El Institutito Nacional de Tecnología Industrial, el INTI, sufre desde hace más de dos meses, una crisis generada por sus actuales autoridades. La parte visible de dicha crisis han sido los 258 despidos, que anunciados como justificados se ha demostrado que en realidad fueron una medida preliminar a una reestructuración viciada. Con los despidos se intentó acallar voces críticas, que desde el conocimiento técnico de la institución, y la valentía del compromiso, iban a oponerse al ya famoso y ya fallido Master Plan de Tecnalia.

Uno de los puntos irritantes del Plan era la desaparición de los Centros de Investigación y Desarrollo que constituyen la piedra angular organizativa del INTI. La constitución del Instituto alrededor de sus centros especializados no son solo un eslabón organizativo – administrativo, y por lo tanto podría ser aceptable que sean revisables, son principalmente el corazón estratégico de una política científico – tecnológica orientada a la industria y la producción.

Esta afirmación se basa en comprender el significado profundo de la “Gestión del Conocimiento”, punto capital de la soberanía tecnológica y de la posibilidad real de dar soluciones tecnológicas de distinta índole.

La gestión del conocimiento, en inglés knowledge management, es un concepto aplicado generalmente en las organizaciones. Con él logramos poder explicar cómo se dan los procesos que básicamente describen y analizan la transferencia del conocimiento, poniendo énfasis en cómo ocurre, desde el lugar dónde se generan conocimientos hasta el lugar en dónde se los va a usar. La gestión del conocimiento, como herramienta teórica, es reciente: sus inicios se localizan los años 80 y 90.

La gestión del conocimiento tiene perspectivas tanto tácticas y operativas, porque permite dar a conocer y administrar las actividades relacionadas con la creación, captura, transformación y uso del conocimiento. También implica planificar, implementar y controlar todas las actividades relacionadas con él.El concepto de gestión del conocimiento es aplicado para evaluar el “capital intelectual” de las organizaciones, y en alguna medida explicita de manera se comporta, o comportará, una organización en un mundo basado en la competitividad por la innovación tecnológica.

El conocimiento tecnológico a su vez, está caracterizado por distintos tipos de conocimientos. Aún son útiles las enseñanzas en ese sentido que hizo Fidel Alsina, desde la Fundación Bariloche, aquel antecedente histórico del prestigioso Instituto Balseiro. Decía Alsina que podemos clasificar los tipos de conocimientos que corresponden a otros tantos tipos de actividad humana, en los siguientes niveles: enseñanza, técnico, profesional, desarrollo e investigación.

Enseñanza, es donde los conocimientos se toman de los textos para que la docencia trabaje con sus destinatarios. En el nivel Técnico, quien posee el conocimiento lo usa personalmente, aunque sin elaboración. Dispone de una receta, y produce según las reglas que conoce. En cambio, el Profesional no dispone de una receta, sino de un conjunto de “leyes” y con ellas le es posible actuar sobre campos muy dispares.

Ya en un nivel superior, se encuentra el tipo de conocimiento conocido como Desarrollo. Allí se distingue del profesional no por el tipo de conocimientos sino por la actitud. Las teorías se usan al límite –casi al límite de su validez- y en casos críticos. La actitud es “criterio” y “audacia”. Se extrapola en vez de interpolar. Aparece el error. Finalmente, por encima del anterior, la Investigación. Con ella se inventan las “leyes naturales” que constituyen el marco teórico y los modelos estilizados de la realidad. No hay reglas especiales para hacerlo. El error adquiere una importante cuota y su opuesto, “el éxito” es fruto tardío y excepcional

Son cinco niveles distintos, ordenados por grado creciente de elaboración del conocimiento, pero se entiende que no son cinco terrazas separadas. Sino más bien cinco puntos de referencia tomados sobre una misma rampa. Esta última figura, cinco puntos de una misma rampa, nos sirve para justificar que es imprescindible que el INTI conserve su estructura de Centros, porque el dominio temático es la fortaleza del sistema. La idea de las actuales autoridades del INTI es separar institucionalmente bajo distintas estructuras las funciones de ensayo y control, por un lado, asistencia técnica por otro, e investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) dentro de una burbuja innecesariamente llamada en inglés como“innovation center”. Esa ruptura de la rampa de conocimientos tecnológicos debilita los equipos intredisciplinarios que existen dentro de los centros, donde técnicos, tecnólogos y científicos interactúan sobre el mismo caudal de conocimiento, pero ajustando sus intervenciones de modo distinto, de acuerdo al nivel que manejan.

A modo de ejemplo: de los sucesivos controles y ensayos, puede desprenderse información sobre problemas crónicos de fabricación o materiales. Con esos datos se puede brindar asistencia técnica para que las empresas que lo padezcan puedan corregirlos. También puede ocurrir que las causas profundas de esos problemas sean desconocidos, lo cual da puntapié inicial a la investigación tecnológica que resuelva la cuestión de raíz con alguna innovación.

El sentido inverso también es válido. Los nuevos desarrollos tecnológicos que logran los Centros de Investigación y Desarrollo del INTI, a través de sus servicios de asistencia técnica, de control y ensayos, capacitación, etc. tiene directamente vinculado a lasempresas o sectores necesitados de esas trasferencias para mejorar la competitividad industrial.

Estos círculos virtuosos pueden ser rotos, si el Plan de Reestructuración planeado para el INTI avanza.