Cuando era oposición, una de las críticas que el actual gobierno nacional le hacía al kirchnerismo era que utilizaba espacios públicos, como la Casa Rosada, para realizar actos partidarios. Era un cuestionamiento que se magnificaba para intentar retratar con ese hecho las supuestas prácticas autoritarias de  la gestión anterior.

El presidente Mauricio Macri usó ayer el balcón de la Rosada para un acto de su fuerza política. Hizo desplegar una bandera argentina en la fachada de la sede del gobierno y salió a arengar a sus seguidores, una muestra más de que, en política, puede aplicarse la frase atribuida a los médicos: haz lo que yo digo pero no lo que yo hago. 

Los actos que se realizaron en distintos lugares del país tuvieron su epicentro en la Plaza de Mayo donde se congregó una multitud. El presidente salió al balcón de la Rosada y arengó a los manifestantes que desplegaron consignas y carteles pidiendo la «prisión» para la ex presidenta CFK, entre otros clásicos de la «estrategia del miedo».

Macri estuvo parado junto a su esposa Juliana Awada, levantando el puño, gritando (no había nada montado para un discurso) y levantando una bandera nacional.

La movida que culminó en distintas plazas del país fue organizada con los instrumentos clásicos de la cultura PRO. Fue convocada con varios días de anticipación por las redes sociales para que pareciera una iniciativa espontánea. El objetivo fue relanzar la campaña electoral y puntualmente entusiasmar a los propios votantes de Juntos por el Cambio luego de la abultada derrota sufrida por el oficialismo en las PASO.

El tema es complejo para el macrismo. Las Primarias dieron un resultado que instaló la sensación –comprensible– de que la elección está resuelta y de que el próximo presidente será Alberto Fernández. Uno de los riesgos que corre el gobierno con este ambiente generalizado es que sus propios votantes, al menos una parte de ellos, no concurran a las urnas el próximo 27 de octubre por dar por terminada la contienda. Esto podría implicar que la distancia que el peronismo unificado le sacó al macrismo se acreciente todavía más y que el oficialismo haga una elección incluso peor que la del 11 de agosto.

El ejecutivo necesita estimular a su propia tropa, a su base electoral. No puede hacerlo sin tratar de torcer el clima de «asunto resuelto» que dejaron las PASO. Los actos de ayer y la salida de Macri al balcón son parte de la estrategia para evitar una frustración aun mayor en la elección nacional en la que el giro político que tuvo el país hace 15 días se formalizará por completo. «