restaba saber si había sido su hijo o su hija, ya que eran los únicos que estaban con él, que sugestivamente no escuchó los estruendos de los disparos. El sospechoso sostuvo que despejó la incertidumbre interrogando a sus hijos.

Los testigos propuestos por la defensa desfilaron el viernes ante el fiscal. En resumen, la hija de Sidero contó que en la cárcel su padre le preguntó si había sido ella la ejecutora de los disparos. Entre llantos, la joven respondió que no. Luego, el imputado hizo lo propio con su hijo, quien se habría quebrado y confesado que fue él porque “quería saber qué se sentía”.

A su turno, la madre de Sidero declaró que ella estaba en la cárcel cuando su nieto se desahogó. Luego, la abuela y el chico fueron a la casa de la exesposa del imputado, a quien el adolescente volvió a contarle que había sido él. La exmujer del detenido, como era de esperarse, avaló estos dichos.

Por último, Héctor Salico, experto en informática, declaró que a pedido del supuesto tirador estudió la computadora de su casa en la que habrían surgido visitas a páginas web relacionadas a cómo desarmar y activar una pistola. Todo esto, realizado sin aval judicial. Este testimonio terminó por cerrar la nueva hipótesis.

“Queremos saber quién fue el autor de los disparos. Si es necesario que se investigue más, que así sea, todo esto puede ser absolutamente armado, como real. Lamentablemente, de lo que no hay dudas es que esto ocurrió en medio de un discurso político oficial en el que se expresaba que había que deshacerse de la grasa militante”, concluyó Zurano. «